En la actualidad Lanzarote
vive la etapa con más recursos de su historia. Esto se pone de manifiesto
solamente contando las instalaciones sanitarias y educativas o sus desaladoras,
que producen 25 millones de metros cúbicos de agua al año. Sin embargo, el
paisaje agrario de la isla no ha tenido la misma suerte. Hay que armonizar la
economía y la sociedad isleña, para que el ayer y el mañana no estén tan
distanciados como actualmente.
La
situación actual dista mucho de ser una arcadia feliz para los conejeros: los
niveles de paro que sufre esta isla indican que falta una mayor armonía entre
recursos humanos y recursos económicos, con carencias estructurales muy
importantes. En un corto periodo de tiempo la isla ha doblado su población,
siendo muy importante la cifra de parados que superan los
Parece
razonable incorporar el mundo rural a la actividad económica dominante en la
isla. El turismo, como motor central con más de 70.000 camas, necesita al mundo
rural como paisaje y cultura complementarios; el agro también aporta alimentos
frescos y hace que la población sea menos dependiente de los alimentos
importados de exterior.
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La
agricultura de Lanzarote tiene sus profundas raíces en la adaptación y
domesticación de una naturaleza con muchas dificultades y limitaciones. El
agricultor conejero con gran ingenio ha incorporado plantas de los medios
tropicales y húmedos al árido marco insular, como por ejemplo los cultivos
exigentes en agua como las batatas, tomates, sandías, aguacates, etcétera.
Otro
de los aspectos de ésta agricultura es la adaptación al viento para la que se
ha hecho un gran esfuerzo de cortavientos con piedra o setos vivos. Son sin
lugar a duda los cultivos sobre jable los más revolucionarios de los que se
cultivan en Lanzarote; las arenas procedentes de restos de conchas marinas que
deposita la marea en la Playa de Famara y que transporta en viento hasta Playa
Honda en el sureste, formo uno de los paisajes agrarios más singulares de
Lanzarote, pues éstas arenas se han cultivado principalmente de batatas y otras
hortalizas creando un sistema de setos muy originales para frenar la circulación
de la arena en el largo recorrido del norte al sureste de la isla.
Los
arenados naturales y artificiales cultivados de viñedo han dado resultados
sorprendentes; éste es el paisaje agrario menos deteriorado de la isla, y hemos
de felicitar tanto a los agricultores que cultivan las viñas como a los
bodegueros que han realizado una labor de promoción y dignificación de los
vinos conejeros. En estos momentos con unos precios de
La
agricultura de Lanzarote tiene necesidad de revalorizarse, no sólo por razones
económicas y sociales que son muy importantes, sino sobre todo por el
patrimonio de cultura y sabiduría que acumula. Es un conocimiento empírico que
nos han dejado a lo largo de la historia miles de campesinos a base de errores y
aciertos. Lanzarote tiene un complejo y complicado medio físico en el que la
lucha permanente hace que tengamos cultivos en condiciones extremas. Gracias a
esa capacidad que han tenido los campesinos de adaptar plantas al terruño
local, se entienden las diferencias que hay entre el paisaje agrario de
Lanzarote y Fuerteventura. Así los roferos, la puesta de tierra vegetal y las
miles de hectáreas de arenados artificiales unido con los arenados naturales
hicieron de esta isla el mayor emporio agrario de los cultivos de secano de las
zonas áridas de Canarias.
Uno
de los topónimos geográficos en la isla más significativo son las vegas, por
su singularidad como suelos de depósitos, así como también las gavias y
nateros como es el caso de barranco de Tenegüimes. Son también importantes los
cultivos sobre malpaíses, es decir lavas casi calientes en las que dominan
frutales, sobre todo viñas, tuneras, higueras, etcétera. Nos queda como
paisaje del ayer Tegaso, hoy erosionado.
La
isla sigue siendo un laboratorio en la que la Geria, el valle de Temisa Haría,
Maguez o los llanos de Zonzamas, son referencia de un ayer en el que tenemos que
incorporar a nuestros jóvenes en una isla social y ambientalmente mas
sostenible en la que la aulaga y el tabaco moro (Nicotiana glauca) no pueden ni
deben ser la referencia del agro conejero. Aún estamos a tiempo.
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DOCTOR EN GEOGRAFÍA
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