Hace 175 años fue desecada la laguna
que le da nombre a la ciudad de Aguere
En
1837, la Comandancia de Ingenieros eliminó el agua que hacía pantanosa e
intransitable una parte de la Vega. Pero el lago sigue estando en el recuerdo de
todos y cuando llueve mucho suele aflorar agua como señal de aquel espacio que
dio nombre a la ciudad y sobre el que se quieren hacer nuevos estudios.
La
ciudad de Aguere cumple 175 años de cuando la Comandancia de Ingenieros desecó
la laguna que le dio nombre, según hace constar el Centro Internacional para la
Conservación del Patrimonio (Cicop) en su trabajo sobre las efemérides
laguneras.
Las primeras referencias sobre lo citado, según el profesor Constantino
Criado, hacen referencia a la afirmación de Viera y Clavijo sobre la ejecución
de algunas obras de drenaje antes de la segunda mitad del siglo XVIII, pero no
debieron ser eficaces si tenemos en cuenta la descripción que hace el viajero
francés Milbert en 1812,[1]
La
presencia de la indicada ciénaga a principios del siglo XIX se refleja en un
plano anónimo de 1814, en el que se puede apreciar el camino de San Diego y un
pequeño fragmento del paseo Oramas. Según este plano, afirma Criado, "el
canal que desaguaba la laguna viene zigzagueando desde el norte, siendo posible
que el antiguo cauce que alimentaba la laguna -que probablemente era el
practicado en el siglo XVI para aportar agua al lago-, se hubiese unido al de
salida, dificultando así la alimentación del humedal, lo que redundaría en su
bonificación para la puesta del cultivo".
En
1839, ya la laguna había sido desecada, ya que el ilustre geólogo Sabino
Berthelot habla de que "todavía se vive confortablemente en La Laguna, y
muy barato: durante el verano los alrededores de la ciudad son muy agradables.
Los bosques cercanos esparcen su frescor, y gracias a las obras de drenaje de la
vega, lo que fueron aguazales son hoy terrenos muy fértiles".
El
plano de Pereira Pacheco demuestra que ya la laguna había sido desecada, ya que
en dicho documento aparece trazado el actual camino Largo, la carretera de
Tejina, y los caminos de Las Peras y La Manzanilla, estando toda la superficie
de la vega ocupada por casas y zonas de cultivo.
En 1837
se acometieron trabajos para la nivelación de La Laguna, con lo que se pretendía
mejorar el drenaje e impedir que se repitieran las inundaciones como la ocurrida
con el huracán que azotó la ciudad en 1826.
La
nivelación fue acompañada de un trabajo de levantamiento topográfico,
terminado el cual se procedió a excavar una zanja, que enlazó el canal de
salida original con el camino Largo, las huertas de Silverio Alonso y las del
camino de San Diego y Lucas Vega, terminando cerca de la plazoleta de Manuel
Verdugo, como se puede apreciar en un plano de Manuel de Oraá.
Con
estas últimas obras, el lago pasó de forma definitiva a formar parte de la
historia de la ciudad, debiendo destacar la última descripción que hizo Olivia
Stone en 1888: "Hoy en día el lago ha desaparecido totalmente,
reapareciendo solamente en la época lluviosa como un área pantanosa. La
desaparición se atribuye a la destrucción masiva de árboles que ha sido
permanente desde que los españoles conquistaron la Isla en 1496".
Queda pendiente para un
futuro, como ha dicho Constantino Criado, recuperar el pasado prehistórico del
lago, estudiando sedimentos y pólenes y estableciendo la secuencia de cambios
en los ritmos de aluvionamiento.
Publicado
en el periódico El Día, 15-01-2012