La identidad canaria

 

Isidro Santana León

 

La identidad canaria es la única esencia capaz de cohesionar a nuestro pueblo en la marcha hacia la independencia política y la Soberanía Nacional, situación que nos posibilita para crear un estatus donde la justicia social, política, económica y los derechos inalienables del hombre, se contemplen y apliquen con todo su rigor y vigor, no en un plano teórico sino práctico.

 

El alcance de la Soberanía Nacional es contranatura quererla lograr desde una posición ideológica, pues, jamás nos sacará de la situación colonial, ya que no puede hacer converger a todo el pueblo canario en tal empresa.

 

La ideología es capaz de tirar de un sector del pueblo, pero no puede hacer confluir a éste en la lucha hacia la emancipación nacional, porque su base es totalmente filosófica y, como tal, siempre expuesta desde la teoría, dispuesta para el análisis y la controversia. La filosofía ha jugado un papel determinante en la vida y el bienestar de los pueblos pero, igual que los conceptos, es manejable y desfallece ante los inesperados acontecimientos y avatares de la vida: cualquier invento novedoso, que cree dependencia y uso en las personas, la puede debilitar, de la misma forma que lo puede hacer otro pensamiento teórico.

 

No es mi intención banalizar ni menoscabar las orientaciones ideológicas, sino reflexionar la conveniencia en la que se debe afianzar la lucha por la Soberanía Nacional de Canarias. La identidad sí que no se presta a controversia ni interpretaciones, porque es sustancia viva e indeleble de los pueblos. Ejemplo: Yo soy canario de nación, pero no soy más canario que aquel paisano que piensa ideológicamente diferente a mí, porque tenemos la misma esencia identitaria: costumbres, psicología, fonética, comprensión de los términos heredados, sentimiento de pertenencia a la colectividad, antagonismo con aquellos que ofenden nuestra canariedad, y una serie de elementos y factores comunes, acta para los expertos, que nos condiciona, apega y arraiga, y hace mostrar nuestra distintidad con otros pueblos. (El compatriota Víctor Ramírez hizo mucho hincapié sobre nuestra distintidad, sentimiento que nace desde la identidad).

 

Si hay algo en lo que España ha invertido dinero y tiempo, y ha usado los métodos más crueles y miserables, ha sido en la aplicación sistemática del colonialismo en nuestra nación. El colonialismo, más allá de conocerse como la ocupación por la fuerza de un país extranjero sobre otro, o asentamiento de población foránea, tiene su verdadera efectividad y explicación en el aspecto psicológico, esto es: en el proceso de asimilación de la cultura extranjera por parte de los naturales. Sin embargo, a pesar de los 600 años de supremacía y dominación, del ensalzamiento del españolismo más rancio e intransigente, de la imposición de una enseñanza estructural maniquea e inoculadora, con que han forzado de generación en generación a los canarios…, por más que se haya emprendido una persecución inquisitorial a nuestras costumbres ancestrales e intento de aniquilación de de nuestro acervo cultural, destrucción de nuestro paisaje y deterioro y arrasamiento de nuestros huellas arqueológicas y antropológicas, jamás ha podido el colonialismo con la identidad canaria, que sigue viva en la población actual y que basta con regarla apenas para que la postiza españolidad caiga por su propio peso.

 

Ese intento de suplantación de la identidad, no ha calado en el pueblo canario sino de forma superficial y coyuntural, porque no tiene naturaleza propia como la identidad canaria. Sin embargo, ha podido incidir y condicionar a nuestro pueblo dejándolo en la inopia e incapacitación para actuar de forma colectiva, haciéndolo casi siempre en la dirección que le marca el sistema impuesto, actuando de forma contraria a sus propios intereses. En una colonia la ideología también es un elemento colonialista, ya que no invita al pueblo originario a ejercer su legitimidad, al auto-reconocimiento como colectivo diferenciado, saltándose el inalienable derecho de los pueblos a la Soberanía Nacional, actuando sobre el nuestro bajo los parámetros de la potencia colonial.

 

La identidad está ahí, prolongándose, inconscientemente, en el pueblo canario, porque emana de forma súbita y natural –que no es implantada por conceptos filosóficos que salen del pensamiento de los hombres–, ya que viene arraigada en la transmisión remota, la relación del colectivo con su medio para poder sobrevivir, ingenios de donde aprende conocimientos empíricos que, junto a otros elementos, fraguan su idiosincrasia.

 

Algunos sentimientos como la desafección, la envidia, el odio, los celos, la inquina y hasta la traición, ha sido el producto de esa alienación colonialista, de la que no escapa ni el llamado independentismo canario, patología psíquica descrita por el psiquiatra Frantz Fanon como síndrome del colonizado. Algo consistente en la impotencia ante el poder dominante o ante el mandato del amo, cuya aversión no se dirige a éstos, por la incapacidad y temor a combatirlo, reaccionando a tal frustración atacando al hermano, tanto para desahogar su represión como para sentirse con alguna autoridad. (También Víctor Ramírez lo ilustró de esta manera: “el castrado no odia a quien los castro, odia al que no se deja castrar”).

 

Ahí es donde ha sido más eficaz el colonialismo, creando el clima conveniente para que nada avance hacia la Liberación Nacional, siendo el propio pueblo, y sobre todos los llamados a buscar la Independencia, los que hacen una labor que coadyuva a la perpetuidad del sistema invasor.

 

Por otra parte creo que, salvando a una minoría, el pueblo canario no tiene ideología, está despolitizado (podremos observar como elige tiranos y quienes votaron ayer a una derecha, anteriormente votaron a la supuesta izquierda), no se moviliza por los asuntos de importancia y su indolencia es parte del complejo de Fanon. Pero culpar al pueblo es lo más fácil y mezquino, cuando nadie ha tenido la voluntad de tocar la fibra que le conmueva, tirando de su identidad –alumbrándola para ayudarlo a ponerse en marcha hacia su Liberación Nacional–, sino que se sigue jugando al independentismo en vez de luchar por la independencia o se sirven de él para fines espurios.

 

El más iletrado o analfabeto de nuestros hermanos, porta en su psique con esa esencia llamada identidad canaria, que aún no se le ha despertado de forma individual ni colectiva, lo que conformaría la conciencia nacional que indudablemente daría paso a la acción política consecuente. Hay campos por arar, hay cabezas estériles porque no se abonan y riegan, hay mujeres y hombres aptos para hacerlo, y hay un derecho por conquistar y una lacra que quitarnos de encima. Somos un pueblo diferente, ni peor ni mejor que otro, pero que nos merecemos dirigir nuestro destino tal y como lo hacen otros pueblos del mundo. Tenemos nuestra identidad, busquemos nuestra libertad.

 

16/12/13

 

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