¡Labrando en el mar!

 

«.» Wladimiro Rodríguez Brito

[...El campo en Canarias es mucho más que unos surcos arañados en la piel de las islas, mucho más que buenas declaraciones y de mirar para la despensa...]

Estos días, un amigo que ha vivido y sufrido los problemas del campo y la sociedad de Venezuela, leyó los últimos artículos sobre "Canarias: Campo y campesinos", y me dice: "¡Sigues labrando en el mar!"

Un planteamiento que me hace reflexionar, ya que dado el recorrido, la siembra y la cosecha del amigo, con toda seguridad tiene razón. Siempre hemos tenido sembradores en tierras baldías, desde el Antiguo Testamento, pero gracias a la voluntad de superación y las semillas que han caído en suelo fértil, la humanidad ha mejorado.

Aquí y ahora, el campo y los campesinos continuarán sembrando y cosechando, aunque algunas semillas caigan en campos de zarzas y otras malezas, con un apagón de ideas y de compromiso. Hacia el campo y los campesinos, apoyados por cabezas y estómagos que se alimentan de los excedentes y el "dumping" de la llamada globalización, que aquí -como ocurre en la llamada "Venezuela Saudí"-, ahora paga por un kilo de frijoles negros millones de bolívares que suben el coste más del 6% al día.

Ante la deriva de la crisis del campo y los campesinos maltratados de un país que ha sembrado en el mar las ideas básicas para producir alimento, y los estímulos a los campesinos en el campo fértil venezolano, huérfano de campesinos ante el maltrato sufrido, ya que no sembraron el petróleo, sembraron espejismo, embrutecimiento. ¿Estamos nosotros sembrando turismo?

Con estos surcos pretendemos sembrar en tierra, no es una siembra de nostalgia, es compromiso, oportunidad, pensar en el futuro, mirar para afuera para integrar, para dentro, como hemos hecho con las papas de o con los boniatos. También mirar para atrás para no perder la memoria, mirar para adelante para sembrar porvenir.

El campo en Canarias es mucho más que unos surcos arañados en la piel de las islas, mucho más que buenas declaraciones y de mirar para la despensa. Ahora, aprovisionados, en muchos casos, con excedentes de los mercados del mundo, aprovechando coyunturas del mercado mundial en las que las tecnologías del frío y la génica han favorecido esta situación, desarticulando la cultura agraria, de gran talento, gestionando un medio con dificultades.

El paisaje campesino canario es un patrimonio en peligro de extinción. Leamos lo que hicieron nuestros campesinos en Cuba y Venezuela. Es precisamente la falta de campesinos parte de los problemas en el abastecimiento de Venezuela, y ahora los estamos perdiendo tanto en Canarias como en Venezuela. Aquí tenemos euros para importar, en Venezuela el manantial del petróleo no da para todos, incluida la mala gestión.

Los surcos no son en el mar, el paisaje y el paisanaje campesino no debe estar en peligro de extinción. El campo es parte del ser y del estar como pueblo, nuestro campo, los frutales y cultivos aclimatados en Canarias están cargados de equivocaciones, de erres y acuerdos de un pueblo a lo largo de los años, pero también de ilusiones y fracasos que nos han dignificado como pueblo, como comunidad que tiene un patrimonio agrario de los más ricos del mundo. Falta solo la cultura de arroz y la soja en todas las grandes culturas agrarias del mundo: maíz, papas, trigo, higuera, vid, frutales tropicales y templados, etc.

Hace algo más de 45 años, el periódico EL DÍA me prestó unos surcos de papel que he sembrado con el cariño que aprendí en el faro de Barlovento, con una guataca hecha en la Herrería de Martiniano, con un cabo de aceviño en los "huertos escolares" de la época , en muchos casos descalzo. Ahora, Barlovento tiene agua, comunicaciones, pero no tiene campesinos. Tenemos un pueblo con recursos que no hace surcos, en tierra, ha perdido el 50% de la población porque no mira para dentro. No peleamos por la dignificación del campo y los campesinos. Sean estas líneas de homenaje y respeto a los que hicieron las galerías de agua de 46 kilómetros y a los que sorribaron más de 300 hectáreas.

No labremos en el mar, tenemos tierra y agua, faltan ilusiones, compromiso de futuro, tenemos gran parte de lo que carecíamos en los años 40 y 50, cuando emigraron a Venezuela el 20% de los jóvenes del pueblo. Sembremos ilusiones, hagamos surcos en tierra. ¡No labremos el mar!

* Doctor en Geografía por la Universidad de La Laguna.

Exconsejero de Medioambiente del Cabildo de Tenerife.

 

Otros artículos de Wladimiro Rodríguez Brito publicados en El Canario.net y El Guanche.org

wladimirorodiguezbrito.blogspot.com.es