La urgente
serena revolución
La juventud, por fin, ha
despertado,
o al menos empieza a restregar sus ojos
Nicolás Guerra Aguiar
Si la voz
"revolución" traduce 'cambio rápido y profundo' como uno de sus
significados, puedo aventurar que nuestra sociedad está comenzando un nuevo
levantamiento, hace semanas calmoso, sereno, pero ahora firme, sólido (tal
parece, confío). Y, por suerte, jóvenes de culturas variadas, de formaciones aularias y de pensamientos se ponen a la cabeza de esta
pacífica y revolucionaria rebelión que no se limita al norte de África, al
Oriente, sino que la tenemos aquí, en el Parque de San Telmo, en La Candelaria,
Arrecife, y allá, Plaza de Catalunya, Puerta del Sol?
Los jóvenes están
hartos, cabreados (permítaseme "emputados",
la voz centroamericana que traduce 'ira, enojo, enfado'). Han dicho
"¡basta ya!", y por eso se concentran, se reúnen, se manifiestan,
dialogan y discuten en ágoras, en calles, e impactarán en las próximas
elecciones, seguro. Y montan sus viviendas en lugares públicos porque quieren
hacer saber que ya están aquí, que la calle será suya: ¡ya tienen las ideas y
las razones!
Y como hablan sin
agresividades, sin belicosas provocaciones, llevan a sus interlocutores a la
convicción de que algo, al fin, empieza a moverse, a pesar del retraso. Y a
través de palabras relajadas y limpias -las únicas armas permitidas- muestran
contundencias, firmezas y energías, productos de razonados análisis y
desesperantes esperanzas, deseos frustrados por sociedades de banales e
inmorales políticos, bancas, sistemas corruptos.
Y lo mejor, tal como
concluyo tras charlas para escucharlos: no admiten la intromisión de quienes
dirigen las ya desfasadas organizaciones que, en nombre de sacras palabras
(libertad, democracia, ciudadano), profesionalizaron aquello que el pueblo les
entregó para su custodia y fortalecimiento hace ya treinta años (quizás, por
eso, algunos interesados pregonan falsamente que se trata de jóvenes
ultraizquierdistas, qué inmorales).
La juventud, por fin, ha
despertado, o al menos empieza a restregar sus ojos. Y rechaza a vividores de
lujo, parásitos asesores, torpes cargas en cargos, desideologizaciones, chalés,
despilfarros, robos y rapiñas? ¡Manos abajo, lo
nuestro no es un atraco!