Leemos
con preocupación las propuestas del Gobierno autonómico sobre el futuro del
Instituto Tecnológico de Canarias (ITC). No hay duda de que la situación económica
nos obliga a todos a reducir costes y a priorizar los gastos, máxime tratándose
de dinero público.
Sin
embargo, el papel que realiza el ITC[1]
es algo básico y que tenemos que cuidar
por las siguientes razones. Se trata de un centro de investigación que realiza
una importante labor en asuntos como nuestra alimentación, así como un
seguimiento de la calidad de los productos agrícolas que enviamos al exterior.
Allí se realiza un análisis y seguimiento de los residuos de productos
fitosanitarios que contienen nuestros alimentos. Gran parte de las plagas y
enfermedades que se han propagado en los últimos años en nuestro campo han
tenido que ver con un débil y precario control fito-sanitario en nuestros
puertos y aeropuertos. La labor del ITC ha contribuido a un mejor conocimiento
de los peligros y los problemas que subyacen en el sector agroalimentario de las
islas.
El
ITC no es solo un centro de investigación teórica, sino que tiene utilidad
social en el día a día. En los tiempos que corren, hay que defender la
utilidad de los laboratorios del ITC. Son laboratorios construidos y equipados
con las últimas tecnologías y se encuentran en un espacio mantenido por la
Consejería de Agricultura. Están acreditados ante la ENAC (único organismo
español capacitado para ello), y reconocidos por la comunidad técnica canaria.
Actualmente,
el ITC tiene clasificados once cultivos insulares, de manera que puede
garantizar los niveles de calidad de los siguientes productos agrícolas
canarios: papas, lechugas, cebollas, tomates, pimientos, papayas, zanahorias,
uvas, calabacín, puerro, y plátanos por la vía líquida.
Es
bueno que valoremos la importancia de este centro en una sociedad que habita en
un entorno frágil ante las enfermedades y otros problemas tropicales y del
resto de mundo. Las amplias importaciones de productos de países en vías de
desarrollo, donde los controles fitosanitarios son muy débiles, y en los que
hay un uso poco controlado de agroquímicos y pesticidas, nos obligan a extremar
las precauciones, tanto por nuestra propia salud como por la lucha contra nuevas
plagas. La calidad del trabajo de los laboratorios de control y supervisión es
básica y fundamental.
Tenemos
que recordar los incidentes ocurridos en el pasado, como por ejemplo las
llamadas vacas locas o los problema con las hortalizas españolas en centro
Europa debidos a la bacteria E. coli. Desde los Urales hasta La Restinga, hubo
problemas con el consumo de verduras, particularmente pepinos. La solvencia de
los laboratorios implicados es clave para garantizar no solo la calidad de los
que comemos sino fundamentalmente para la salud de las personas.
La
globalización trae considerables beneficios, pero también peligros para una
sociedad altamente dependiente como la nuestra, con un medio geográfico
limitado y atomizado como el canario. Es prioritario que contemos con un centro
acreditado, dotado de medios y con un personal científico y profesional que nos
garantice unos controles y análisis rigurosos sobre los productos que
importamos y exportamos. No se puede estar de acuerdo con que se realice un ERE
con el personal que tiene esta importante misión, máxime alegando razones económicas.
Los recortes habría que realizarlos en aquellas partidas que no tengan la
importancia social que tiene el ITC.
Esperemos
que el Gobierno de Canarias realice el máximo esfuerzo tanto para mantener el
equipo humano como las instalaciones referidas. Se debe también coordinar lo
mejor posible con el Gobierno central para dotar de recursos económicos el
control de plagas y enfermedades, al ser las Islas puerta de entrada a España y
Europa de numerosos productos agrícolas y ganaderos.
Los
análisis que buscan residuos de productos fitosanitarios en los alimentos son
fundamentales para cumplir los estándares de calidad nacionales y europeos. Ésta
es la única forma en que se puede garantizar que los alimentos que consumimos
actualmente en Canarias y aquellos que exportamos no generen riesgos. Defendamos
la salud de todos, defendamos el ITC.
*
Wladimiro Rodríguez Brito es
DOCTOR EN GEOGRAFÍA