La ingenuidad de
la abstención ¿No lo quieren entender?
El gobierno del erróneamente denominado Partido Popular (PP) ordenó a las
delegaciones territoriales del censo electoral la supresión de una de cada tres
mesas electorales en todo el Estado español para las elecciones al Parlamento
Europeo, con la excusa de reducir el gasto electoral, reducción que será mínima
y sin embargo clara la intención de ahondar en la política de recortes y
limitación de los derechos sociales y laborales aprovechándose de la crisis
que el capital financiero ha creado, aumentando intencionadamente la ansiada
abstención de la que se beneficia, aunque públicamente sostengan lo contrario,
pues cuando solicitan a los electores que acudan a las urnas es un mensaje
dirigido única y exclusivamente a su electorado, abstención que además
fomenta el bipartidismo (téngase en cuenta que el PPSOE ha votado conjuntamente
en el Parlamento Europeo casi el 80 por ciento de las propuestas), señalando cínicamente
a la abstención como su principal adversario. Dicho de otra manera, la abstención
sólo perjudica al que se abstiene.
Nadie nunca lo ha expresado mejor que Gabril Elorriaga: “Toda nuestra
estrategia está centrada en desalentar a los votantes socialistas. Sabemos que
ellos nunca nos votarán. Pero si podemos sembrar suficientes dudas sobre la
economía, la inmigración y las cuestiones nacionalistas, entonces quizá se
queden en casa” (Gabril Elorriaga, secretario de comunicaciones del PP en
declaraciones al Financial Times, Londres). No sólo, añadimos nosotros,
desalentar a los votantes socialistas, sino a todos aquellos que no sean gallo
de su cantar.
Un ejemplo emblemático para el PP lo constituyen las últimas elecciones
celebradas en Galitza (pronunciado Galicia), celebradas el 21 de octubre de
2012, cuando ya dicho partido había hecho famosos los llamados viernes de
dolores, debido a los recortes generalizados en el sistemas educativo, sanitario
y de servicios sociales. En esta situación el cuestionado candidato popular
amplió su mayoría absoluta transformándola en absolutísima, al pasar de
Otro ejemplo que nos atañe directamente lo constituye las elecciones al
Parlamento Europeo del año 2009 en las que el Movimiento por la Unidad del
Pueblo Canario (Movimiento UPC) realizó una campaña auténticamente feroz por
la absención, que en Canarias llegó el 70 por ciento, lo que se puso en
conocimiento tanto de la opinión pública como de los organismos
internacionales. Esta abultada abstención no ha impedido que las electas “señorías”
hayan estado embolsillándose mensualmente unos emolumentos de siete mil euros,
lo que hacen unos 420.000 en el quinquenio (casi medio millón de euros o sea
cerca de 90 millones de las antiguas pesetas), aparte de todas las prebendas que
conlleva el cargo, como el desplazamiento a cuenta de los damnificados
contribuyentes en primera clase de las aeronaves que los transportan desde toda
Europa y parte del extranjero, como por ejemplo desde Canarias, hasta Bruselas.
El problema de pedir la abstención consiste en que legalmente no se exige
un mínimo de participación para legitimar los procesos electorales, por lo que
da igual a estos efectos que participe todo el censo o sólo tres electores,
siempre ganará el que obtenga más votos, constituyendo este sistema la esencia
de la plutocracia, término griego para definir el sistema político basado en
el gobierno del capital y que los anglosajones han bautizado con el término de
moneycracy.
El asunto cambiaría radicalmente si la legislación vigente exigiese un mínimo
de participación para considerar válido el proceso electoral, es decir si
fuese obligatorio obtener por lo menos un cincuenta por ciento de votos válidos
para que la convocatoria fuese legal. En este caso y sólo en este caso tendría
sentido la opción política de la abstención que, de resultar mayoritaria,
obligaría a repetir el proceso, pero no es lo usual y menos aún en los regímenes
coloniales como es el caso de la obsoleta monarquía medieval que ostenta la
representación de la jefatura del Estado español, un régimen de escasa, por
no decir nula, como hemos sostenido en reiteradas ocasiones, tradición democrática.
Movimiento
por la Unidad del Pueblo Canario
Movimiento
UPC