¡¡Independencia sí o sí!!
Ramón
Moreno Castilla
¡¡Esa es la única
solución para Canarias, que a nadie le quepa la menor duda!! Y dicho esto, que
más que un deseo será una pronta realidad, pese a quien le pese, en esta
coyuntura histórica, es el momento de aunar esfuerzos y voluntades y remar
todos en la misma dirección, dejando a un lado los personalismos, los
liderazgos autoproclamados, el debate político estéril, ¡que no toca!, y demás
rémoras que han enfrentado y fraccionado históricamente al auténtico
nacionalismo canario. Por ello, que los mismos de siempre hablen de
"unión" suena a chiste de mal gusto, cuando son esos iluminados,
precisamente, los disgregadores.
En la construcción
nacional que nos llevará inexorablemente a la independencia de Canarias no
sobra nadie; al contrario, todavía faltan muchos patriotas por incorporarse a
la causa, y que no lo han hecho, desgraciadamente, porque el mensaje que les ha
llegado ha sido sectario, distorsionado y, lo que es peor, poco creíble. Porque
aquí opina todo el mundo sin tener ni puñetera idea de lo que dice, en una
interpretación "sui generis" de la libertad de expresión, en la que
la ignorancia va acorde con el atrevimiento.
La aportación de cada
uno de los patriotas, mujeres y hombres, a la causa nacional canaria es muy
importante, porque se trata de sumar e, inclusive, de una progresión
geométrica; pero esa valiosa aportación debe ir precedida de un ejercicio de
generosidad y altruismo, dando paso, sin reticencias de ningún tipo, a las
personas valiosas, ¡que las hay!, cuyos conocimientos, experiencia,
capacidades, etcétera, estén contrastadas y no admitan discusión. Porque en el
barco que hará la travesía -lenta y tormentosa, por otra parte- hacia la
independencia de Canarias unos irán en el puente; otros, en proa o popa; otros,
a babor o estribor, y los más, en la bodega. Y no por ello su contribución será
menor que la de los otros, aunque bien es cierto que no todos son capitanes de
la marina mercante ni pilotos ni maquinistas navales ni contramaestres, sino
simples marineros cuyo trabajo, distinto del de los citados, es tan fundamental
como el de estos. Solo que cada cual debe asumir su rol y ser consciente de sus
propias limitaciones, porque Canarias es algo muy
serio que no admite mediocridades.
No se olvide que
históricamente, en los procesos de emancipación de las colonias de sus
respectivas metrópolis, siempre ha existido un reducido grupo de patriotas que,
como un "núcleo duro" de "mentes pensantes" y con
"visión de Estado", han sido los "ideólogos" que han
marcado la pauta y han señalado, con toda nitidez, el camino a seguir. Los que
han confeccionado la "hoja de ruta", los que han diseñado las
tácticas y estrategias y los que, en definitiva, han dejado el camino expedito
a los verdaderos actores principales que culminarán la obra: la burguesía, que
posee los medios económicos y los cuadros dirigentes. ¡¡Esa ha sido la
constante histórica de la independencia de todos los pueblos del mundo!! ¡¡Todo
lo demás son absurdas y dilatorias disquisiciones que no nos llevan a ninguna parte!!
Y si bien es verdad
que desde sectores nacionalistas se ha criticado y descalificado -yo el
primero- a la burguesía canaria por timorata y pusilánime y por su
colaboracionismo al prestarse a ser el medianero de la finca, pudiendo ser su
legítimo dueño, no es menos cierto que sin su contribución e implicación en la
causa ¡no hay nada que hacer! Y eso lo sabe perfectamente España, que necesita
de su colaboración necesaria para seguir explotando la finca, y lo sabe también
la propia burguesía, que, pese a sus prebendas y privilegios heredados de la
conquista, sigue sin ser consciente de que sus intereses están seriamente
lesionados, y sin asumir la responsabilidad que la historia le demanda.
¡¡Porque quien tiene
los medios para actuar está obligado a actuar!! Otra cosa es que, presa también
del "síndrome del colonizado", como la mayoría de los canarios, no
haya sido capaz de zafarse del yugo colonial español. Pero cuando la burguesía
canaria despierte, ¡que ya va siendo hora!, y se dé cuenta de que puede ser la
dueña de su destino, sin tutelas ni maridajes de ningún tipo, y asuma sin
complejos el digno papel que le corresponde, ¡¡todo cambiará!!,
aunque, como dice el mago, "pa' luego es
tarde". Así que, cuando la burguesía canaria, la pequeña y media burguesía,
coja la guagua del nacionalismo, aunque sea en marcha, procurará por todos los
medios que esta llegue a su destino, que no es otro que la independencia de
Canarias, que, como Estado libre y soberano, ocupará el lugar que le
corresponde en el concierto internacional.
Bienvenidos al club,
por tanto, los partidos llamados nacionalistas, sin serlo, y en los que
participa esa burguesía canaria, que en un patriótico acto de contrición abrace
la "fe nacionalista", asumiendo de forma clara e inequívoca que Canarias
es una descarada colonia española en África que no se sostiene hoy en día, por
muchos ropajes autonómicos y ultraperiféricos con los que la hayan disfrazado.
Ello implica denunciar en el Parlamento de Canarias y en las Cortes españolas
el insostenible estatus colonial que padecemos desde hace seis siglos y, por
supuesto, exigir un inmediato calendario de descolonización y designar a los
componentes de la Delegación que negociará con la española creada al efecto el
correspondiente traspaso de poderes. Dando por sentado la no participación del
espectro político nacionalista en las elecciones españolas que se celebren en
Canarias, como las próximas elecciones generales del 20-N.
En consecuencia, se
acabaron las boberías: así que el "presidente nacional" del CCN que
se deje de elucubraciones de un Estado federal español y otras milongas. O se
es nacionalista (¡que viene de nación!) con todas las consecuencias, o se es
colaboracionista de esa España decrépita y decimonónica que saquea nuestras
riquezas y nos arrastra al abismo. Pues como dice el estimado compatriota
Manuel Díaz, "nacionalismo y colonialismo son conceptos antitéticos".
Y, en este sentido, me ha causado cierto estupor que un referente
incuestionable del nacionalismo canario, como es el compatriota Antonio
Cubillo, haya dicho la "boutade" de que
"yo soy independentista, no nacionalista". ¿Cómo puede decir Cubillo
semejante incongruencia? Nacionalismo e independentismo son consustanciales,
dado que un verdadero nacionalista (patriota canario) desea, lógicamente, que
su tierra en la que nació, y en la que vive, identificándose con su geografía,
su historia, su cultura, sus costumbres y su folclore (que determinan el
componente antropológico del nacionalismo), sea un Estado libre y soberano.
Otra cosa es que se quiera marcar distancias con los falsos nacionalistas de
CC, PNC, CCN, NC y otros, que han prostituido el auténtico y verdadero
nacionalismo; porque de eso ya se encargan ellos solos, pactando con los
partidos nacionalistas españoles PSOE y PP, que también son instrumentos
coloniales al servicio de la metrópoli. Además, vuelvo a reiterar que el
término "nacionalidad" acuñado por los padrastros de la Constitución
española de 1978 es una aberración semántica y una perversión jurídica del
concepto de nacionalismo. Por eso resulta tan grotesco cuando se anuncia la
celebración en el Parlamento de Canarias de ese esperpento llamado "debate
de la nacionalidad", al que los medios de comunicación en general dan
pábulo y sirven de correa de transmisión.
Y, por último, quiero
hacerme eco de la reiterada reivindicación del apreciado compatriota Antonio Artiles respecto a la tan necesaria e inaplazable ley de
residencia canaria, porque si no, dice, "ya pronto desapareceremos como
pueblo".