Declaración
General de Independencia
de las Naciones Europeas (I)
Por Helga Zepp-LaRouche
31 de enero de 2014 -- La
siguiente declaración fue escrita para proporcionar una base conceptual para
movilizar a todas las fuerzas que, en esta gran crisis de la civilización,
quieren forjar el futuro de Europa como una comunidad de principios entre
repúblicas soberanas, y trabajar juntos en dirección a los fines comunes de la
humanidad.
A la luz del hecho de que no
solo la Eurozona, sino todo el sistema transatlántico está al borde de la desintegración,
la única pregunta que queda es si habrá una precipitación en el caos o una
salida ordenada de la Unión Europea (UE) y de la moneda única, para poder tomar
las medidas disponibles para superar la crisis.
Para toda persona pensante debería estar
claro que enfrentamos una catástrofe de la civilización de dimensiones sin
precedentes, y no obstante, es absolutamente aterrador que aparentemente solo
unas cuantas personas con coraje se atrevan a llamar al peligro por su nombre:
nos dirigimos a un colapso sistémico que puede conducirnos a una nueva guerra
mundial, que esta vez sería termonuclear y podría aniquilar a la humanidad. Ya
se ha instalado el tablero de ajedrez para una Tercera Guerra Mundial; una
precipitación en el caos económico podría casi con certeza desatar una reacción
en cadena que conlleve el despliegue de las capacidades militares del mundo,
que son suficientes para aniquilar la vida en este planeta.
Por lo tanto, la pregunta apremiante es por
qué existe una brecha tan enorme entre el patente peligro para la vida de la
población, y la falta de acción generalizada para enfrentarlo y evitarlo.
Actualmente las naciones europeas están
cautivas en una estructura supranacional, que claramente está en contra de sus
intereses existenciales, niega su más importante herencia cultural y les roba
su futuro. Estas estructuras representan, en atuendos modernos, una de las dos
tendencias en la historia europea que han estado contendiendo por la primacía
durante más de tres milenios hasta ahora. La primera tendencia es el sistema
oligárquico, en el cual una pequeña clase elitista dominante intenta imponer
sus privilegios sobre la mayoría de la población. La segunda tendencia, el
principio republicano, que aspira al desarrollo óptimo de las capacidades
creativas de los ciudadanos -como lo encarna Solón, el sabio legislador de
Atenas- ha sido totalmente apartada de la política actual de la UE, e incluso
se rechazan los más mínimos impulsos en esta dirección.
Las metáforas adecuadas para estas dos
tendencias como fuerzas históricas son los personajes mitológicos griegos de
Zeus y Prometeo. Zeus, el gobernante del Olimpo que odia a los hombres,
ejemplifica el modelo oligárquico, en el que los privilegios de la élite son
todo lo que importa, y el pueblo no tiene derechos.
Prometeo, amigo del hombre y portador del
fuego, se esfuerza al máximo para posibilitar a la humanidad que adopte los
logros del progreso, y así mejorar sus medios de vida. Lo que es prometeico en el hombre es su poder creativo, la chispa
divina del nuevo conocimiento que hace al hombre verdaderamente libre, y lo
libera de la opresión del sistema oligárquico. Tal como Zeus, en la tragedia Prometeo
encadenado de Esquilo, castiga a Prometeo por entregar el fuego al hombre,
encadenándolo para siempre a una roca, así hoy la oligarquía odia y teme los
poderes mentales creativos de individuos libres,
porque significan el fin y la derrota del dominio oligárquico.
Redacción
ElCanario:
La independencia de las naciones europeas entre sí tiene que extenderse a
sus colonias, llámense eufemísticamente departamentos de ultramar (Francia);
Comunidad Autónoma de Canarias, (España)
o verdaderamente colonias (Gran Bretaña).
[1] union_europea/ue_zonas_rup
Continuará ===»