¡¡Independencia!!
Ramón Moreno Castilla
Palabra sagrada, que desde los más remotos tiempos de
la humanidad siempre ha sido anhelada por todos los pueblos del mundo que han
querido ser libres para, por sí solos, construir su des tino. De igual forma, y
con mayor énfasis, si cabe, ha sido también esgrimida y reivindicada por el
hombre para ser libre e independiente, sin ataduras, ni dictados ni tutelas de
ningún tipo. Un vocablo que, por otra parte, tiene una gran significado
antropológico, por cuanto el ser humano se identifica con su tierra, su
historia, su geografía, sus costumbres, su folklore, etcétera; y, lógicamente,
desea que ese territorio al cual pertenece, y le pertenece, sea una nación con
su Estado, libre y soberano.
Respecto
a nuestras Islas, que es de lo que se trata, el caso no es que "Canarias
sea un asunto de Estado", como dice el españolista y traidor ese de
Paulino Rivero; el caso es que Canarias sea un Estado libre y soberano, miembro
de pleno derecho de la comunidad internacional, con bandera y asiento en la
ONU. ¡¡Esa es la cuestión!!
En
este domingo, 10-11-2013, pues, cuando en EL DÍA hay tantas referencias a la
independencia de Canarias, cuyo proceso, ya en marcha, se trata de ocultar
sibilinamente, pese a lo irreversible del mismo, me remito a mi artículo
titulado "¿Independencia económica o política?", publicado en este
diario el pasado 12 de septiembre; al tiempo que hago hincapié en mi reciente
Declaración Unilateral de Independencia de España (DUI), efectuada públicamente
el 27 de octubre en este mismo periódico, y que tanto eco mediático y
adhesiones está teniendo (ver el periódico digital wwwelcanario.net, donde está
colgada esta novedosa e inédita iniciativa, para todo aquel que quiera
suscribirla).
Es
importante resaltar que en la cultura universal y en la nomenclatura
internacional el concepto político de independencia -la situación de un país o
nación que no está supeditado a la autoridad de otro/a- apareció con la
declaración de independencia de los Estados Unidos, en 1776, como respuesta al
colonialismo europeo; extendiéndose con el Acta de Independencia de Haití, en
1804, tras la Revolución haitiana (1791-1804), y a las declaraciones de
independencia de los países de América Latina dependientes del entonces imperio
español (en la actualidad en permanente eclipse solar) en las guerras de
independencias hispano-americanas (1810-1821). Con posterioridad, el concepto
de independencia se relacionó estrechamente con el principio de no intervención
y el derecho inalienable e imprescriptible de los pueblos a la libre
autodeterminación. Este nuevo concepto de independencia política se puso de
manifiesto terminada la Segunda Mundial y tuvo su máximo protagonismo y
esplendor en el proceso de descolonización e independencia de los llamados
países del Tercer Mundo (la mayoría colonias europeas en África), donde el
binomio población y territorio forma parte inherente del principio emergente de
"localización geográfica" consagrado en el Derecho internacional
contemporáneo. Este factor geográfico, absolutamente determinante, sustituyó al
decimonónico y ya obsoleto criterio de "soberanía política";
subterfugio imperialista para dar visos de legalidad a la apropiación de
territorios por la fuerza de las armas, ¡¡como fue el caso flagrante de Canarias!!
La
independencia se distingue de la autonomía en tanto en cuanto la autonomía es
solo un régimen de descentralización del poder en el cual ciertos territorios o
comunidades integrantes de un país disfrutan de ciertas facultades ejecutivas,
legislativas y judiciales en algunas materias o cuestiones, que quedan así
fuera del alcance del gobierno central, ya que ha transferido esas
competencias.
Fue
lo que pasó desgraciadamente con Canarias, en el proceso autonómico español,
que se nos metió de cabeza por el artículo 149 de la Constitución española de
1978; ante el temor (Cubillo y su MPAIAC estaban en pleno apogeo
independentista) al resultado del referéndum que implicaba la vía del artículo
151, por el que accedieron las llamadas nacionalidades históricas, y la misma
Andalucía. Ello posibilitó que con la famosa Lotraca
España nos inundara de funcionarios godos; no así de las correspondientes
partidas presupuestarias implícitas.
¡¡Compatriotas
canarios, la independencia política y económica hay que ganársela!! O sea,
¡¡hay que conquistarla políticamente!! Que nadie piense, siquiera remotamente,
que España nos la va a otorgar por las buenas. No es su estilo; ahí está la
historia.