Incendios forestales: crimen contra la flora y la fauna

 

 

En la últimas décadas los incendios forestales han devastado los ecosistemas de Canarias de una forma nunca vista en nuestra historia (como por ejemplo el devastador incendio de la Gomera del año 1984, con pérdida de numerosas vidas humanas inclusive, repetido durante este verano, a la par que el de Benawaré-La Palma-, tres años después del provocado en el mismo sitio a los pocos días de un altercado entre soldados del ejército español de ocupación y jóvenes awaras, todavía sin aclarar), lo que unido a la tala masiva de nuestros bosques desde que los españoles llegaron con el hacha y a la vorágine turística, mediante la cual el colonialismo español obtiene ingentes cantidades de dinero a costa de la degradación de nuestra Naturaleza o degradación a toda costa, así como los vertidos incontrolados de nuestros mares, cuyos contaminantes llegan hasta las playas en forma de piche. Estos factores constituyen las bases del modelo económico impuesto y dependiente que no sólo ha arruinado nuestro territorio sino que nos está llevando a la miseria a todos nosotros.

 

Las precipitaciones en un ecosistema, como por ejemplo el pinar o la laurisilva, nuestro magnífico bosque reducto de la era Terciaria, son proporcionales a la cantidad de plantas presentes en los mismos, lo que ya era conocido desde la más remota antigüedad entre otros por los habitantes de Ero (El Hierrro), los bimbaches, cuyo emblemático árbol, el Garoé, “manaba”agua procedente de la condensación de las nubes por las ramas del frondoso ejemplar, según describe magistralmente el ingeniero italiano Torriani en su obra “Descripción de las Islas Canarias”.

 

Otro tanto ocurrió en la Isla de Chinet (Tenerife), cuyo bosque de laurisilva llegaba hasta la curva de Gracia, bosque miserablemente talado por el hacha depredadora de los españoles en los inicios de la colonización, con la correspondiente pérdida hídrica que esa vandálica tala supuso.

 

Maxorata (Fuerteventura) no se quedó a la zaga, tal  y como consta en el libro “Le Canarien”, escrito hace más de 700 años, en el que se narra que por la isla discurrían riachuelos y crecían árboles cuyos troncos no abarcaban los brazos extendidos de tres hombres.

 

En la Isla de Tamarán (Gran Canaria, nombre impuesto por el colonialismo) la tala masiva de sus frondosos bosques se extendió hasta la mal denominada revolución industrial, para abastecer de carbón a los numerosos buques que atracaban en el puerto de Las Palmas. Fue el médico francés Verneau otro de los que estableció una relación directa entre los bosques y los caudales acuosos en su obra “Cinco años de estancia en las Islas Canarias”, en la que sostiene que las islas con mejor futuro eran El Hierro y Gran Canaria, por la abundancia de agua de la que disponían. Verneau visitó Canarias en el siglo XVIII. Realizó un profundo estudio antropológico de las habitantes de Canarias, mediante los que demostró la pervivencia de nuestros antepasados en la población moderna. Desgraciadamente arrasó con un inmenso número de momias, algunas depositadas en la Musée De L’Homme, en París e instamos al gobierno francés a realizar los trámites oportunos para que nuestros compatriotas retornen a su patria, Canarias, de donde nunca debieron haber salido.

 

La inmensa mayoría de los incendios forestales, por no decir todos, son provocados, intencionados o no. En ocasiones han sido los mismos propietarios de los montes los que provocan o financian los incendios, para posteriormente “hacer leña del árbol caído”.

 

Tradicionalmente nuestros agricultores, mediante una encomiable labor, contribuían a evitar los arrasadores incendios, recogiendo la pinocha de los pinares, que actúa como auténtica candela, actividad incomprensiblemente perseguida por la administración colonial.

 

Los pirómanos, afectados psicopatológicamente, provocan algunos de los devastadores incendios. Esta psicopatología puede detectarse desde la escolarización obligatoria mediante sencillos cuestionarios y dibujos que realizan los niños, en los que es frecuente que los pirómanos realicen magníficos dibujos en los que se aprecian, por ejemplo, como las aves alimentan a sus hijos en los nidos plácida y tiernamente en medio de un voraz incendio. El tratamiento del pirómano es psicológico.

 

La administración colonial metropolitana y los esbirros en Canarias a  su servicio son los responsables en última instancia de este desolador panorama, en primer lugar por las carencias de un sistema educativo al servicio única y exclusivamente del sistema colonial, que debe dotarse no sólo de la necesaria infraestructura sino de los recursos humanos necesarios para atender las necesidades de los alumnos, pues como hemos ilustrado en el ejemplo anterior no se limitan al profesorado, sino al personal psicopedagógico y sanitario necesario. Y esto es lo que hará el Movimiento UPC si los electores nos dan esa responsabilidad. No se trata de un sistema idílico y extraordinario, sino de hacer lo que normalmente tendría que hacer cualquier gobierno serio y responsable.

 

En segundo lugar, que no en último, el obsoleto sistema colonial es el responsable directo del desmantelamiento de nuestra agricultura y ganadería, también del sector pesquero, para hacer más dependiente y frágil nuestra economía, introduciendo productos de primera necesidad a bajo costo mediante subvenciones de todo tipo, de tal manera que los productos del País, los nuestros, salen a los mercados a un precio superior que los de importación. El Movimiento UPC, si los electores nos otorgan su confianza, subvencionará con un euro cada kilo de fruta, verdura, cereales, carne o pescado que se produzca en Canarias.

 

El elemento estratégico es el agua ¡Si hay bosques hay agua y si hay agua hay vida! Basados en esta premisa podemos definir la vida como una forma del agua.

 

Movimiento por la Unidad del Pueblo Canario (Movimiento UPC).

 

Canarias, 22 de Agosto de 2012.