¿PARA CUÁNDO UN IMPUESTO
POR NACER CON DOS PIERNAS?
Javier Guillén Guillén
Ando viendo estos días los precios de los seguros de los clubes de caminantes con asombro (que no digo que sean los propios clubes los que los pongan así): 5 euros por ir a caminar un sólo día una sóla persona, 37 euros al año por una sóla persona (hagan el cómputo si el núcleo familiar quiere caminar juntos y son por ejemplo 5 mayores de edad o unos cuantos). Y no veo tampoco (salvo que me falle la memoria) ninguna bajada de precio de año en año, en aras a fomentar algo tan sano y tan importante como caminar libremente por nuestras islas valorando tantas cosas maravillosas que tenemos alrededor y en cambio tan desconocidas, y hacerlo en grupo más seguramente y más lúdicamente también; sino más bien lo que veo es un suma y sigue en los precios y en el antifomento de este tesoro que no es de nadie sino de todos (aunque a veces en mi mente tengo la tentación de pensar que se lo quieren como apropiar unos cuantos o que no ven los beneficios de fomentar esto y de no poner trabas, o de verdad que ni lo sé ni lo entiendo ni lo comparto para nada después de haber investigado esto bastante).
Y no es que ande tan escaso que no pueda hacerme un seguro anual, es que la verdad que me gusta (y más que gustarme) la idea de caminar con los que no pueden o no quieren pagar por caminar libremente y respetuosamente los caminos de nuestras islas. Recuerdo también las palabras de un compa de Tamarán (Gran Canaria) que decía algo así como que si ahora tenía que pagar por caerse. Pues hermanos de camino, éste es el hecho actual, le dén las vueltas que le quieran dar, le den más vueltas que el sendero de las vueltas de Taganana, le den más vueltas que las que habré dado al través del sendero circular al volcán el Chinyero, lo embellezcan más que si estuviéramos paseando por los jardines de Archaco (Malpaís de Güimar), lo justifiquen más que si nos ponemos a dar diferentes explicaciones de lo acaecido en el barranco de Añavingo, la crónica histórica de Arafo y san Agustinito, y, en resumen, que los hechos son los hechos, junto con sus frutos y nuestras realidades.
Quizá, y también por este tema, que para los amantes de la naturaleza y de nuestro patrimonio no es para nada un tema menor, pues por ello quizá tengamos que meternos más de lleno en política, aunque ni nos guste la idea demasiado, pero al final ellos son los que legislan, así que puede que sea el camino más directo para cambiar las cosas sin estar dando vueltas y vueltas sin llegar a ningún lado o que nos estén mareando hasta que nos cansemos; puesto que por lo visto hace no mucho tiempo (algunos años) que es que se produjeron estos endurecimientos actuales de legislación para caminar libremente en grupo, donde con muchísima pena (no sé si se pueden imaginar cuánta) no veo los beneficios, si no es para el tema de los seguros.
De momento, sigo caminando libremente, aunque sea en soledad, soledad para caminar por los senderos que tampoco recomiendan pero que tampoco veo que fomenten lo contrario sino los obstáculos para caminar libremente en grupo. Y como de momento no han prohibido caminar en soledad, y digo todavía pues ya no me sorprende nada y me sorprende todo, pues como guanche solitario me encontrarás por los caminos, con una sonrisa si me saludas, con la misma sonrisa si no lo haces, con una mano tendida o hasta la dos si necesitas mi ayuda, probablemente con una maravillosa interpretación del lugar que aparece escondida a los ojos, con el ofrecimiento de mi compañía con mucho gusto aunque sin querer ni parecer el organizador de nada, salvo que también nos obliguen a huírnos si nos encontramos por ahí en los caminos.
Querido compa de camino, cambiamos de año pero no veo que cambien ni las leyes (que todo lo nuevo no es mejor, pues por todo lo expuesto sinceramente creo que estábamos radicalmente mejor con lo de antes) ni que cambien las presiones para que paguemos los seguros para caminar. Ojalá en el año nuevo se nos traiga más libertad para Canarias y para el mundo entero; yo, pese a todo, tengo esperanza, ¿Y tú?
Sí, amigo y amiga, también quiero decirte que yo creo en muchas cosas, pero que también hay muchas en las que no creo. Y en este cambio de año quiero decirte algunas en las que no creo: No creo en los caminantes de primera ni de segunda, No creo en los caminantes proscritos, No creo en los caminantes ni en las personas indocumentadas (¡Creo en las personas!), No creo en que valgas según lo que tienes, No creo en todo eso ni creeré Nunca.
Por todo esto, y muy agradecido si gastaste unos minutos de tu valioso tiempo (más valioso que ningún seguro y tan valioso que no se puede medir en euros), te pido que no pierdas la esperanza en que las cosas siempre pueden cambiar a mejor, aunque cueste, aunque hayan intereses malinteresados en contra, pero como en la vida misma siempre se pueden cambiar las cosas a mejor; y siempre se puede hacer algo, no pierdas la esperanza, no te inmovilices, y uno puede hacer mucho pero muchos unos pueden hacer mucho más. Por tanto, compas, seguimos "caminando" para cambiar y mejorar las cosas, ¿si no, qué personas seríamos?, y, de momento, te agradezco mucho y te pido que te unas a éstas mis humildes palabras de denuncia de esta situación, según mi humilde entender y opinión, pero también muy sentido y reflexionado y estudiado entender; y te puedes unir a éstas mis humildes palabras ya sea reflexionándolas por ti mismo o compartiéndolas, y de cualquier manera vaya mi amistoso agradecimiento por delante.
¡Seguimos,
compas! Y Seguimos es una palabra que últimamente repito sin cesar, la repito
con mis obras y cuando es necesario también con palabras; así que no olvides
aquello de aquél que escapó del desierto y que cuando le preguntaron cómo lo
había conseguido sencillamente respondió que dando un pasito después de otro.
¡Seguimos!
Desde la orilla del camino, Javier Guillén