Importar o producir alimentos, esa es la cuestión
Miguel López *
Cuando en 1991 se decidió la integración plena de
Canarias en la entonces Comunidad Económica Europea (ahora Unión Europea), se consideró
necesario complementar la política agraria aplicada en el territorio
comunitario con medidas específicas para el Archipiélago, siguiendo el esquema
aplicado a otras regiones francesas y portuguesas alejadas del continente, las
llamadas regiones ultraperiféricas. Este paquete de medidas específicas se
enmarcó dentro de un programa denominado Poseican.
El Poseican
se diseñó atendiendo a un doble objetivo. Por un lado, se identificó como la
herramienta ideal para promover el desarrollo de las producciones locales a
través de medidas de apoyo que permitiesen compensar los diferenciales de
costes de producción de Canarias con otras zonas productoras. Por otro lado, en
una decisión cuanto menos discutible a la vista de sus efectos sobre el agro
local, se decidió integrar dentro del Poseican un
conjunto de ayudas y exenciones arancelarias dirigidas a abaratar las
importaciones de alimentos frescos y congelados, así como de materias primas
utilizadas por la industria o el propio sector agrario. Englobadas dentro del
conocido como Régimen Específico de Abastecimiento (REA), el objetivo fue
permitir a consumidores, industrias y agricultores y ganaderos canarios,
acceder a productos de consumo y a insumos a precios similares a los pagados
por un madrileño o un andaluz, subvencionando para ello las importaciones.
Sin embargo, la
aplicación del Poseican (o Posei)
ha mostrado importantes lagunas en la consecución del doble objetivo
establecido. Los 1.570 millones de euros (261.000 millones de pesetas)
destinados a subvencionar las importaciones desde 1992 han lastrado el
desarrollo de las producciones locales que compiten con las foráneas, hasta el
punto de que, desde entonces, el grado de autoabastecimiento se ha reducido
para prácticamente todas las producciones (leche, carnes...). Esto pone de
manifiesto algo obvio en aquel momento. En las negociaciones para el ingreso de
Canarias a la CEE, se sacrificó a parte del sector primario a costa de
satisfacer los intereses de los importadores.
De hecho, hasta 2002,
los cultivos de frutas, hortalizas, flores y plantas que se comercializaban en
el Archipiélago no recibían ningún tipo de apoyo. Desde entonces, hay que
reconocer ciertas mejoras, como una moderación de las subvenciones a la
importación, el incremento de las ayudas a la viña y el tomate, el mayor apoyo
a la ganadería, o el reciente aumento de la partida destinada a la papa (cuya
aplicación debería ampliarse al resto de frutas y hortalizas).
Ahora los retos son
los de consolidar el presupuesto, avanzar en la complementariedad del REA con
el desarrollo agrario local y, aún más importante, adoptar medidas de mercado
que posibiliten que las rentas de los productores provengan de la venta de sus
productos y no de las subvenciones.
* Secretario de COAG en Tenerife