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la dominación cultural, política y económica ejercida desde lo occidental y
su discurso eurocéntrico producto de la dominación de Europa sobre el resto
del mundo en general y sobre Canarias en particular a partir de los procesos
colonizadores, han influido en: por una parte resaltar y potenciar los rasgos
culturales de lo castellano-europeo, como el modelo a seguir y signo de
“civilización, modernidad y futuro”, a la par que se reprimía, castigaba y
se trataba de desaparecer aquellos rasgos culturales de las demás fuentes,
fundamentalmente la originaria amazigh-africana y la latinoamericana, calificándolas
y significándolas ante la población como símbolos de “salvajismo, atraso y
pasado”. Este modelo de dominación cultural es la base sobre la cual se ha
justificado e implantado el colonialismo en Canarias y en el mundo desde la
conquista hasta nuestros días, en que pervive en su forma imperialista… Esta
reflexión válida para cualquier pueblo que ha sufrido los efectos nefastos del
colonialismo, se hace fundamental en el caso de Canarias, porque en esta tierra
como probablemente en ninguna ha existido una intención abierta y eficaz de
borrar de la memoria del pueblo su propia historia, tanto la referida a sus
costumbres cotidianas, como aquella que hace referencia a sus luchas y
reivindicaciones… En el sistema educativo en ninguno
de sus niveles se enseña la historia de Canarias, no se dice nada sobre la vida
cotidiana del pueblo canario anterior a la conquista castellana, ni sobre su
lucha de resistencia contra la invasión, no se dice nada de los alzados que
permanecieron por largos años resistiendo en las cumbres de las islas, ni de
sus luchas sociales y obreras, nada se le dice a los jóvenes de Secundino
Delgado y su vinculación con las luchas por la libertad y la justicia en
Canarias, Cuba y Venezuela… Ante la homogeneización
cultural y la asimetría económica impuesta por el capital, los pueblos
resisten, y lo hacen combinando la lucha política por la preservación de sus
paisajes y la recuperación de sus recursos naturales, con una lucha más
silenciosa y cotidiana, la de negarse sistemáticamente a renunciar a los rasgos
culturales propios y más bien, reconociéndose en el encuentro con las culturas
del planeta para construir identidades dinámicas, incluyentes pero de raíz
profunda… ]
El
gran pedagogo y mejor ser humano Paulo Freyre solía decir “el mundo no es,
está siendo”, desde esta perspectiva la cultura de los pueblos y la identidad
derivada de ella no es un hecho inamovible y rígido sino un producto en
constante transformación que se va construyendo a lo largo del tiempo y se
nutre de distintas fuentes las que en todo caso, no están al margen de la
influencia de la dominación política y económica que las determinan, aunque
tampoco de los procesos de resistencia cultural popular que combaten dichas
hegemonía.
Es así que las fuentes
de las que bebe la identidad canaria son múltiples y variadas y pueden
agruparse en cuatro vertiente fundamentales; la herencia amazigh prehispánica,
la influencia castellano-europea proveniente de la conquista e implantación del
colonialismo desde el siglo XV hasta nuestros días, la influencia de América
Latina por los viajes de ida y vuelta entre Canarias y los países
latinoamericanos (Cuba y Venezuela fundamentalmente, aunque también Uruguay,
Argentina, Puerto Rico o República Dominicana entre otros) y, finalmente la
llegada de inmigrantes de otras latitudes (indios, chinos, latinoamericanos y
africanos) presentes en Canarias desde hace mucho tiempo por su condición de
puerto de contacto entre diferentes continentes pero, acrecentada notablemente
en los últimos 20 años y que ha influido también en la cultura canaria.
No obstante, la
dominación cultural, política y económica ejercida desde lo occidental y su
discurso eurocéntrico producto de la dominación de Europa sobre el resto del
mundo en general y sobre Canarias en particular a partir de los procesos
colonizadores, han influido en: por una parte resaltar y potenciar los rasgos
culturales de lo castellano-europeo, como el modelo a seguir y signo de
“civilización, modernidad y futuro”, a la par que se reprimía, castigaba y
se trataba de desaparecer aquellos rasgos culturales de las demás fuentes,
fundamentalmente la originaria amazigh-africana y la latinoamericana, calificándolas
y significándolas ante la población como símbolos de “salvajismo, atraso y
pasado”. Este modelo de dominación cultural es la base sobre la cual se ha
justificado e implantado el colonialismo en Canarias y en el mundo desde la
conquista hasta nuestros días, en que pervive en su forma imperialista. Es
decir el poder constituido intenta convencer al pueblo de que lo único valioso
de su cultura es lo que los acerca al ideal occidental-europeo y que el resto
solamente puede pervivir de manera superficial y folclorizada pero, de ninguna
manera, como fuente de conocimiento y construcción de identidad.
De igual manera a
partir del incremento en la llegada de inmigración desde los países
empobrecidos del mundo a finales de los años 90, producto de la implantación a
escala global del neoliberalismo, el discurso del poder irradiado desde los
medios de comunicación, ha sido tendente a criminalizar y estigmatizar a los
inmigrantes generando miedo y xenofobia en una población como la canaria por
tradición abierta y acogedora con los de afuera. Está claro que el objetivo ha
sido que los canarios y canarias, antes que identificarse con personas que
venimos de países colonizados y oprimidos como lo es Canarias, rechacen dicha
inmigración desde una supuesta pertenencia identitaria y cultural a una Europa
en la cual Canarias no encaja ni con calzador. Ni por sus formas culturales, ni
menos aún en sus indicadores sociales y económicos que la acercan más a los
países empobrecidos que a Suecia o Alemania por ejemplo.
En resumen, la dominación
ideológica colonial lo que hace en Canarias es resaltar la fuente de identidad
Castellano-europea y ocultar, reprimir o en términos de Manuel Alemán,
“neblinar” las fuentes originario amazigh-africana, latinoamericanas y el
aporte de las poblaciones migrantes, de esta manera han incidido en que un
importante sector de la población canaria no solamente desconozca, sino que
niegue y rechace los rasgos de su cultura que lo emparentan con los pueblos
saqueados y empobrecidos, a la vez que abrasa y exalta la ideología de quienes
lo oprimen y sojuzga justificando así sus propias cadenas.
Es así que, la
necesaria liberación cultural del pueblo canario, pasa por armonizar sus
diversas fuentes de identidad, para eso será fundamental potenciar aquellas
fuentes que han sido negadas por el colonialismo.
Interculturalidad e Intraculturalidad
En alguna ocasión
hablando sobre la necesidad de fortalecer la interculturalidad en la educación
en Bolivia con el sociólogo y entonces Ministro de Educación Felix Patzi, me
dijo que, era difícil pensar en dialogar, valorar y entender a otras culturas
si no se valoraba, respetaba y entendía primero la propia, por lo que la
interculturalidad requería a la vez de procesos de intraculturalidad.
Esta reflexión válida
para cualquier pueblo que ha sufrido los efectos nefastos del colonialismo, se
hace fundamental en el caso de Canarias, porque en esta tierra como
probablemente en ninguna ha existido una intención abierta y eficaz de borrar
de la memoria del pueblo su propia historia, tanto la referida a sus costumbres
cotidianas, como aquella que hace referencia a sus luchas y reivindicaciones.
En el sistema educativo
en ninguno de sus niveles se enseña la historia de Canarias, no se dice nada
sobre la vida cotidiana del pueblo canario anterior a la conquista castellana,
ni sobre su lucha de resistencia contra la invasión, no se dice nada de los
alzados que permanecieron por largos años resistiendo en las cumbres de las
islas, ni de sus luchas sociales y obreras, nada se le dice a los jóvenes de
Secundino Delgado y su vinculación con las luchas por la libertad y la justicia
en Canarias, Cuba y Venezuela. No se menciona a los que enfrentaron al fascismo
en la gloriosa Semana Roja de La Palma, ni de los miles de asesinados por el
franquismo. Ni en el cole, ni en el insti jamás se menciona la épica fuga del
Corredera, ni a los fusilados de San Lorenzo, no se denuncia la bala asesina que
le perforó el pecho a Bartolomé García Lorenzo, ni la dignidad de los
portuarios en las poderosas huelgas que montaron en la etapa de la transición.
Es como un intento denodado por arrebatarle al pueblo canario referentes
culturales, históricos y sociales que le permitan entrelazar las luchas de hoy
con la herencia del pasado, es por eso que siempre se tiene la sensación de
estar comenzando a construir, de que queda todo por hacer todavía.
Lo mismo pasa con el
arte y la literatura, campos en los que pareciera que, una persona de estas
islas, para tener reconocimiento debe tenerlo primero en España. Se reconoce a
Pérez Galdós, pero poco o nada se estudia a García Cabrera o a Millares, Felo
Monzón en la mente de los jóvenes es un Instituto más que un pintor y Pedro
Guerra es conocido bastante por su producción solista en España y muy poco por
el Taller Canario cuya música era más interesante y enraizada, son solo
algunos ejemplos de la colonización artística y cultural que nos convence de
que somos periferia de un centro lejano y ajeno pero simbolizado como referente.
Resistencia, Cultura Popular y Antiimperialismo
Vivimos tiempos difíciles
para las culturas del mundo, la globalización imperialista del capital amenaza
bajo el influjo de la dictadura del mercado con arrasar con pueblos y culturas.
El ideal que persigue la oligarquía capitalista mundial es construir un mundo
donde todo se organice en torno al consumo, en este sentido, las multinacionales
traban a diario para que todos y todas vistamos igual, comamos la misma basura,
escuchemos el mismo tipo de ruido vendido como música, nos riamos de las mismas
insustanciales películas; en fin la paradoja de un mundo económicamente
absolutamente asimétrico pero culturalmente lo más homogéneo posible. En este
sentido no es casual que los mismos políticos criollos que advierten del
“terrible peligro” de la inmigración y su influencia en los cambio
culturales en Canarias, defiendan, por ejemplo un modelo de turismo depredador
de paisajes y culturas que ha convertido pueblos enteros de las islas en
territorios cuya única bandera es el consumo y cuya arquitectura, locales de
ocio y tiendas, son asimilables a cualquier lugar turístico del mundo, una vez
borrada cualquier seña de canariedad que no sea puramente decorativa.
Ante la homogeneización
cultural y la asimetría económica impuesta por el capital, los pueblos
resisten, y lo hacen combinando la lucha política por la preservación de sus
paisajes y la recuperación de sus recursos naturales, con una lucha más
silenciosa y cotidiana, la de negarse sistemáticamente a renunciar a los rasgos
culturales propios y más bien, reconociéndose en el encuentro con las culturas
del planeta para construir identidades dinámicas, incluyentes pero de raíz
profunda.
Sin embargo hay que
reconocer la complejidad de este proceso, porque no es posible acabar con las
cadenas del colonialismo en una sociedad, sin que primero se destruyan las
cadenas del colonialismo mental, porque los modelos de exclusión e injusticia,
el eurocentrismo y los sistemas de dominación y jerarquía implantados en las
mentes por años de alienación cultural colonial, están presentes aún en
gente perteneciente al campo nacional canario. No solamente se trata de liberar,
sino de liberarse.
Desde esta percepción
la lucha de resistencia cultural popular en Canarias pasa por incorporar en el
constructo identitario un discurso claramente antimperialista que permita que el
pueblo canario se refleje y encuentre a sí mismo, en su mundo de profundos
lazos con los pueblos del sur del planeta con quienes comparte y seguirá
compartiendo historia, saberes, luchas y esperanzas.