PRINCESA IBALLA  (VALLE)

 

Iballa, princesa guanche de la isla de La Gomera

A finales del siglo XV, se rebelaron contra, Fernán Peraza el Joven, porque éste mantenía una furtiva relación con Iballa (su hermana en virtud del Pacto de Colactación o Hermanamiento sellado por Peraza con los bandos de Ipalán y Mulagua)

Los gomeros, acaudillados por el anciano Hupalupo, tendieron una trampa y dieron muerte a Fernán Peraza. Beatriz de Bobadilla y Ossorio, esposa de Peraza, se refugió con los suyos en la única fortaleza de La Gomera, conocida hoy como la Torre del Conde.

Los gomeros rodearon la Torre e intentaron derrotar a sus ocupantes. Sin embargo, un barco español pudo escapar y puso rumbo a Gran Canaria. Avisado el Gobernador Pedro de Vera, puso rumbo a La Gomera y liberó a los españoles. Los sublevados huyeron a las cumbres de la isla. Vera les avisó que quienes se presentaran voluntariamente serían perdonados por su rebeldía.

Muchos creyeron en las palabras de Pedro de Vera, pero éste los fue metiendo, de uno en uno, en la iglesia para que se confesaran. A medida que iban entrando, fueron apresados y ajusticiados de una manera terrible que aún se recuerda con espanto en la tradición oral de la isla.

La muerte de Hernan Peraza.

Por su proceder tiránico Hernán Peraza era odiado por los gomeros. Tales fueron sus tropelías que, a poco de comenzar su gobierno en La Gomera, tuvo que hacer frente a una sublevación de los isleños. Tal fue su magnitud que debió pedir ayuda a Gran Canaria, en concreto a Pedro de Vera, para poder sofocarla y, cuando lo hizo, más de doscientos prisioneros, entre ellos mujeres y niños, fueron reducidos a la esclavitud.
La tirania volvió entonces a la isla y el odio de los gomeros se hizo mayor cuando se enteraron de sus amores ilícitos con la princesa Iballa. En la cueva de Guahedum los amantes ocultaban sus amores y allí tendría lugar el drama.

El risco de Taguluche, Hapalupo, el padre de Iballa, junto a su hijo Calahuige y el valeroso Hautacuperche planearon la venganza. Mas, sin embargo  Calahuige dudó y tuvo miedo de que los planes fuesen descubiertos. Su padre le atravesó el corazón con un dardo por su muestra de cobardía y tiró su cuerpo al mar.

Cuando Hapalupo y Hautacuperche regresaban, vieron tras un frondoso árbol a la vieja Tixiade, la mujer sabia, la cual dijo conocer sus planes. Convino con ellos en aprovechar las visitan amorosas de Hernán Peraza a Iballa, comprometiéndose a darles aviso cuando el castellano fuese a la cueva de Guahedum. La señal sería un silbido prolongado.

Sin sospechar nada llegó Hernan Peraza a su cita, despidió a sus servidores. Mientras los amantes se encuentran el lecho de pieles, se oyó un silbido prolongado. Era la señal convenida, de inmediato Iballa sospechó lo peor y alerta a Peraza. Incluso le presta vestidos para que así, disfrazado de mujer, pueda huir en la confusión. Pero la estratagema no da resultado y Hernán Peraza tiene que volver al refugio de la cueva. Allí recoge sus armas y sale al exterior donde esperaba Hautacuperche quién, encaramado en la entrada de la cueva, arrojo su dardo contra su enemigo, atravesándole el cuello. Al mismo tiempo Hupalupo dio cuenta de los criados que acudieron a defender a su señor.

Silbó entonces Tixiade para llevar la noticia a todos los rincones de la isla, y su silbido, como un eco, se propagó.

Dibujo, Isidoro de Taoro

Glosario:

Iballa 

Ipalán

Mulagua

Hupalupo

Guahedum

Taguluche

Calahuige

Hautacuperche

Tixiade

 

«» Dacil Ayt Tilelli

 

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