Canarias: la huida del campo

 

Wladimiro Rodríguez Brito *

 

Leemos con preocupación los últimos datos sobre la población en Canarias, ya que el comportamiento demográfico de las Islas no parece reflejar los tiempos económicos que vivimos. Valga como referencia que los municipios que pierden más población son aquellos que han estado relacionados con la agricultura, situación esta que siempre se revalorizó en los periodos de crisis; es decir, la población recurría al medio rural por razones obvias.

 

Sin embargo, lo que se ha producido en estos últimos años es una huida del campo hacia la ciudad, en la que el empobrecimiento demográfico del medio rural se acentúa en los territorios que hay más posibilidades para producir alimentos y recursos para nuestra población. Es más, algunos de los municipios que pierden más población son precisamente ricos en agua, bien tan escaso en la historia de Canarias y tan importante para generar riqueza en nuestro territorio.

 

Véanse los siguientes datos del periodo 2008-2012, con los municipios con mayores tasas de decrecimiento (pierden residentes): Tazacorte, con el 14%; Barlovento, 12,65%; Garafía, 9,75%; Valle Gran Rey, con 6,89%; Santa Cruz, 6,75%; San Andrés y Sauces, 6,74%; Garachico, 6,60%; El Tanque, 6%; Buenavista del Norte, 5,95%, y Alajeró, 4,98%. También las localidades con los mayores crecimientos: Mogán, 18,80%; Yaiza, con 16,86%; San Miguel, 16,74%; Antigua, 14,95%; Adeje, 14,37%; La Oliva, 12,76%; Betancuria, con 12,58%; Candelaria, 12,38%; Teguise, 12,22%, y Breña Baja, 10,90%.


Como hemos visto en el cuadro anterior; Barlovento, San Andrés y Sauces, el noroeste de Tenerife, Valle Gran Rey y otra serie de municipios gomeros con abundantes caudales de agua, como Hermigua, Agulo y Vallehermoso son los más empobrecidos demográficamente en Canarias y, como consecuencia, no sólo con pérdidas demográficas y de superficie cultivada, sino, lo que es más importante, con la preocupante crisis agraria en el plano económico y cultural, en un territorio en el que los mayores valores que hemos tenido han sido la cultura de los campesinos, que han sabido domesticar nuestra dura naturaleza, no sólo levantando paredes, construyendo estanques o galerías, preparando tierras para jable o enarenado y un largo etcétera, más el esfuerzo social y cultural que tiene el mundo rural de las Islas. Mucho más ante los niveles que tenemos de paro, en que los problemas sociales se han generalizado en casi todos los municipios, bancos de alimentos, problemas para atender las necesidades básicas de las familias, con situaciones que desbordan a las administraciones locales y, por supuesto, empeoran la situación social y ambiental en nuestro territorio, tierras balutas, familias desestructuradas, etcétera.

 

Queremos insistir en lo que significa para el presente y el futuro de esta tierra la recuperación de la población en nuestro medio rural, sobre todo la relación que tienen los jóvenes con el medio, el entorno, la cultura de la tierra transmitida de abuelos a nietos y lo que significa una menor dependencia de los alimentos importados.


Ponemos como ejemplo los municipios palmeros de Barlovento y San Andrés y Sauces, por ser de los más ricos en recursos hídricos de Canarias. Así Barlovento, con más de 1.500 pipas de agua/hora, ha perdido en los últimos años no sólo más del 12% de la población y más del 30% de los niños en el colegio, por lo que han cerrado numerosas aulas de Primaria y se ha pasado como consecuencia de más de 250 niños hasta cuarto de Primaria a sólo 150, situación que podemos valorar en gran medida también en los Sauces o en Garafía, a la que se incorpora todo el noroeste de Tenerife, siendo Garachico, el Tanque, Buenavista del Norte, Icod de de los Vinos, etcétera, referencias del empobrecimiento demográfico en la isla que más recursos económicos dispone de Canarias y en la que, en teoría, la agricultura a tiempo parcial en nuestra medianías húmedas y la ganadería pudieran jugar un papel importante para muchas familias que hoy lamentablemente están sufriendo la crisis en nuestro marco urbano. Es en este plano en el que entendemos que la política económica del Gobierno de Canarias y de la Administración del Estado ha de dar un giro de muchos grados, sobre la lucha contra el paro y la reactivación de nuestro territorio y como consecuencia de la población, que en estos momentos sólo piensa en un modelo urbano cargado de espejismo consumista que no sólo ha tocado techo si no que agrava la problemática que sufre nuestro pueblo.


Creemos que es oportuno una nueva política hacia el campo que agilice el marco teórico y legal cargado de cuellos de botella, con una legislación, bien sea de Bruselas o de cosecha propia, que burocratiza las actividades agrarias y que sólo prioriza una sociedad de consumo, básicamente con cultura urbana, en la que las limitaciones sanitarias y ambientales agravan cualquier actividad en el mundo rural y reducen cualquier infraestructura, desde un gallinero al hecho de levantar una pared o el cuidado de los animales.
Esto en gran parte del mundo rural, en el que aplicando las leyes de bienestar animal y las bucólicas teorías de los urbanitas que viven en el medio rural se denuncia incluso el canto de un gallo en las madrugadas canarias.

 

Es en este plano en el que también debemos tratar inversiones públicas, una comercialización de los productos del campo que acerquen los agricultores a los consumidores, bien sea con mercadillo o con empresas de comercialización que canalicen y acerquen lo que producimos y demandamos, y no digamos del campo y la escuela, el campo y la cultura en la que el lenguaje dominante está de espaldas al medio rural y en la que devaluación de lo rural se produce tanto en el plano económico como en el cultural.
Con toda seguridad, para el futuro de esta tierra no tenemos ahora como antaño la amarga medicina de la emigración como alternativa; tenemos que hacer camino aquí y ahora. Hagamos camino al andar. No queremos pensar que la actual situación que se produce en el medio rural continúe por el derrotero de los últimos años, en el que La Palma y La Gomera han perdido el 0,3% de población al año. Hay alternativas; hagamos surcos y sembremos con otra cultural el futuro de nuestra tierra.

 

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