Hermigua, un pueblo con
posibilidades
Wladimiro
Rodríguez Brito *
Recientemente tuve la oportunidad de
compartir unos ratos con unos amigos en Hermigua,
emporio agrícola de gran tradición; no en vano fue en la década de los cincuenta
del siglo pasado uno de los principales lugares de regadío en Canarias.
Desgraciadamente, el panorama ha
cambiado drásticamente en la actualidad. Lejos queda la cifra de pobladores
pasada, con más de cinco mil habitantes (hoy con menos de dos mil), y lejos
también quedan las cifras de superficie cultivada y toneladas de plátanos
producidas (reducidas a menos del 30% en estos momentos). Ahora reina el
abandono por el envejecimiento de los agricultores y la destrucción de gran
parte del paisaje agrario abancalado como consecuencia del parón
de las labores agrícolas y la recolonización de vegetación espontánea con el
consiguiente riesgo de incendio (sobran aclaraciones sobre el reciente incendio
insular y los que se han producido en el valle de Hermigua).
La mejor forma de paliar los terribles
efectos de la crisis económica que estamos sufriendo en nuestras Islas es la
revitalización agraria. En este municipio, es el camino fundamental y casi
único para garantizar la subsistencia de una población hoy condenada al
sufrimiento del paro.
Si los sufridos agricultores del siglo
pasado pudieran admirar y disfrutar de las ventajas técnicas actuales, no
darían crédito a sus ojos. Pensarían que sin duda se trata de otro mundo, y es
que realmente lo es. Ahora se dispone de mayor caudal y mejor red de riego que
nunca. Se ha pasado de viejas acequias de tierra a modernas canalizaciones que
parten de la presas y de los tomaderos. El agua es abundante y tiene un coste
simbólico para el mantenimiento de la red y su gestión. Una amplia red de
carreteras y pistas asfaltadas facilita la comunicación en la adversa
topografía local; sin duda los vehículos a motor han hecho olvidar los
abundantes y sufridos burros de carga. No obstante, estas ventajas actuales
tropiezan con dificultades, salvables siempre y cuando exista voluntad política
y social, para poner en producción uno de los territorios potencialmente más
ricos de Canarias.
Hermigua puede convertirse en la despensa de la
Isla y de parte del Archipiélago con frutas y sobre todo hortalizas. Además, se
deben mantener y aumentar los cultivos de exportación -plátanos, aguacates,
papayas, etcétera-. Para ello se necesita un programa de estímulo y fomento de
lo agrario entre nuestra juventud, además de medidas que faciliten el acceso al
uso de las tierras de cultivo.
Gran parte de las parcelas son pequeños
minifundios (la unidad de medida tradicional es la fanega gomera, de unos
ciento sesenta y seis metros cuadrados), cuyos propietarios viven en su mayoría
fuera de la Isla. Por esta razón fundamental, se precisa con urgencia la
creación de un banco de tierras que facilite el acceso a nuevos cultivadores y
que penalice, si fuera preciso, el abandono por razones ecológicas y sociales.
No se puede permitir, con los tiempos que
corren, desperdiciar unos recursos básicos para la supervivencia, como son el
agua y la tierra cultivable. Hermigua debe
convertirse en un auténtico invernadero natural, por sus excelentes condiciones
climáticas y la riqueza de un suelo, que dispone de caudales de riego
abundantes.
Con estas modestas reflexiones animo a
los gomeros de dentro y de fuera de la Isla, así como a los responsables
políticos locales, regionales y del Estado, a poner en práctica políticas de
fomento de la agricultura y la ganadería. Es la alternativa estratégica para
fijar población y bajar los niveles de dependencia alimentaria externa.
Construyamos con estas medidas un municipio y una isla más sostenible en lo
alimentario, reconstruyamos el paisaje y revaloricemos la cultura tradicional.
Éste ha sido un territorio testigo del
esfuerzo de generaciones de agricultores y del ahorro de emigrantes americanos
para abancalar unas laderas imposibles. El esfuerzo dedicado es igualable a la
cultura incaica del Perú precolombino. Es un paisaje agrario, vivo y dinámico,
en equilibrio con las masas boscosas del parque nacional. No se puede explicar
la supervivencia de tan magníficas masas forestales y el cuidado histórico por
el agua de riego sin tener en cuenta la cultura agraria de los valles de
medianías, que son complementarios e inseparables.
* DOCTOR EN GEOGRAFÍA
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