Hay una solución

 

Isidro Santana León 

 

Observado el retroceso de la economía europea, el poco interés que su mercado está suscitando para el mundo, así como el despegue de la economía africana que levanta vuelo junto al proceso de desarrollo del continente, Canarias, por su enclave, vuelve a ser fundamental para las relaciones de las potencias económicas con África.

 

El marco europeo nos sirve menos que nunca y, peor aún, nos arrastra a una situación de inestabilidad política, social y económica de un calado desconocido: negro. Quizás hasta sea un estorbo para los intereses comerciales internacionales que nuestra nación no cuente con un statu soberano, ya que sería la situación legal para evitar enfrentamientos por las competencias jurisdiccionales, marítima, aérea, lecho y subsuelo marino, tal y como expresa la parte II, artículo 2, puntos 1.2.3. de la Convención del Mar de Montego Bay.

 

Los carros de las independencias se han auspiciado más por los intereses comerciales, sobre todo de las potencias, que por el derecho natural –reconocido en la carta de las Naciones Unidas– que todo pueblo tiene a su soberanía nacional. La partida de ajedrez está en marcha y Canarias, aunque sea un simple peón, amparada por alfiles y caballos que les interesan ganar esta importante batalla que en el mundo se está dando, sin ser conciente de ello está jaqueando a un reino que se desmorona desde sus entrañas. La realidad es que los bufones de la Corte –dichos ellos representantes del pueblo canario– no tienen tamaño para alongarse por las ventanas del castillo y ver que su Soberano no es tan grande como dice, ni para poder observar que fuera hay grandiosas posibilidades para el crecimiento, la dignificación y la autosuficiencia, superiores a las del Reino; sin embargo, siguen aleccionados, fieles a las instrucciones de la tiranía monárquica, aún escuchando el derrumbe de las murallas.

 

Nuestro archipiélago no sólo hubiese pasado de puntillas por esta mal llamada crisis –por esta estafa– sino que habría crecido por arriba de cualquier país europeo, ya que nuestro PIB y nuestra balanza de pago así lo indica, pero nuestros mandarines, sobornados con algunas prebendas para lacayos, en vez de aprovechar la coyuntura han aceptado el colonialismo en detrimento del bienestar de nuestro pueblo. No queda otra que desterrar de la escena política a estos clanes coloniales que han vivido al socaire del colonialismo español durante siglos, pero se precisa una estructura política, verdaderamente nacionalista, y una estrategia en la que los vientos que ahora soplan favorables nos lleven al puerto donde se puede construir nuestra República Popular Canaria. Yo creo, desde mi modesto entender, que cualquier concesión que la Metrópoli haga a su Colonia –aunque sea darle la Autonomía Plena Interna–, no responde a nuestras verdaderas necesidades, ni políticamente encaja con nuestro enclave geográfico –pues no podemos obviar que nuestra situación es colonial– y no existe preámbulo ni paso alguno para llegar a nuestro estado natural que no sea mediante la descolonización e independencia. Cuando España cede en algo con respecto a Canarias es porque sabe que puede perder la posesión, y quien verdaderamente quiera la independencia no debe favorecer la coyuntura adversa a la Metrópoli, a cambio del aumento de algunas migajas que entienden como derechos de nuestro pueblo. Vista la historia, ¿quién nos garantiza que con la concesión de algunas competencias más los dirigentes canarios no sigan ejerciendo de esbirros coloniales?

 

Hay que volcar totalmente la situación y no darle oxigeno al colonialismo. Se puede llegar a la independencia si los grupos soberanistas canarios llegan a la convergencia, dentro una estrategia, antes que nada, nacional, ya que de ese esfuerzo voluntarioso y de esa muestra de humildad –colocar los interese de la Patria por encima de nuestros egos– devendrá la educación, sensibilización y movilización de nuestro pueblo, aprovechando la aversión y rabia contenida que éste le tiene a la casta política gobernante; esto es, a través de la presión popular –incruenta– llevar nuestro problema histórico al Comité Especial de Descolonización, para que entre en la lista de los territorios NO AUTÓNOMOS y de los pueblos coloniales, desde hoy hasta el 2020. No sólo son los Estados los que pueden llevar a las Naciones Unidas sus requerimientos, sino las ONG y los Movimientos de Liberación Nacional. Esta estructura es de lo que adolece Canarias para presionar y convencer a las Naciones Unidas de nuestro derecho, siendo nuestras discrepancias y atomización el mal que no deja articular dicho proyecto. En ello está nuestra solución. Habrá quienes no la compartan porque les interesa una Canarias sometida, para seguir desangrándola y engordar sus patrimonios personales al son de la Metrópoli. Habrá quienes no lo compartan porque no lo entienden, pero para ello precisamos de la cohesión y de la estructura mencionada. La independencia de la nación canaria, además de ser un derecho humano, también se exige por una cuestión de honor –ningún pueblo debe estar sometido a la autoridad de otro– y, más allá del patrioterío del que gusta ufanarse al colonialismo español, por una cuestión de supervivencia: porque nuestros intereses y nuestra prosperidad van inherentes a nuestra soberanía nacional que ahora sujeta el egoísmo y la dominación arbitraria del reino de España, mediante la fuerza de las armas, su aparato de propaganda, su poder coercitivo judicial y la invasión de colonos en nuestra nación.

 

España nunca nos ha dado, se ha llevado de Canarias lo indecible. Los canarios en su mayoría creen que es al revés –que nos mantiene y nos quiere, “porque somos moritos sumisos y católicos”–, ya que siempre ha jugado con las cartas marcadas y ha trabajado una política de distracción y desinformación, haciéndole creer a nuestro pueblo que no puede vivir independiente o que sin ella nos moriríamos de hambre. Ni los canarios ni algún otro pueblo del mundo pueden vivir independientes, porque todos nos necesitamos, además de que Canarias no aspira a un sistema autárquico. Canarias lo que demanda a gritos sordos es la independencia política, o sea, la soberanía nacional. Tampoco España puede vivir independiente y ése es uno de los motivos de por qué nos subyuga. ¡Mienten!, ¡los españolistas siempre mienten aunque sus mentiras nadie se las crea! La verdad es que de hambre ya están pereciendo muchos canarios, y no es por culpa de nuestra soberanía, sino por estar bajo la dominación de un régimen y una potencia colonialista, abusadora y corrupta: España nos mata de hambre. Hay cuestiones en nuestro entorno soberanista que salen oportunas para anquilosar el proceso hacia la liberación nacional. Mientras Cataluña y Euskalerría van infrenables hacia la independencia –países que están en Europa– aquí en la colonia y en otro continente, piden la Autonomía Plena Interna como paso previo a la independencia. Eso es firmar quinientos años más de sometimiento y darle legitimidad al colonialismo para saquear la posesión. No quiero pensar mal, compatriotas, no me obliguen a hacerlo porque casi siempre digo lo que pienso y por eso no gusto mucho. Ustedes lo saben.

 

22/04/13

 

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