Ha muerto, Pepito Guedes…

 

El Padre Báez *  

 

 

Monumento al Pastor Pepe Guedes, en Casa Pastores

 

… Pepito Guedes vive. De luto está el pastoreo; deja su nombre a un pueblo, a una Iglesia, a una calle, a una quesería…; deja flautas, cachimbas, cueros de baifos, cuernos…; deja sus truhanes (“truhanes”), con sana picardía…, deja su huella por todo ese sur de la isla y otros lugares…, deja “huérfano” a Paco Díaz, que sin ser hijo suyo, lo quería como a un padre…, deja su despedida a aquella cueva del Mojón, cuando después de medio siglo, se quita el sombrero en el pórtico y le dice: “¡Hola cueva…!”, y relata sus partes, historias, costumbres…; deja el oficio sagrado de pastor, para irse con el Buen Pastor, del cual era imagen…, la suya queda en una rotonda con morral y perro…; un servidor le decía: “¡Abraham fue pastor, Jacob fue pastor, Moisés fue pastor, David fue pastor, Amós fue pastor, Cristo es “ El Pastor”, pastor es el Papa, pastores los Obispos, los párrocos somos pastores…, pero pastor-pastor, el que cuida ovejas (y cabras), usted!”. Una vez, me dijo dónde siendo niño durmió con su padre en un covacho, le dije: “¡durmió sobre guanches, escarbé un poco y le mostré los huesos…!”; siete días antes de fallecer lo visité, y su alegría fue tanta, que hasta se quitó al aparato para respirar…, pero no hable de mí, sino de él. ¡Cómo lo vamos a echar de menos, con su sombrero negro, su amplia sonrisa, su talante alegre, optimista, socarrón, astuto, sabio (y era analfabeto)…, deja nietos que son médicos, veterinarios, pastores, hijos, hermanos, sobrinos, etc., con su apellido…, las mejores fotos del pastoreo, las vi en su casa…, conocí sus cuevas de infancia y juventud…, ¡y tantas historias, que no cabrían en un pequeño libro, y tal vez lo escriba…!; deja al pastoreo, con uno menos…; y él, era el rabadán (jefe de los pastores): por su edad, por su experiencia, por su talante…; visitarlo, era comer queso con bizcocho, leche con gofio…; salir con él de paseo, era comer pella hecha en el zurrón (con queso, azúcar, agua, gofio…), y el “sobao”…, Pepito Guedes, descansa en paz, de una vida entregada a su rebaño (y a su familia y amigos). Pocas veces vi a un enfermo rodeado de los suyos en gran número y cariño, ¡como lo querían! Es lo que sembró: mucho amor, mucha entrega, apolítico, creyente, conversador, narrador, etc., etc. En una breve reseña de su vida, no cabe más, pero es mucho lo por decir. En la gloria -seguro-, lo habrán recibido con mucha alegría, por ser de la profesión y colega de tantos…

 

* Fernando Báez Santana, Pbtero.

 

Artículos del Padre Báez  publicados en El Canario.net y en El Guanche.info