DE
LA GUERRA DE ESPAÑA A LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
Rafael
Delgado Perera
Los
días 22 y 23, del pasado mes de junio, se celebraron en el Club Prensa Canaria
sendas conferencias promovidas por meritorias
organizaciones y colectivos por la Memoria Histórica relacionadas con la Guerra
Civil en España, acaecida entre los años 36 y 39 del pasado siglo. En ellas
tuvimos la oportunidad de escuchar las vivencias personales de los familiares de
los represaliados y desaparecidos o asesinados sin motivo alguno por el
colonial-fascismo…
Al
finalizar la del día 22 se me acercó una joven, que se presentó como
arquitecta -quizás con la creencia de que, por mi edad, pertenecía a una de
las asociaciones organizadoras-, para decirme que su abuelo fue reclutado y
enviado a diferentes frentes donde pereció en combate, y enterrado en España.
Me comentó que fue uno de tantos miles de campesinos canarios, y que a ella le
constaba, por tradición familiar, que carecía de ideología política alguna,
pues como hombre de campo, bastante tenía con trabajar la tierra y atender los
animales para conseguir el sustento de su familia. Le comenté que tuve un
familiar que también fue reclutado y regresó vivo con secuelas psicológicas,
por las terribles experiencias vividas y que fue, como bien decía, uno de los
tantos miles de canarios que fueron enviados a una guerra desconociendo los
motivos por los que se vieron obligados a luchar.
Le
expliqué como pude, que los fundamentos y
justificaciones que perseguían las organizaciones por la Memoria Histórica son
la verdad, la justicia y la reparación en lo posible del dolor de los
familiares de los represaliados y asesinados en estas islas, donde, a pesar de
no haber guerra, se desató lo que yo llamo la barbarie y el fanatismo extremo
inoculados a los canarios por el caciquismo imperante, en defensa de una España
muy lejana.
Haciendo
uso de mi personal memoria histórica, la actitud de los canarios ante los
conflictos de esta naturaleza y en la defensa de la lejana España, siempre me
ha parecido extraña y de un carácter descentrado y bárbaro. Cito, como
ejemplo, el comportamiento del agüimense Francisco Tomás Morales, ayudante del
asturiano José Tomás Boves, que, con un ejército de 16.000 hombres, actuó en
defensa de los realistas durante la guerra de independencia de Venezuela. Se les
llamó “La Legión Infernal” y
se identificaba por portar tres banderas, una roja que significaba sangre, una
negra con calavera y dos huesos, que significaba muerte, y la enseña de España.
Estos dos personajes formaron unas hordas asesinas que masacraban a quienes se
les pusieron por delante, cundiendo el pánico en la ciudad de Caracas, cuyos
habitantes tuvieron que huir de la ciudad. Como sabemos, Francisco Tomás
Morales fue nombrado, en pago a sus servicios en favor de España, Gobernador de
Canarias (1827-1836) y recompensado con una
extensa data de 902 fanegadas en la tierras realengas en Doramas (hoy San
Fernando, Santa Cristina y Lomo del Peñón).
Si
relato lo anterior, es para decir que el día 2 del presente mes de junio, en la
llamada Televisión Canaria, en su canal 2 y sobre las 10:45 -según me informó
un amigo escandalizado que había escuchado en el programa- se citó la proclama
de Simón Bolívar “Guerra a Muerte”, dada en el Cuartel General de
Trujillo, Venezuela, el 15 de junio de
1813, que terminaba “Españoles y Canarios, contad con la muerte,…” Pero
esto último había sido convertido en “Peninsulares y Canarios…”, por ser
lo políticamente correcto en esta colonia africano-atlántica.
Después
de este paréntesis y volviendo al tema que estaba comentando con la joven, le
expliqué que el asunto encerraba más enjundia que las conferencias dadas en
esos dos días, pues también se dio el caso de los estimados 30.000 niños
robados en todo el Estado español durante el periodo de los años 40, 50, 60 y
70, robos que tuvieron, en la mayoría de los casos, claras connotaciones políticas.
En Canarias también los hubo, como denunció el año pasado un matrimonio de La
Palma que actualmente vive en
Geneto, La Laguna, Tenerife. Este matrimonio mencionó a otras dos familias a
las que les había pasado lo mismo. El sistema utilizado fue, cuando ingresaron
embarazadas y dieron a luz, informarles de que
tenían que dejar hospitalizados a los respectivos hijos y, a los pocos días,
comunicarles las respectivas muertes y su ya efectuada inhumación.
No daban documento alguno, ni partida de nacimiento ni de defunción. El
tema es verdaderamente aterrador… Estos casos conocidos ocurrieron sobre 1968,
que para los que contamos ya con muchos años encima, es como decir ayer mismo.
Sobre estos también tristes hechos y con motivo de sentar al Juez Garzón en el
banquillo, tuvo lugar en la Escuela de Relaciones Laborales de la Universidad
Complutense de Madrid, a mediados del mes de abril del presente año, un
encierro con reunión donde denunciaron las atrocidades y el modus operandi de
los secuaces del franquismo sobre el tema de “los niños robados del
franquismo”, donde citaron los casos de los niños canarios.
En
plena conversación con la joven, se acercó a nosotros un joven conocido que
colabora en una de los organizaciones por la recuperación de la Memoria Histórica,
en el momento en que decía que en Canarias, tanto en tiempo de la guerra como
en los años siguientes, siempre escuché a la gente mayor decir la Guerra de
España, y no como se dice ahora la Guerra Civil Española, y al ver su extrañeza
le dije que eso era así, pues no sólo lo escuché en el entorno familiar de la
ciudad sino también en mis visitas a familiares que vivían en el campo.
Es
más, le cité como confirmación a cuanto argumentaba, y por si tenía alguna
duda, que lo podía comprobar escrito en piedra, en una cruz labrada en cantería
azul, en un pueblo del centro de las medianías de Gran Canaria, punto de
referencia del pueblo y zonas aledañas (que omito el citar su ubicación para
evitar cualquier desafuero), en cuyo pie puede leerse: “PROMEZA POR DOS HIJOS
EN LA GUERRA DE ESPAÑA DEL 36 AL 39 OFRECIDO POR LA MADRE ANA PEÑATE
JIMENEZ”. Tengo que aclarar que esta madre, como es fácil de comprender, hizo
la promesa de levantar este monumento si regresaban vivos los dos hijos que le
habían reclutado, y decir al respecto que este es el único monumento que
conozco levantado en honor a la vida, y que precisamente por su rareza debiera
estar protegido mediante la declaración de Bien de Interés Cultural en la
calidad de Monumento (o como mínimo recogido en el Catálogo Municipal en la
categoría que corresponda), así como proceder a su limpieza y adecentamiento
de su entorno, no como el sin fin de ellos que esparcieron por todas las islas
bajo el lema de “Caídos por Dios y por la Patria”. Nunca entendí ni
entenderé porqué Dios tiene que justificar aquellas muertes en una guerra
fratricida que contradice el 5º Mandamiento de su propia ley.
Abundando
en lo anterior, y en este proceso de despersonalización incesante de la
identidad canaria, los días 29 y 30 de mayo, con motivo del llamado “Día de
Canarias”, la Televisión Canaria emitió la película de los hermanos Ríos,
filmada en 1988, “Guarapo”, historia que se desarrolla en la Gomera en el año
1947. En un momento de la misma, el cabo de la Guardia Civil le dice al
Sargento, como Comandante del puesto, ”…hace ya más de dos años que no voy
a España”, y es reconvenido por el
Sargento, a la “península” Gabino, a la “pe-nín-su-la”, eh.
Esta
continua instrumentalización y manipulación de los conceptos y del lenguaje no
es inocente, pues responde a unos intereses específicos, en este caso al
colonialismo español, y así se ha llegado al absurdo de que una
mayoría de canarios piensan hoy, de que España es la “península” y
que el Archipiélago Canario es “España”, como podemos escuchar a diario:
El Pico el Teide es el más alto de España, la playa de Las Canteras la mejor
de España, etc., etc.
Entre
unos y otros han ido robando esos elementos conceptuales dentro de la sociología
canaria. Así al pronto, y sin más pretensiones, deduzco que los historiadores
que están por la recuperación de la Memoria Histórica debieran considerar y
tener en cuenta que
el pueblo canario llano denominaba a las batallas cruentas que se libraron en
las tierras de la parte española de la Península Ibérica, como la Guerra de
España. Esto es lo históricamente correcto, aunque sea políticamente
incorrecto. Creo que no deberían situarse en el bando de los gachupines y españolistas
en estas tierras coloniales españolas africanas-atlánticas.
El problema, pese a todo, persiste, pues seguimos estando en manos de ellos.