Guanches del siglo XVII

 

La Historia se repite

 

«» Francisco García-Talavera *

 

 

La verdad, más tarde o más temprano, siempre sale a relucir, por mucho que algunos se empeñen en ocultarla.

 

Ahora que aún suenan los ecos del reciente traslado de la Virgen de Candelaria a La Laguna de Aguere, así como los polémicos sucesos del Corpus de La Orotava, nos pa­rece oportuno sacar a colación unos acontecimientos que confirman el dicho de que la Historia se repite.

 

Los hechos ocurrieron durante las festividades del día de Candelaria de 1588. Dice al respecto un documento recien­temente publicado (M. Fariña, 1997), presentado en La Oro­tava, en diciembre de ese mismo año, por el guanche Pedro Hernández: "...Todos los años, por el día de Nuestra Señora de Candelaria se hace procesión de la Casa de Nuestra Se­ñora hasta la iglesia de San Blas (...) que la Imagen sale en sus andas y en procesión de llevarla sobre sus hombros los Naturales que descienden de los Naturales que eran antes que la isla se ganase y en contorno y en redondo de la dicha Imagen suelen ir todos los Naturales porque es fiesta suya, y la Imagen les pareció a ellos mucho tiempo antes que cris­tianos ganasen la dicha Isla (...) y estando en este uso antiguo e posesión, el día de Nuestra Señora deste mes pasado de febrero, continuando los dichos Naturales su posesión e cos­tumbre, queriéndose hacer la dicha procesión, cuatro de ellos tomaron las andas de dicha Imagen, yendo los demás junto a ella y la sacaron desde su altar, trayéndola a la capilla de la dicha iglesia, de donde se recomenzaba a hacer la procesión. Y trayéndola sobre sus hombros los dichos Naturales, y es­tando congregada mucha gente, el dicho Cristóbal Trujillo de la Coba, y Gaspar Yanes, Regidores y otros, con alboroto y escándalo, diciendo el dicho Trujillo que tenía comisión del Gobernador e que venía en su lugar, e con vara de justicia en las manos, fueron rempujando a los dichos Naturales y lle­gando a los que tenían las dichas andas por fuerza, y sin reverencia de Nuestra Señora se la quitaron por fuerza, y porque los dichos naturales con modestia y mansedumbre decían e requerían al dicho Trujillo de la Coba que no les quitase de su posesión e que aquello les pertenecía por ser Naturales, el dicho Trujillo y los demás les afrentaron delante de la dicha Imagen llamándoles de bellacos e majaderos e pícaros, y en son de quererlos afrentar les decían que eran unos Guanches de baja suerte".

 

A partir de ahí se sucedieron los pleitos y demandas de justicia por parte de los guanches ante la Real Audiencia, reclamando sus derechos. Pero lo que más llama la atención, incluso a mí, que llevo muchos años en el tema, es la cantidad de guanches ‑más de un centenar‑ con nombres y apellidos castellanos y portugueses, pero a los que se sigue considerando como na­turales (guanches) a finales del siglo XVI y comienzos del XVII, unidos ante la justicia en causa común, frente al poder religioso y civil. Con toda probabilidad, Fray Alonso de Espinosa hablaría con alguno de ellos para obtener información de primera mano durante la elaboración de su famosa «Historia de Nuestra Se­ñora de Candelaria".

 

Así, con el mencionado documento fechado en La Orotava el 31 de diciembre de 1588: “...compareció Pedro Hernández en nombre de Francisco Hernández, Juan Fernández, Luis Ro­dríguez, Francisco González, el capitán Pedro Rodríguez, Salvador González, Alonso Rodríguez, Juan Rodríguez, Die­go Díaz de Vera, Antón Sánchez, Andrés Hernández, Lázaro Sánchez, Rodrigo Martín y los demás sus consortes, todos guanches naturales de Candelaria”.

 

Y como, por lo que se ve, el pleito continuó durante largos años, a este documento le sucedieron los siguientes:

“En La Laguna, el 2 de febrero de 1601, otorgan poder a Lázaro Sánchez, en representación de Juan Gaspar, Fran­cisco González, Pedro Delgado, Juan de Torres, Pedro Martín, Bastián Hernández, Francisco González el Mozo, Pedro Díaz, Amador González, el bachiller Luis García, An­tón García, Diego de Torres, Juan de Torres, Francisco de Torres, Gaspar Díaz, otro Luis García (...) por nos e por los demás naturales (guanches) ».

"En Garachico, el 19 de marzo de 1601, Juan de Mena el Viejo y Juan de Mena el Mozo, Martín de Mena, Diego de Mena y Pedro de Mena, Melchor Asencio, Antonio Estévez, Juan de Betancort y Pablo de Betancort, Miguel González, Baltasar Asencio, todos naturales (guanches) y, vecinos de las bandas de Daute, otorgan poder a Juan Marrero, natural y vecino de Candelaria ».

"En Candelaria, el 18 de marzo de 1601, Pedro Hernán­dez, Fernando Pérez, Juan Pestano, Marcos González, Gaspar Pérez y Luis Hernández naturales (guanches), otorgan Poder a Juan Marrero, guanche, para que los represente ante la Real Audiencia de Canaria. En un documento aparte, carta de poder a Juan Marrero concedida por los naturales de Candelaria, el capitán Juan AIbertos, Leonardo Rodríguez, Juan Cabrera Real, Juan López de la Fortaleza, para que prosiguiera el pleito en curso".

"En Buenavista, el 18 de marzo de 1601, Felipe Martín y Juan Delgado el Viejo, Luis Martín y Luis de Ibaute, Melchor Jácome, Diego Jácome, Gaspar González del Valle, Antón Martín, Antón Pérez, Leandro Martín, Nicoloso Martín, Lorenzo Hernández, Pedro Martín Betancort, Manuel Martín, Amador Hernández, Juan Rodríguez del Valle, Luis Martín y Pedro Martín (hermanos), Sebastián Hernández, Baltasar Guerra, Gaspar Díaz, Bastián González, Domingo Hernán­dez, Baltasar Díaz y Esteban Martín, naturales (guanches) y vecinos del Beneficio de Daute, dan poder a Juan Marrero, natural de Candelaria ".

"En la Orotava, el 21 de marzo de 1601, Juan de Rivera, Cristóbal de Palanzuelos, Juan de la Sierra, Agustín Her­nández y Juan Hernández, Domingo Rodríguez, Alonso Pé­rez, hijo de Inés Pérez y Martín González, vecinos de Güimar, y naturales de la isla de Tenerife, otorgan poder a Juan Ma­rrero...”.

 

A esta larga nómina de guanches podemos añadir algunos más, reseñados en otros documentos de la época. Así, en la pro­banza de nobleza de la familia Armas‑Negrín de Tenerife se presentan como testigos en La Laguna, Buenavista y S. Pedro de Daute (Garachico), en 1568: “Juan Luis, natural de Tenerife, Juan de Regia, también guanche, Marcos Rodríguez, igual­mente guanche; los guanches de 100 años Hernando Delgado y Rodrigo Hernández, Pedro González, también guanche...”

 

Y en los protocolos de Sancho de Urtarte, entre 1573 y 1583, referidos al Valle de Güírnar, aparecen los siguientes guanches: Juan Fernández Hidalgo, hijo del mencey don Fernando de Anaga, Miguel de Güímar, Hernando de Baute, antiguo hidalgo de Naga, casado con doña Ana, hija del mencey de Abona; Andrés de Güímar, casado con doña Ma­ría, hija del mencey de Adeje, apellidado también Llerena y gran defensor de sus hermanos guanches ante los Reyes de España; don Juan de Tegueste, pariente del mencey y abuelo de Francisco Hernández, mayordomo de la ermita del Socorro en 1588. Todos estos notables guanches vivían en Candelaria. A su vez, en Chacaica (Güímar), entre otros vivía el guanche Mateo de las Casas, junto a varios indígenas de Gran Canaria.´

 

Una prueba más de la integración de los naturales en la nueva sociedad es que por aquellas fechas casi todos los al­caldes de Candelaria y del Valle de Güímar eran guanches, como hace constar Urtarte respecto a Martín Rodríguez, Mar­cos González y Antón Hernández, Asimismo, tienen igual naturaleza el maestre de campo de las milicias del Valle, An­tón Albertos y el capitán Francisco Rodríguez Izquierdo.

 

Lo más interesante de estos documentos es que nos mues­tran explícitamente, con nombres y apellidos, a un sector de la población guanche que ya se había integrado en la nueva sociedad, pero que aún conservaba parte de sus costumbres y su identidad íntegra. No así la gran mayoría, totalmente asi­milada y desnaturalizada, que desde la conquista se había mezclado con los europeos y residía en los principales núcleos de población (La Laguna, La Orotava, Los Realejos, Icod, Garachico...) ejerciendo, en gran parte, de sirvientes o se­miesclavos, salvo algunos privilegiados.

 

Tampoco debemos olvidarnos de los cientos que nunca se integraron (los alzados), y que conservaron su lengua y cos­tumbres refugiándose en las cumbres y lugares recónditos de la isla, resistiendo como etnia hasta mediados del siglo XVIII.

 

Otro dato interesante que podemos extraer de estos do­cumentos es que al comparecer en Garachico y Buenavista, en 1601, guanches vecinos de esas localidades, solidarizándose con sus hermanos del Sur en el lamentable pleito sobre la Virgen de Candelaria, nos están indicando que aún por esas fechas continuaban con la tradición de celebrar los festejos del día de la Virgen, aunque ya traspasado del 15 de agosto al 2 de febrero, unidos en fervor popular. Como lo hacían sus antepasados, que dejaban guerras y rencillas y se hermanaban durante las fiestas del Beñesmer.

 

Pues bien, a la vista de esta extensa relación de guanches ‑‑quizás sea la primera vez que se nomina más de un cen­tenar‑ viviendo en distintas localidades de Tenerife a finales del siglo XVI y comienzos del XVII, pensamos, una vez más, en la imperiosa necesidad que tiene nuestro pueblo de ir sa­liendo de las tinieblas históricas a las que se le ha sometido secularmente. Aquellos que esgrimen el tema de los apellidos para asegurar que aquí sólo quedaron cuatro guanches y que todos descendemos de los conquistadores y colonos tienen en esto una prueba palpable y fehaciente de que la realidad es otra. Los tres apellidos que más se repiten en los guanches que aparecen en los documentos antes mencionados: González (el más abundante), Rodríguez y Hernández, que representan el 33% del total, son los mismos que prevalecen en la población tinerfeña actual, como podemos comprobar tomando como referencia los censos de Santa Cruz y La Laguna. En concreto, el apellido González lo lleva aproximadamente el 5% de los tinerfeños, mientras que en Las Palmas el más frecuente es Santana, que representa al 3,5% de la población y, sin embargo, allí los González ocupan el quinto lugar, con el 2,5%,

 

Curiosamente, entre todos los González, Rodríguez, Her­nández, García, Pérez, Martín, Díaz, Betancort, Delgado, et­cétera de los guanches anteriormente citados aparece un único apellido autóctono: Ibaute o Baute. No obstante, a éste habría que sumarle todos los Bencomo, Tacoronte, Guanche, etcé­tera, que también son frecuentes en nuestra isla.

 

Como reflexión final, me atrevo a sugerirles a mis paisanos que sean portadores de todos esos apellidos, y otros muchos que no se citan aquí, y que su familia lleve muchas genera­ciones afincada en Tenerife, que empiecen a pensar en la alta posibilidad que tienen de ser descendientes de guanches, má­xime si tenemos en cuenta que, tras la conquista, la población autóctona –que quedó en abrumadora mayoría– como ya se está empezando a demostrar, fue bautizada y les cambiaron sus nombres originales de Acaimo, Bentor, Guanchifira, Tingua­ro, etcétera por Pedro González, Marcos Rodríguez, Agustín Hernández o Fernando Pérez. La verdad, más tarde o más temprano, siempre sale a relucir, por mucho que algunos se empeñen en ocultarla.

 

* (Publicado en 1997)

* Francisco García-Talavera Casañas, geólogo y paleontólogo, exdirector del Museo de Ciencias Naturales de Tenerife, expresidente de Museos de Tenerife y actual asesor emérito de la citada institución.

 

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