J.M. SORIA, EL GUANARTEME PETROLERO
Francisco Javier González
Todas
las guerras de conquista colonial que en el mundo han sido han precisado para
su desarrollo y éxito de la colaboración de nativos traidores a su propio
pueblo. Las españolas no son una excepción. Así fue en América, en Asia y así
fue aquí, en este archipiélago del noroeste africano que hoy constituye la
colonia de Canarias.
Valgan los ejemplos de Fernando Guanarteme
en Tamarán o de los menceyes “de paz” en Achinet, especialmente Añaterve. Nuestra
sociedad precolonial tenía su estructura de clases y fueron precisamente
algunos miembros de la clase dominante los que, buscando salvaguardar -o aumentar-
sus privilegios, apoyaron al invasor traicionando a los suyos y arrastrando
tras si a las partes más débiles las clases subalternas que, de esa forma, se
someten al dominio español.
El esquema se repite cuando, tras la
conquista militar, viene la etapa colonial y a la nueva oligarquía foránea se
une una cierta “aristocracia” indígena que acepta de buen grado la
transculturación y se enfrenta a sus compatriotas, incluso militarmente, cuando
lo requiere el servicio de sus nuevos amos europeos. Tal es el caso de las
cuadrillas de “guancheros” -como la de los hermanos Tacoronte- usados por los
españoles para cazar a sus compatriotas guanches alzados y a los esclavos
cimarrones. El sistema pasa luego del esclavismo a una estructura de clases,
escasamente permeables, con una aristocracia segundona implantada con la
conquista que detenta la mayor y mejor parte de la propiedad de la tierra y el
agua, una escasa capa burguesa fundamentalmente comercial y una creciente masa
de población explotada formada por nativos y por emigración española,
portuguesa y morisca que posteriormente va a desembocar en el proletariado
moderno. Con las últimas independencias de las colonias americanas y al calor
de las mismas, sectores de la burguesía criolla se plantean la descolonización
y la consiguiente independencia del Archipiélago. Esa aspiración la monarquía
española la combate con la división del Archipiélago en dos “provincias”, la concesión del sistema de Puertos Francos y
el nombramiento de ministros “canarios” como León y Castillo -decidido impulsor
de la política colonial española en África- o el lerrouxista Guerra del Río -que
planteó la venta de La Gomera al gobierna belga como base para el
aprovisionamiento del Congo- en el papel de nuevos Guanartemes que mantengan
intacta la dominación colonial. El colono nos somete con sus regalos de caramelos
envenenados.
Esa estructura -salvo el breve interregno de
esperanza que significó la segunda república española y posiciones políticas
como la de Guillermo Ascanio, ahogadas en sangre- llegará casi intacta hasta
las postrimerías del franquismo y el inicio de la monarquía borbónica que
impuso el dictador que también contó con ministros del fascio “canario” como
Blas Pérez o Camilo Menéndez. Este final de época va a coincidir históricamente
con el abandono por España y Portugal
del grueso de sus colonias africanas y con el nuevo impulso de los movimientos
independentistas canarios y el renacer del sentimiento diferenciado de
canariedad. El Estado Español, que ni siquiera bajo la férrea dictadura
fascista logró su unidad nacional, se vio enfrentado a las reclamaciones de
soberanía de sus naciones integrantes y, para frenarlas, se inventó el precario
“Estado de las Autonomías” del que en principio quedaba excluida Canarias. Los
movimientos populares en Canarias con rechazos tan evidentes y extendidos como
los mostrados ante el Mercado Común -hoy UE- que se salda con una forzada
integración y la precaria salvaguarda del llamado “Protocolo
El sistema autonómico modificó -con la
complicidad culpable de los gobiernos “canarios”- toda la estructura económica
de Canarias, pasando a un segundo plano la agricultura de exportación,
desapareciendo casi la de consumo propio y pasando el turismo -y el
consiguiente boom de la construcción- a ser la base fundamental de nuestra
economía. Esta vez los caramelos envenenados tienen nombre como REF, REA, RIC o
los más europeos como ultraperiferia, FEDER o POSEICAN pero siguen siendo los
viejos caramelos envenenados que consumen muy a gusto la lumpenburguesía
dependiente. A los antiguos terratenientes criollos, muchos reconvertidos a
hoteleros, y a la burguesía comercial tradicional se unen ahora los “señores
del ladrillo” y los nuevos ricos de la especulación. Los “pelotazos”, el
cohecho, la corrupción en suma, se asientan con fuerza en un Archipiélago que
sigue poniendo de relieve su condición dependiente y explotada en todos los
índices sociales y económicos desde el paro a la pobreza o los costos
laborales.
La crisis financiera -el crash del 2010- trajo como resultado una crisis económica
global y nos lleva aceleradamente a una crisis social que afecta a todo el
sistema capitalista. A salvar el sistema financiero se dedicaba a finales del
2010 el 39% del PIB mundial, frente al raquítico 4% dedicado en igual fecha a la recuperación de
la economía productiva. En el Estado Español, colonias incluidas, se instalan
las posiciones más reaccionarias, plegadas a los dictados emanados de los
centros económicos europeos, subsidiarios de los gringos -que barren a la
socialdemocracia y sus propuestas reformistas- e instauran una nueva época de
desaparición del muy relativo “estado del bienestar” y destruyen las conquistas
seculares de los trabajadores y de las capas populares. Aquí, en la colonia, la
situación es dramática para una buena parte de la población, con 300.000 parados
y con más de 7.000 hogares sin ningún ingreso, la mitad de la población con
ingresos menores de 500 € y el 40% por debajo de 380 frente -según la propia
Agencia Tributaria- al 0,2% de nuestra población (unas 4.000 personas de 2
millones) que poseen el 80% de la riqueza del Archipiélago o las escasas 20
familias que controlan el 8% de TODO nuestro PIB. Esto convierte la situación
social de la colonia en potencialmente explosiva por lo que, aparte del miedo
acumulado por una población que ha experimentado en carne propia la actuación
de la derecha hispana y sus cómplices criollos, el gobierno colonial español,
como en similares etapas anteriores, se ha sacado de la manga un nuevo
guanarteme y un nuevo caramelo envenenado, el petróleo, pero esta vez más
envenenado que otras veces. El nuevo “guanarteme
petrolero” es un viejo conocido por sus negocietes -personales y
familiares- y trapisondas. Es el
pescador de salmones en fiordos escandinavos José Manuel Soria, fullero
lambido, trapisondista y falsario embaucador que, con su troupe de mediáticos
encantadores de serpientes financiados por REPSOL, nos prometen que el saqueo
petrolero solo nos va a traer beneficios sin fin, que a su calor se crearán
miles de puestos de trabajo, que acabará con el paro y habrán riquezas sin
cuento y sin fin a repartir entre los canarios y todo ello sin contaminar, sin
provocar ningún vertido, sin piche en las playas, con delfines y atunes
saltando entre las torres de perforación de puro gozo y cantidades ingentes de
soleados turistas que vendrán a contemplar los ríos de leche y miel de este
País de Jauja que, gracias a REPSOL, al Gobierno español y a su ministro Soria,
manarán de los pozos. ¿Porqué será que me recuerda a Javier Krahe y su “hombre blanco habla con lengua de serpiente”
que parece escrita ahora para el Guanarteme petrolero?
Miles son ya los artículos en Canarias que,
desde ópticas conservacionistas medioambientales; de impulsión de energías
limpias; de protección del turismo -motor actual de la economía canaria-; del Derecho
Marítimo y la controversia de Estado Archipielágico con aguas exclusivas o de
simple conjunto de islas frente al Continente Africano a miles de Km. de la
metrópoli con solo tristes doce millas de aguas territoriales; de la distancia
entre las concesiones a explotar y Fuerteventura -la misma que entre Añaza y Aguere-; de la más que
probable contaminación de las aguas de las que se surten las desaladoras de las
islas orientales; de la rapacidad pirática de las multinacionales petroleras en
especial YPF-REPSOL. Todos son absolutamente reales y, más bien se quedan
cortos en las estimaciones pero no son estas las razones de mayor enjundia para
luchar denodadamente contra este nuevo saqueo colonial. Me caben muy pocas
dudas de que si el gobierno español, emperrado hoy en favorecer los exclusivos
intereses de Repsol como medio de garantizar parte de su suministro petrolero,
ofertara lo suficiente a las burguesía criollas isleñas muchas lanzas
antiprospecciones actuales se volverían dúctiles cañas como expresa ya
claramente el empresariado de Tenerife y Gran Canaria. El Gobierno Autónomo -hoy
coaligados CC-PSOE y otras CC-PP, que para el caso poco varía- sin pretender
nada más allá de un simple recurso retórico y demagógico ha puesto de relieve
la realidad en los días precedentes y en este recién celebrado debate del
Estado de la Colonia, Para Rivero, España "nos
trata como en otros tiempos, como si todavía fuéramos
una colonia perdida en el Atlántico”
mientras que el Sr. Barragán, recalcando la condición colonial, expresaba en el
Debate que ”no queremos ser españoles de
segunda o de tercera”. Todas estas jeremíacas lamentaciones son el método
que el gobierno autonómico emplea ante el español para aumentar sus réditos por
el firme apoyo que suponen para la continuidad del sistema colonial al tiempo
que les permite presentarse como salvadores patrios luciendo un nacionalismo
canario del que carecen en la realidad práctica. Definir nuestra situación como
“colonial” sin plantear automáticamente la descolonización y subsiguiente
independencia solo es ladrar a la luna.
Desde
las posiciones de una izquierda nacional canaria -opción evidentemente en
construcción- tenemos que plantear una oposición frontal y total a este nuevo
saqueo colonial pero no solamente -que también- desde posturas
medioambientalistas de protección del territorio y sus recursos, sino
conscientes de que tenemos que ir más allá. Organizaciones de toda índole,
políticas, sociales, económicas, culturales, municipales, insulares..., participaran
en múltiples manifestaciones y acciones. Debemos estar en todas ellas y más
allá. Juntos, sí, pero no revueltos. Sabemos que una buena parte de la
burguesía que hoy se opone a la rapiña petrolera se alinearía gustosamente al
gobierno español si sus beneficios particulares fueran suficientes y sabemos,
por la misma razón, que la posición del gobierno autonómico es dependiente, endeble
y no fiable y es nuestro trabajo desbordarla. La lucha, más allá de REPSOL, es
por la soberanía y la construcción de un futuro socialista que acabe con la
explotación tanto foránea como interna.
No
olvidemos que frente a Guanarteme estuvo Bentejuí y frente a Añaterve, Bencomo.
Ahora nos toca elegir,
Canarias
a 23 de marzo de 2012
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en El Canario