Gravísima situación en el campo

 

Padre Báez *

 

Les pongo un solo ejemplo. Se trata de lo siguiente: hay un señor más o menos de mi edad (tengo en Agosto 67 años), que tiene un pequeño comercio y se dedica, como es lógico, a atender a su clientela, de la que come, a tal fin tiene que venir cada día al mercalaspalmas para proveer de frutas, hortalizas, y de cuanto necesita para reponer y estar al día, con productos frescos; razón por la que no puede atender sus tierras, salvo los Domingos y festivos a lo que se entrega de alma y cuerpo y más que por necesidad por placer, por haber nacido y haberse criado en el campo, y disfruta como un niño, de tal forma y manera que se desplaza de donde su negocio y vivienda al terreno heredado de sus padres a una hora de distancia, y muchas veces hace noche desde el sábado, para después de asistir a Misa -a la cual no falta nunca, con su señora-, ambos se entregan a las faenas bucólicas y campestres plantando, regando, podando, cosechando, etc., y henos aquí en el dilema: también, por parte de la herencia de su esposa, tienen otras tierras distantes también y peor atendidas, pero que, plantadas de los árboles frutales, propios del lugar, quiere plantar en dicho terreno millo, y he ahí el problema: va y habla con un tractorista, para que vaya a su terreno y le are la tierra y poder sembrarla de millo, y, la respuesta del tractorista, es: “¡que no, que porque la hierba está muy crecida, que ahora no se puede, porque aún no se ha secado lo  suficiente, que la tierra todavía está muy pesada, que el tractor, bla, bla, bla, y que no, que no, que más adelante sí, pero que ahora no!” Entonces, el buen hombre se habla con un su cuñado y le dice que le busque un tractorista, que le are el dicho terreno, y obtiene semejante respuesta, con lo que va y viene y me cuenta, que: “¡hay que ver, si son gandules, que se les ofrece trabajo, y te ponen mil disculpas, tal vez, porque como el terreno no es mucho, no les vale la pena, tal vez le cobren de 50 a 80 euros, y que por tan poco dinero no quieren ni van a trabajar, y bla, bla, bla...!”, entonces, el buen hombre coge su propio tractor, y va a hacerlo él mismo, a la vista que nadie quiere ararle la tierra, para lo cual, tiene que venir desde donde vive, con el camión que utiliza para el mercado, a cargar en él el tractor, y llevarlo de este lugar, bien distante del otro, para la faena, para una vez terminada, volver con su tractor, en su camión, al lugar de su primera “finca”, para luego regresar a su casa; faena que hace este sábado último (día 18 del presente), y visto el caballero, por un servidor al día siguiente, es decir el Domingo (día 19), voy y le pregunto, si había ido a arar, ya que vi las huelas del tractor, porque esa fue otra, no es fácil subirlo al camión, toda vez que carece de un rampa para tal fin, con lo que tiene que dejar el camión donde el tractor, salir con este como a distancia de 2 kilómetros , dejar allí el tractor y volver caminando hasta donde el camión, para ir hasta donde el tractor y después cargarlo e idéntica operación al llegar a la otra finca, para después volver a repetir toda la operación y regresar donde dejar el tractor con todo ese follón de tiempo y todo porque dos tractoristas avisados, se negaban hacerle el trabajo solicitado, que por falta de tiempo y por el engorro de ir y volver, y demás, le era más cómodo, más barato, y ahorraba sobretodo tiempo –del cual no dispone demasiado-. Que va y me responde y me dijo: “¡que sí que había ido, y que había perdido el viaje, pues cuando llegó con su propio tractor a su tierra, para arar su otra finca, la hierba a dos metros de altura, impedía avanzar al tractor, que no avanzaba, porque le hierba enredada entre las rejas, formaba un freno total, y se tuvo que volver porque era imposible arar, la tierra!” Entonces, añadió: “¡los dos tractoristas previamente avisados para dicho trabajo, tenían razón, era imposible arar la tierra!” Conclusión: la hierba -así vea los ojos de Dios- me dijo: de 2 metros de altura, se enterraba un hombre entre ella, y el tractor mismo quedaba escondido en y entre ella. Segunda conclusión: sin animales que se coman la hierba, sin poder segar la hierba, ésta se embosca de tal manera, que hace infructuosa la tierra. Tercera conclusión: no hace mucho una señora de Tenteniguada, me decía que allí, en su lugar, la hierba me pasaba en altura a mi persona, con lo que deduzco que más o menos la cosa sucede por igual por toda la isla, lo cual ya es más que grave, que teniendo tal cantidad de hierba, tan rica y variada, pues no es uniforme, sino que crece mezclada varias especias herbívoras, no entiende uno, cómo el cabildo trae comida (es decir hierba) para los animales, desde Cataluña, prohibiendo el pastoreo y el segar hierba para comida de las cabras (no hace mucho, el Seprona multaba a un señor que segaba hierba entre La Colomba y Las Vegas, en Valsequillo. Por favor, les ruego, sean tan amables y sigan ustedes mismos sacando conclusiones, aunque les doy una pista, hay 400 hombres vigilando para prevenir incendios...

 

* Fernando Báez Santana, Pbtero.

Artículos del Padre Báez publicados en El Canario y en El Guanche

 

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