"GOZANDO
DE LA TRADICIÓN DE LOS SABIOS PASTORES"
Anexo * 2:
Solo siete años años después del vulgar comportamiento de
rateros con el robo del tesoro de Montezuma y de su "noche triste", en
1532 volvió a cometer igual sacrilegio con los incas en la ciudad de
Cajamarca, donde el emperador, el Sapa Inca Atahualpa y todo su inocente y
desprevenido pueblo les recibieron y homenajearon como huéspedes ilustres. Este
lugar el genocida Francisco
Pizarrro, fogueteado por el histérico e integrista fraile Vicente Valverde, a
traición cañoneó a todo un gentío de unas 6.000 incas que enfiestados y
engalanados les homenajeaban. Luego secuestró a Atahualpa y volvió a engañarle
al pedir por su rescate tres habitaciones llenas de oro, plata y tesoros, pero
cuando obtuvo tan enorme tesoro no cumplió su promesa y con la disculpa de una
parodia de juicio, lo ejecutó con el garrote vil.
En su última voluntad el
elegante y muy culto inca, mirando fijamente a los ojos de Pizarro,
pronunció las históricas palabras: "Merezco la muerte por dejarme
engañar, pero tú también por engañarme varias veces"