"EL GORRIÓN DESPLAZA AL CANARIO"
Francisco García-Talavera
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El ochenta
por ciento de las especies animales y vegetales que se extinguieron en los últimos
años vivía en islas. ¿Qué quiere decir esto? Pues, sencillamente, que la
vida es mucho más frágil en el medio insular que en el continental.
Los
organismos que pueblan archipiélagos oceánicos, como es el caso de Canarias,
sufren una evolución y un proceso de adaptación más acentuado que en los
continentes. En las islas, las primeras especies que llegan se encuentran con
nichos ecológicos vírgenes y rápidamente se adaptan a ellos si las
condiciones son adecuadas. A medida que van arribando nuevas especies, si aún
existen nichos vacíos los ocupan, pero si esos espacios vitales ya han sido
ocupados previamente, entonces entran en competencia feroz, que muchas veces
acaba con la desaparición de una de ellas. Esto sucede porque en los
territorios insulares pequeños las condiciones ecológicas son muy diferentes
de las que existen en los continentes vecinos. El reducido espacio vital y la
gran diversidad de ecosistemas condiciona a los habitantes insulares de tal
manera que los que sobreviven a esa "batalla" ecológica se adaptan
con tanto éxito a su pequeña parcela, que se "olvidan" de una de las
leyes fundamentales de la lucha por la existencia: la competencia.
El hombre,
un eslabón más en la cadena trófica natural, está sujeto a los mismos
condicionantes ecológicos que cualquier otro ser vivo. El alto grado de
desarrollo de su cerebro no es suficiente para permitirle desentenderse de la
Naturaleza. Aún necesita respirar aire, beber agua y comer animales y
vegetales.
Así, la
llegada de los primeros pobladores humanos a Canarias procedentes del vecino
continente africano supuso ya el comienzo de la alteración del medio natural,
sobre todo por el cortejo de mamíferos que traían consigo: perros, cabras,
cerdos, etc. Sin embargo, el impacto no fue grave y se alcanzó un nuevo
equilibrio. Los primitivos canarios vivían integrados en la Naturaleza, dedicándose
al pastoreo, recolección y, en menor medida, a la agricultura. Había sitio
para todos y en épocas de crisis ellos mismos sabían autorregular su demografía.
Pero, a pesar de ser "continentales", tuvieron que adaptar sus
costumbres y cultura al nuevo medio para sobrevivir. Lo consiguieron, y a lo
largo de muchos siglos, evolucionaron genética y culturalmente como insulares.
Todo transcurría por cauces naturales hasta que llegó el día de la atroz
invasión europea. Matanzas, esclavitud, desolación, lingüicidio e intento de
genocidio. Se había roto el equilibrio. Los continentales, más agresivos, más
acostumbrados a la competencia y más evolucionados tecnológicamente, pronto
impusieron su ley. Esta vez el impacto fue mucho mayor. Se talaron bosques, se
introdujeron especies foráneas, se crearon industrias contaminantes, se
desecaron zonas húmedas... No obstante, tras la pacificación y un período de
readaptación, comenzó a reestablecerse el equilibrio. Había nacido un nuevo
pueblo, una nueva etnia, producto
de la fusión del aborigen y el invasor. Esa nueva etnia la constituimos los
canarios actuales a los que la geografía y la evolución genética y cultural,
a lo largo de más de 500 años, nos ha imprimido el carácter de pueblo insular
mestizo. De nuevo el canario estaba integrado en su tierra, en su medio natural.
Todavía había sitio para todos.
Pero
desgraciadamente, estas desafortunadas islas, en las últimas décadas están
sufriendo una nueva y más sutil invasión europea que, de no tomarse medidas
inmediatas, acabará en etnocidio. Aún estamos a tiempo de reafirmar nuestra
identidad, de sentirnos orgullosos de ser canarios, de asumir nuestros orígenes
y nuestra historia, de elevar nuestro nivel cultural y no malgastar energía en
luchas fratricidas.
Quizás
estas palabras puedan sonar a retórica demagógica, pero salen del corazón de
un nativo al que le preocupa el futuro de sus islas y de su pueblo.
El reto es
grande, pero Canarias hoy en día tiene entidad y peso específico suficientes
para hacer valer ante el mundo sus derechos como pueblo colonizado.
Estamos llegando a niveles de supervivencia y
es hora de que nuestros políticos bien nacidos (los otros ya rendirán
cuentas), desde una postura firme ante el Gobierno central, defiendan los
intereses de un millón y medio de ciudadanos canarios. Tampoco estaría de más
hacer uso, de vez en cuando, de la palabra autodeterminación frente
a los continuos desplantes de la Administración central. Nos quedan menos de
cuatro años para evitar que los "gorriones" continentales agresivos y
mejor preparados para la competencia, desplacen a los canarios que viven
tranquilos y felices en su
tierra. Sería muy triste que les contaran a nuestros nietos en inglés,
alemán o castellano peninsular, que no hace muchos años, aquí vivía una
gente que, con sus costumbres, habla, fisonomía y manera de ser peculiares,
constituían una etnia conocida como Canarios,
y ellos preguntarnos: ¿de verdad?.
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Publicado en 1988
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Francisco García-Talavera Casañas,
geólogo y paleontólogo, exdirector del Museo de Ciencias Naturales de
Tenerife, expresidente de Museos de Tenerife y actual asesor emérito de la
citada institución.