Golpes de Estado financieros
Juan
Jesús Ayala
[…, los forjadores de la crisis son los que ahora se
han aupado a los gobiernos para solucionar el desastre que han propiciado.]
Es esta la nueva modalidad de opresión en el espacio
del llamado mundo civilizado y occidental. Los golpes de Estado por la
violencia de las armas que fueron promovidos a finales del siglo XIX y primer
tercio del XX no se prodigan; la moda está en otros escenarios que actúan desde
la tenebrosidad de la especulación y el negocio más espeluznante conocido.
Y esta nueva manera de
someter a la gente funciona como una mezcla producida no solo por la
mediocridad e incompetencia de los gobernantes, sino también por la complicidad
activa que estos han tenido con las maneras de actuar y sus nombres, que giran
en torno a los bancos de inversión, grandes compañías de seguros, fondos de
pensiones y bancos especulativos que compran y venden toda clase de activos.
Pero lo más
significativo, y se va uno percatando de la situación, es que estos mercados no
han venido desde lejos de nuestro entorno, ya que son los propios bancos
europeos, los mismos que la Unión Europea reflotó en 2008, los que atenazan y
acogotan al resto de los mortales. Estos consiguen dinero del Banco Central
Europeo con un interés bajísimo del 1,5 por ciento y lo prestan al 6,5 por
ciento, con la consiguiente estrangulación del consumo, encarecimiento de los
créditos, que obligan a poner en práctica las tan denostadas políticas de
recortes y más recortes para que la especulación y el negocio sigan boyantes y
triunfantes, estableciéndose así de esa manera un perfecto golpe de Estado, no
a lo Curzio Malaparte, sino
financiero, que tiene a la gran mayoría de la sociedad atenazada y sometida.
Y la última hazaña y
golpe maestro es que han puesto y seguirán poniendo al frente de los gobiernos
a aquellos que más conocen los intríngulis del mercado, tales como Monti, en el Gobierno tecnócrata de Italia, y Papadeus, en el de Grecia. Dándose así una de las más
desgarradoras paradojas que puedan existir; o sea, que los forjadores de la
crisis son los que ahora se han aupado a los gobiernos para solucionar el
desastre que han propiciado.
En el fondo, y
obedeciendo la lógica de los acontecimientos, lo que se está estableciendo, y
de manera descarada, es la preferencia del mercado en todo aquello que es vital
y que rodea a las políticas del Estado de bienestar que paulatinamente van
socavando a través de las privatizaciones de servicios como sanidad y educación
para que el negocio siga, y aquellas ventajas sociales que se consiguieron tras
sangre, sudor y lágrimas se queden en la cuneta de la historia como amargo
referente de esa misma historia.
Lo único que habrá que
pensar y echarse a temblar es que si la situación no se ataja, si continúan los
secuestros del bienestar social, no se vaya a instaurar una violencia infernal
ante una tecnocracia gobernante incapaz y ya instaurada
en un perfecto golpe de Estado financiero, o se llegue al caos o a lo
irremediable.
Papeleta difícil
tienen ante sí los solucionadores de la cuestión,
porque se ha visto que lo que existe es una alianza, subrepticia o no, tácita o
no, de la política practicada por mediocres con la complicidad de los mercados,
que dominan e imponen su ley. A lo que los gobernantes le tienen un miedo
exacerbado.