DESDE ESTA ORILLA DEL GUINIGUADA

 

 

¿GOFIO TRANGÉNICO? ¡NO, GRACIAS!

 

Félix M. Arencibia

 

     ¡Qué pena! La mayoría de nuestro gofito canario está confeccionado con millo transgénico. Sí, ese que está prohibido cultivar en nueve países europeos: Alemania, Francia, Austria, Grecia, Luxemburgo, Polonia, Rumania, Irlanda y recientemente Bulgaria. En España se sigue cultivando unas 70.000 ha de dicho maíz transgénico (MON810). Ecologistas en Acción, junto a la Plataforma Rural, han coeditado un informe actualizado llamado “Buenas razones para retirar el maíz MON810 cultivado en España”. En él nos informa de las evidencias científicas de los peligros para el medio ambiente, la economía agraria y la salud de las personas que representa dicho transgénico. Las distintas opciones políticas tienen en sus manos la solución a este serio problema.

 

     La magua me trae a la memoria los verdes cercados de millo y papas de mis abuelos. Recuerdo las “deshojadas” o “descamisadas” en las que se reunían los vecinos para comunitariamente quitarle la hoja a la piña. Luego el desgranado del millo, el molido en un molino de agua. Sin olvidar el olorcito que despedía el gofio caliente, el comerlo con la leche recién ordeñada de la cabra o la vaca, la deliciosa pella, el gofio amasado… ¡Me entra un jilorio con tan solo recordarlo! Todo era sano, sacado de la tierra no fertilizada por abonos químicos si no con los abonos de los animales, ni se utilizaban los pesticidas tóxicos. En las personas se daban muy pocos casos de enfermedades tumorales y otras graves afecciones de la salud. No era el paraíso, pero sí mucho más saludable y disfrutábamos con cierto deleite un estilo de vida más social y apacible, aunque indudablemente duro, no nos engañemos.

 

     Volviendo al cultivo de los transgénicos, el Estado español los sigue promocionando y apoyando de esta manera a las multinacionales. No se cumple ni con las normas del etiquetado. Algunos de los voceros de los que realizan dicho cultivo, que como les decía son grandes transnacionales, y los que nos los venden, se desgañitan diciendo que no son malos para la salud. ¿Cómo lo saben? ¿Qué estudios han hecho los muy enterados? ¿O es que esos “vendemillos” son adivinos o sajorines, como decían nuestros abuelos? Sus portavoces en los medios se ponen muy serios con las gafas de estudiantes empollones y sin apenas pestañear nos dicen: Mientras no se demuestre que son malos para la salud se pueden tomar sin ningún temor.  No hay duda que los codiciosos sin moral nos quieren usar como cobayas. ¿Los dirigentes políticos de cuántos están esperando la muerte para prohibirlo? Pero ellos serían capaces decir con su lógica aplastante y descarada: Si son pocos, no merece tenerlo en cuenta, seguro que fallecieron porque son unos flojos que andaban medios dañados de la salud.

 

     Puedes preguntarles: ¿Cuántos tienen que morir para que sus cómplices los políticos prohíban los transgénicos? ¡Lo menos un millón o más!, son capaces de contestarte. Mira, Codición Amoral, no tienes solución. ¡Eres capaz de cargarte a media humanidad con tal de lucrarte!, le contestaría. Y le añadiría: Bueno, puedes ponerle a los productos su etiqueta para que sepamos con lo que nos estamos alimentando. ¡No, no, que va, quieres arruinarme! Se le pones la etiqueta nadie me los compraría! ¡Déjate de tonterías! ¿Cómo progresaríamos? Tienen miedo a morirse. Menudos tontos, todos tenemos que perder la vida alguna vez. ¡Se habrán creído, los muy ingenuos, que se van a quedar en este mundo de los vivos para plantar millo transgénico! ¡Sí, porque otro no es conveniente plantar! Serían capaces de echarse una parrafada como esa, a lo mejor con palabras más ilustradas. Les podría añadir: Don Codición Sinalma, no tienes remedio. No piensas que ese maíz transgénico afecta al medioambiente. Chiquillo, eso son cosas de los ecologistas que les gusta rizar el rizo, además son unos exagerados que ni te cuento. O sea que no me puedo comer un gofito con millo sin que se le manipulen sus genes. Si es posible molidito en un molino de agua o de viento que son energías limpias que no proliferan el calentamiento climático.

 

     Antes que aparezca don Codición voy a ponerme manos a la obra y cultivar a la forma de nuestros abuelos para poderme comer un gofito sano y caliente con lechita recién ordeñada de la cabra. La verdad es que a nuestros políticos y principalmente cuando están en elecciones debería exigírseles el compromiso la no importación de productos modificados genéticamente, pues en Canarias se ha declarado libre de transgénicos, pero no se impide que entren.  Bueno les dejo con unos versos con el sabor añejo de nuestros abuelos: “En torno a una escudilla / llenita de leche y gofio /rumio mis pensamientos / a modo de barrenillo.  / Pensando en otros tiempos, / en mi pasado perdido  / colgado de telarañas.  / ¡Preñado de añoranzas, / de cercados de millo y papa / de plataneras dormidas!”.