De Garafía a La Oliva

«» Wladimiro Rodríguez Brito *

[El futuro de Garafía y La Oliva pasa por una dignificación de lo local, tanto en aspectos ambientales como en, lo que no es menos importante, crear condiciones sociales.... Entendemos que es urgente una mejora en nuestro sistema educativo formativo, que prepare a nuestros jóvenes para una sociedad más armonizada entre trabajo, educación y formación profesional, con un mayor conocimiento de nuestro medio, pero sobre todo con una mayor estima a la tierra y su cultura....]

Hoy toca hablar de dos municipios que han sido una referencia en La Palma y Fuerteventura, tanto por su extensión como por su papel socioeconómico en ambas islas. Uno, La Oliva, que ha registrado importantes cambios en los últimos 50 años; otro, Garafía, que ha retrocedido en el plano económico y demográfico. Este último municipio ha sido mejor tratado por la naturaleza para la actividad agroganadera, con menos barreras sociales que La Oliva, cuyo régimen de explotación de la tierra, de tipo feudal, se concentra en manos de una o dos familias, mientras que en el municipio palmero se impone el sistema de quintos hasta los años 70.

Los cambios económicos generados por el turismo en La Oliva y la crisis agraria que sufre Garafía los separan de manera significativa en lo que se refiere a su demografía y su economía. Uno alcanza el máximo crecimiento en la población de Canarias, incrementándose su censo en más de 1.500 personas en un solo año (y multiplicando por cinco su población en los últimos años), y el otro perdiendo el 70% de su población a causa del éxodo rural.

Entendemos que los cambios que afectan a estos municipios no son solo económicos, pues la revalorización de lo urbano y la degradación de lo rural juegan un papel clave, tanto en Canarias como en el plano global. Sin embargo, creo que en Canarias la situación se complica más, ya que nuestros jóvenes tampoco se incorporan al sector servicios, puesto que el sistema educativo y formativo ha creado un espejismo que los separa del nuevo entorno económico, que no solo ha devaluado lo agrario, sino que hemos devaluado el trabajo, el compromiso con lo pequeño, con lo local.

En una supuesta cultura ambiental, declaramos protegidos amplios espacios y no dedicamos un segundo a la relación del hombre con el territorio (la cultura campesina); al contrario, La Oliva es un ejemplo de libro de como nuestro sistema educativo formativo no sólo aleja a nuestros jóvenes del medio rural, sino que tampoco los prepara para la sociedad de servicios que se ha implantado en Canarias, siendo dicho municipio la máxima expresión de un territorio en el que tenemos miles de universitarios y otros cuadros "preparados" parados (muchos emigrando). Aquí y ahora, un amplio colectivo que trabaja en la hostelería viene de la Europa rica: veamos, de los 28.000 habitantes de La Oliva en el año 2015, unos 14.000 son extranjeros, que por nacionalidades son mayoritariamente cualificados (4.197 italianos, 2.872 británicos, 1.297 alemanes, 792 marroquíes, 499 franceses, con inmigrantes de 91 países), lo que significa que una parte importante de los puestos de trabajo que genera el turismo en Canarias lo ocupan jóvenes de la "Europa rica", ya que nuestros jóvenes no los hemos preparado para dicha actividad, y lo que es peor, el sistema educativo formativo y el entorno social sigue estando al margen, no solo de la actividad productiva, sino también de una preparación para la vida, como bien se plantea en el informe PISA. Es decir, nos hemos separado de prepararnos para la vida, de una cultura rural transmitida en la familia a la inflación de títulos alejados de la economía tradicional, sin incorporarnos al monocultivo del turismo, con un gran déficit en la expansiva sociedad de servicios. Canarias, con la limitación de recursos que tenemos, no es tierra de inmigración, máxime con el nivel de paro que nos aqueja.

Entendemos que es urgente una mejora en nuestro sistema educativo formativo, que prepare a nuestros jóvenes para una sociedad más armonizada entre trabajo, educación y formación profesional, con un mayor conocimiento de nuestro medio, pero sobre todo con una mayor estima a la tierra y su cultura.

El futuro de Garafía y La Oliva pasa por una dignificación de lo local, tanto en aspectos ambientales (agresión al medio ambiente en La Oliva, campos sin campesinos cubiertos de maleza en Garafía), como en, lo que no es menos importante, crear condiciones sociales. Tenemos aspectos positivos que debemos potenciar: el mantenimiento de actividades ganaderas en ambos municipios, la mejora en los cultivos de vid en el oeste de Garafía, y los olivos, aceite y tomates en Fuerteventura,.. No obstante, persisten algunos puntos débiles que debemos afrontar, como son, en La Oliva, la crisis de los enarenados de Villaverde, los problemas en la actividad pesquera tradicional en ambos municipios, el deterioro de los espacios naturales, sobre todo el malpaís y las Dunas de Corralejo, y el que, mientras Garafía recupera su medio forestal, se produce un deterioro de la actividad agroganadera desde los cultivos de Tagasaste al sobre pastoreo en sus costas. En ambos casos la escuela y la formación profesional son claves como cultura local que dignifica lo pequeño, lo nuestro. En Garafía habrá que crear condiciones para una recolonización, dado el vacío demográfico que sufre, supuestamente "protegido" en un 70%, ignorando las actividades humanas.

Otra lectura de ambos territorios debemos hacer, poniendo el énfasis en la relación "hombre, cultura y territorio".

 

* DOCTOR EN GEOGRAFÍA POR LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA

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