¡FRAGA Y
CIERRA ESPAÑA!
Francisco
Javier González *
Dice un refrán español que “a cada puerco le llega su
San Martín”. En Canarias diríamos cochino pero para el caso que nos ocupa no me
vale. Cochino, incluso cerdo, se me antojan cariñosos, además de que ni estamos
en San Martín ni en Canarias la “matazón del cochino” –antaño fiesta familiar y
entrañable- es por ese día. Tampoco ha sido ni el mochazo ni la cuchilla del
carnicero los que han acabado con su retorcida y perniciosa vida. Han sido solo
los años y los pulmones. En la cama. En domingo, “Día del Señor” y con misa
funeral posterior en la Catedral de Santiago y otra inmediata en la capitalina
de la Almudena. Con la Real Banda de Gaiteros de Ourense incluidos, sin haber
sido juzgado por sus hechos ni mostrar nunca un mínimo arrepentimiento, más
bien reafirmándose en ellos y vanagloriándose de los mismos.
El dueño de la calle, que presumía de haber dejado
plantada a la imponente Ava Gardner y se
bañaba en “meyba” en la radioactiva playa de Palomares, al que el arzobispo
compostelano acaba de considerar como “un
hombre de bien”, la ha palmado en olor de multitudes…políticas. No creo que
las familias de Grimau, de Ruano, de los muertos en Vitoria o Montejurra, o los
tiroteados en las calles de la metrópoli participen del coro de turiferarios
encabezados por el Borbonato –padre, hijo y supongo que hasta yerno- inspirados
por “su lealtad a España” y su papel
como “gran servidor del estado” y
seguidos por los cavernarios de la derecha hispana con su también gallego jefe
de filas al frente, para quién “Manuel Fraga actuó guiado por
dos principios: el amor a España y el entendimiento de la política como un
servicio público. Es el ejemplo de la apuesta por la política, la reforma y las
instituciones para la resolución de los problemas que a todos nos afectan. Si
la historia de España en estos años, es una historia de éxitos y prosperidad
es, en parte, gracias a hombres como él que con su generosidad crearon las
bases de la democracia en la que vivimos hoy”. Otros, como el cachanchán de
las Azores, proclama que con Fraga “muere
un patriota, un servidor de España” mientras que su esposa, alcaldesa
neófita de la Villa y Corte, se emperra que al ínclito D. Manuel hay que
dedicarle una calle o una plaza madrileña.
Más duro se me hace entender las expresiones de los responsables
psoeísticos como Zapatero, que subrayó en su telegrama de pésame “el reconocimiento y respeto que merecen una
trayectoria tan definida por el servicio público como la suya y tan importante
también para la consolidación de la democracia española” o Rubalcaba para quien el finado “ha sido un hombre clave para nuestra
historia política. Me gustaría quedarme con el Fraga padre de la Constitución
que nos ha permitido vivir en esta democracia ya sólida y solvente”. Algo
más moderado fue Carrillo, para quien Fraga, “fue un hombre muy de derechas, muy autoritario y muy empecinado en sus
ideas y en sus actitudes” destacando “su
capacidad para adaptarse a los tiempos”, elogiando además “su papel positivo en la aprobación de la
Constitución”.
Fraga no fue culpable de crímenes de guerra. Solo lo
fue de los de la postguerra porque cuando estalló la sublevación fascio-militar
que provocó la Guerra de España aún no tenía 14 años. Edad para ingresar en los
cachorros de la Falange pero no para ir al frente, así que, como a algunos
militares de retaguardia, “el valor se le supone”. Tomó partido de entrada y
puso su indudable inteligencia y preparación intelectual al servicio de los que
sembraron las cunetas y descampados de España y sus colonias africanas de
cadáveres y las prisiones de miedo y dolor en los años sucesivos. Su opinión,
siempre mantenida y reiteradamente expresada es muy clara al respecto “El glorioso alzamiento popular del 18 de
julio de 1936 fue uno de los más simpáticos movimientos político-sociales del
mundo”. ¡Qué felices eran entonando, caralsol y a voz en cuello, cánticos
religiosos y patrióticos en los Salones de Fyffes, en La Isleta, en Gando, en Tefía…, los antes malvados
presos “rojos” –entre ellos varios de mis tíos- a los que el simpático
movimiento salvador había liberado drásticamente de sus errores! Tan simpático
fue todo que las descarnadas calaveras de los asesinados siguen mostrando
permanentemente la blanca sonrisa de sus dientes. Salen riéndose de los Pozos de Arucas o
siguen riéndose en la Sima Jinamar, en la Mar Fea, en las Cañadas del Teide, en
los pinares del Paso o ligados aún a sus potalas.
El coro de plañideras políticas de todos los pelajes
cantando las alabanzas fúnebres del supuestamente democratizado fascista pone
en evidencia la realidad de que el enano dictador dejó todo atado y bien atado
con monaguillos muñidores ilustres como el finado, pero para entender en su
integridad el papel de Fraga hay que situarlo en la historia: Al acabar la
Guerra de España los vencedores entienden la necesidad de crear un entramado
político en que sustentar el Régimen. Así agrupan a todas las derechas en la
Falange Española Tradicionalista y de las JONS como armazón central a la que,
incluso, la Ley del 6/11/41 equipara fiscal y tributariamente al propio Estado.
Falange Española se va transformando en “Movimiento” en el que encaja
perfectamente la ambiciosa figura de Fraga
que ya desde 1945 había entrado a las Cortes franquistas como letrado y
que en 1956, como director del Instituto de Estudios Políticos del franquismo
comienza a diseñar las futuras salidas para la dictadura que garantizara la
continuidad de las ideas tras su inevitable declive. En 1957 se crea la
Secretaría General del Movimiento con José Solís como Ministro Secretario
General. Dentro del nuevo organismo supremo del fascismo español se agrupaban,
además de la Organización Sindical, las Delegaciones Nacionales de Provincias,
de Juventudes, de la Sección Femenina, de Organizaciones, de Auxilio Social, de
Educación física y deportes, de Asociaciones y la de Prensa, propaganda y radio
que heredó la emisora regalo de Goebbels a Franco para que RNE comenzara sus
emisiones. Manuel Fraga se encargó de dirigir la Delegación Nacional de
Asociaciones, un potpurrí que agrupaba a las hermandades de excombatientes, las
de excautivos, las asociaciones de profesorado de E. medias y superiores, las
de magisterio y primaria, las asociaciones familiares y profesionales, al SEU …
Ese mismo año 57 en que Fraga llega a la cúspide
del Movimiento fascista se constituye la Comunidad Económica Europea y la
eficacia y el éxito económico que en sus inicios supuso impulsó en 1962 al
gobierno franquista a solicitar conversaciones de adhesión a la misma, pero a
las reuniones en junio del IV Congreso del Movimiento Europeo acude una
delegación española de no afectos al franquismo -salvo los comunistas que son
excluidos- y se produce el llamado “Contubernio de Múnich” que exige, previas
al posible ingreso en la CEE, la democratización, las libertades públicas
individuales y colectivas y el respeto a “las
entidades naturales” refiriéndose veladamente así a las naciones y colonias
que agrupaba el estado fascista. El régimen español moviliza a todas sus
organizaciones, concentra masas en repulsa, y llena de epítetos contra “los
traidores, los rojos y los comunistas subversivos” toda la prensa. Franco, en
una multitudinaria y orquestada concentración
en Valencia, proclama que la causa de la enemistad europea era “la infiltración comunista en Europa que con su acción solapada influye en la
mayoría de los órganos de opinión siendo raro el que no se encuentra parasitado
por el oro soviético” pero tanto Franco como las dos piezas claves de la
Falange -Solís y Fraga- saben que su supervivencia precisa de un cambio de
imagen y en julio se constituye un nuevo gobierno del fascismo. Entra con
fuerza el Opus Dei con López Bravo y 4 ministros más, mientras la Falange se
refuerza con el renovado papel de Solís y con la entrada de Fraga al Ministerio
de Información y Turismo, con la portavocía pública del gobierno.
Es ocupando tal poltrona ministerial, responsable de
las mayores operaciones de blanqueo de cara del franquismo como los “25 Años de Paz” -y “Ciencia” añadía el
vulgo- o el “Spain is different”, cuando asume y justifica el asesinato legal
de Julián Grimau –al que denominó “ese
caballerete”- o se dirige telefónicamente al padre del estudiante Enrique
Ruano, “suicidado” por la policía española, amenazándolo con represalias sobre
su otra hija Margot si continuaban las protestas por el burdo asesinato. Es en
ese ministerio, en el que perdurará hasta el 69, en el que se convierte en la
clave para el sostenimiento y la prolongación del régimen, misión que enlazará
con su Vicepresidencia del Gobierno de España y con el Ministerio de la
Gobernación, el de los temidos calabozos
de Puerta del Sol. Continuará luego ese esfuerzo salvador del Régimen con sus
trabajos como “Padre” de la Constitución que logran –con la complicidad
culpable de una izquierda desnortada- que el fascismo se prolongue a través del
sucesor nombrado por Franco “a título de
Rey” el Borbón Juan Carlos. Es esta prolongación fascista en el tiempo la
que puede explicar el resultado final y casi actual de uno de los procesos que
Fraga se encargó de maquillar desde su ministerio: el asesinato a garrote vil
de los militantes cenetistas Francisco Granados y Joaquín Delgado. Falsamente
acusados de un delito de terrorismo tras la explosión de dos pequeños
artefactos que estallaron el 29 de julio de 1963, uno en la sección de
pasaportes de la Dirección General de Seguridad y el otro en la Delegación
Nacional de Sindicatos con el resultado de algunos heridos leves al fallar un
detonador y adelantarse la primera explosión y detenidos dos días después,
“confesaron” su autoría tras seis días de torturas policiales e inmediatamente,
sin contar con ninguna otra prueba, el día 11, se anuncia su enjuiciamiento a
las 48 horas siguientes. El día 13 de julio, nombrado un militar no letrado sin
previo conocimiento de la causa para su defensa, son condenados a muerte por el
Juzgado Militar Especial Nacional de Actividades Extremistas y ejecutados a
garrote vil el día 17 tras contar con el enterado del cristiano caudillo Franco
y la protección de la propaganda fraguista. Ya desde el momento de su detención
y antes de la parodia del juicio el Consejo Ibérico de Liberación, la
organización clandestina de los dos anarquistas, emitió un comunicado indicando
que la autoría del atentado no correspondía a los detenidos, pero años más
tarde los verdaderos autores afirmaron su autoría por escrito ante notario. Con
esas declaraciones, en las que Antonio Martín Bellido y Sergio Hernández se
responsabilizaban del hecho, los familiares de los asesinados “legalmente” -la
viuda de Granados y el hermano y la sobrina de Delgado- presentan en febrero
del 98 recurso de revisión de la sentencia ante el Tribunal Supremo, recurso
que es rechazado en marzo del 99 en aplicación de la Ley Procesal Militar.
Presentado recurso de amparo constitucional para que se admitan los medios de
prueba suministrados por los familiares y admitidos estos en julio de 2004 se
admite el amparo y se celebra nuevo juicio presentándose en el mismo los
autores del hecho y sus entonces mandos orgánicos, pero la Sala de lo Militar
del Tribunal Supremo da, el 18 de diciembre de 2006, un nuevo carpetazo a todo
el asunto basados en la supuesta no credibilidad de los declarantes “a causa
del tiempo transcurrido desde el hecho”, nueva prueba de la absoluta vigencia
del franquismo exaltado, loado y, sobre todo, prolongado por Fraga.
Razón tiene su discípulo predilecto, el pseudotejano amigo de Bush, cuando asegura que “términos como Transición, Constitución y PP
son sencillamente incomprensibles sin Manuel Fraga”. Le faltaron términos
como fascismo y dictadura que, sin Fraga, tampoco se comprenderían. Cuando en
2007 en “El Faro de Vigo” comparaba la figura de Franco en España con la de
Napoleón en Francia, declaraba tajante que “el
franquismo ha sentado las bases para una España con más orden” nos dejaba
su testamento político. Lo dicho: todo
atado y bien atado en gran parte gracias al Gaitero Mayor del Reino.
Canarias a 23 de enero de 2012
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