En
el último debate de investidura del Reino de España, pudimos ver como la ficción
se mantiene y el poder se niega a probar nuevas fórmulas, que destruyan el
circo vigente hasta hace bien poco si a nivel electoral nos referimos. Llama la
atención que se escuchen fuertes tirones de oreja a los poderes dominantes, que
sean más que en los anteriores y aburridos años en los que apenas se escuchaba
otra voz entre la maraña del bipartidismo.
Pese a este renovado
aire, si algo destaca en esta nueva política, es la casi total ausencia de
Canarias como sujeto propio, en el más amplio sentido de la expresión. Coalición
Canaria, con la señora Oramas a la cabeza, apenas si sirve ya para algo más
que reflejar el estrepitoso fracaso de la derecha canarista, de esa canariedad vana,
estereotipada, chabacana, potenciada por el regionalismo conservador para su
beneficio desde hace muchos años.
Una derecha que se
aprovechó, sin merecerlo, del trabajo realizado por el verdadero nacionalismo e
independentismo en la segunda mitad del siglo pasado. Y digo sin merecerlo,
porque el grueso de CC no es más que un reciclaje de lo que en su época fue el
Movimiento Nacional, con algunos metamorfoseados que pagaron el añejo pecado de
ser de izquierdas pasando a trabajar para sus antiguos enemigos políticos. Es
notoria la vinculación de ciertas figuras regionalistas con el franquismo y la
política en Canarias, desde hace bastante tiempo. Hablamos de una histórica
política de pactos entre las élites canarias y la Corona Española.
El desarrollo de una
cultura reivindicativa de lo canario, a partir del tardofranquismo, es fruto de
muchas mentes inquietas, generalmente de origen popular, con pocos medios pero
con muchas ganas, que ayudaron a rescatar y a poner en nuestra época muchas de
las señas de identidad y una concepción de la canariedad como sujeto propio,
diferenciado, del que sentirse orgulloso a la hora de construir futuro.
La fuerza de aquel
movimiento fue tal, que influyó de manera determinante tanto a izquierdas como
a derechas, incluyendo en el relato colectivo la reivindicación de la
canariedad como sujeto político, la posibilidad de conseguir el máximo
autogobierno o incluso la independencia. Una vieja reivindicación, paralela a
la de todo el imperio de ultramar hispano, que se puede rastrear desde comienzos
del siglo XIX y con diversos altibajos llega hasta hoy.
Pues bien, la derecha
canaria que en aquella época, salvo pequeñas excepciones marginales, se
aglutinaba en UCD o en organizaciones independientes, municipales y demás; se
dio cuenta de que “lo canario vendía”y
transmutada en independiente e insularista, dio la batalla en los ochenta contra
las izquierdas ganando la guerra del agua para los aguatenientes y logrando a
comienzos de la década siguiente lo que Franco no había conseguido en cuarenta
años de espantosa dictadura: liquidar a las organizaciones que estaban a la
izquierda del PSOE, absorbiéndolas mediante la compra de sus líderes y la
quema de sus bases.
El momento clave fue
aquel en el que los privilegios históricos de la oligarquía canaria se debatían
ante una entrada en la Europa de los mercaderes, que vista con años de
perspectiva resultó un auténtico desastre para nuestras Islas. Salvo, claro
está, para los grandes beneficiados de subvenciones, trinquetes y
especulaciones varias, que corrieron por los desgraciados peñones como en los
mejores tiempos de pata de palo, arrasando cualquier cosa. La cultura del
amiguismo, del clientelismo, del nepotismo, del caciquismo y de todos los ismos
malos, se reinventó en Canarias, esta vez vestida de “lo
nuestro”.
La creación de CC, fue
una jugada magistral que demuestra la verdad de un decir existente entre los auténticos
partidarios de una Canarias autocentrada y en lucha por su emancipación: “los independentistas y nacionalistas
plantaron las papas en los setenta, las arrimaron en los ochenta y Coalición
las cosechó en los noventa”. Y
es que fue así, se aprovecharon y adueñaron de un discurso que nunca les
correspondió, en el que no creen ni creyeron nunca. Como prueba son aquellas
minorías que intentando ideologizar realmente la formación en un sentido mínimamente
nacionalista, fueron acalladas o desautorizadas.
Nunca Canarias fue tan
dependiente del exterior como ahora, en todos los sentidos, nunca la cultura y
tradición canaria estuvieron en peor estado, nunca tanta gente había
relacionado reivindicación de lo canario con corrupción y manejos sucios desde
que existe CC. Si se supone que ellos son nacionalistas y llevan desde el 93
participando en toda clase de gobiernos, ¿no es todo esto reflejo de un fracaso
político y la necesidad de que se forme un nuevo frente canario, que luche
realmente por los problemas de este país? ¿No es la confirmación de que CC
nunca fue un partido nacionalista, sino una organización de intereses oligárquicos
hecha para presionar en Madrid a favor de sus prebendas?
No hay más que ver a
los líderes de esa formación política para darse cuenta de que no son
personas que quieran servir a la sociedad, sino servirse de la sociedad. Como
muestra el famoso documento presentado por el presidente agachado, en el que
vende a nuestro pueblo como mano de obra barata, haciendo parecer buenos los
tiempos de Rivero.
Miremos cómo están
enredados en Tindaya, pretendiendo realizar un atentado a todas luces contra el
patrimonio y la naturaleza canaria, que además está envuelto en el peor de los
escándalos de corrupción de toda la triste autonomía que padecemos. Ya, para
espanto general, veamos cómo están reactivando, con su Ley del Suelo, la
especulación de los limitados recursos canarios.
CC aprovechó el
espantajo del nacionalismo para reivindicar sus parabienes en Madrid, al igual
que sus epígonos de Nueva Canarias, ahora buscando sombrita en el PSOE. Lo
canario no vende, pues ellos mismos lo mataron y solito se murió, hay que
buscar nuevas fronteras para continuar viviendo y aprovechando lo público para
el interés de los propios.
Ana Oramas, cada vez más
derechizada y echada al monte, junto a Clavijo, parecen ser simplemente un PP
canario con timple y mancha de mojo. La prueba es su declaración de anatema
contra Podemos, sin la aprobación del “ala progresista” (aunque
Chillidista) del partido. Unas declaraciones que parecen balones tirados fuera,
ante la anomia de Coalición, destinados a evitar sus responsabilidades en la
debacle de la formación que representa.
Se evidencian tiempos
sombríos para el regionalismo, que ya no atrae porque precisamente secó la
teta de la que mamo el baifo tantos años. La canariedad que absorbió sin
merecerlo Coalición, ya es un lejano eco de la Canarias rural, indígena,
prepolítica. No han realizado trabajo serio en cuanto a los contenidos
canarios, la difusión de las tradiciones e historia de las Islas. Un partido
que proviene del nacionalismo español no puede ser nacionalista canario y es
palmario el desinterés coalicionero por la normalización y promoción seria de
un bagaje muy rico, pero que está en serio peligro de desaparición.
Las nuevas generaciones
que no fueron criadas conociendo su tierra, en un contexto más urbano, sin
conexión con las raíces, ya no caen tan fácilmente en el vótame
porque soy canario. Han construido su propia tumba y veremos lo que les
dura el supuesto nacionalismo, ante la creciente pérdida de votos y apoyos,
escorados a otras formaciones. No hay más que ver como en amplias zonas de las
Islas, en las que el PP sustituye a CC, los populares no tienen el más mínimo
problema a la hora de apropiarse del legado regionalista, al fin y al cabo no
existe demasiada diferencia entre ambas formaciones, al menos en la provincia
occidental.
Parece ser que alguna
de aquellas papas antes mencionadas y cosechadas por Coalición, le resultaron
con polilla guatemalteca, de esa que dejaron entrar, como cientos de plagas más,
mientras sus amigos importadores disfrutan del negocio.
La solución tampoco
pasa por sumarse, sin pensar, a los nuevos vientos que corren a nivel estatal,
sino aprender de ellos y arriesgar por una regeneración profunda de nuestra
tierra desde un punto de vista netamente propio, pues es obvio que existe una
dimensión canaria. No podemos dejar que se gestione desde fuera lo que nos atañe,
porque nuestra economía, nuestra situación, nuestra sociedad, requieren
respuestas distintas. Y es así, puesto que estas dimensiones son muy diferentes
al resto del estado, o al igual interesa que sigamos siendo una burbuja del
Norte en pleno Sur, sin relación de amistad y comercio justo con nuestros
verdaderos vecinos.
Tampoco podemos dejar
que la reivindicación de los derechos colectivos canarios y nuestra real
especificidad, sean barridas gracias a una ola de desprecio motivada por los
hechos de esta minoría de privilegiados, que se aprovecha de nuestro nombre
para ganar réditos dentro y fuera de este país. Ahora es el momento de
descubrir realmente a nuestra sociedad quiénes son, para barrer del mapa a CC y
permitir el resurgimiento de una canariedad política consciente, que piense en
mayorías y en futuro.
Poco a poco, pero sin
pausa, es necesario que se genere un movimiento verdaderamente nuestro, capaz de
disputar el poder, que luche por todas las personas que viven en estas Islas,
independientemente de su origen. Que facilite la gestión de nuestro futuro
desde aquí, que preserve las señas positivas de nuestra identidad. Con el
objetivo de llegar a ser plenamente soberanos a nivel alimentario, energético,
político, sin las presiones de aguatenientes, importadores y corruptores del
bien común en general. Para integrarnos en el mundo desde un punto de vista
sostenible y humano, sin vinculación con cualquier clase de agresión o
imperialismo. Porque el verdadero canarismo político siempre fue rebelde,
luchador, ecologista, universalista.
Desterremos de nuestro
panorama a una fuerza (y a sus iguales) que ha podrido nuestra tierra, usurpando
nuestra identidad y nuestro futuro, en beneficio de los herederos del más añejo
y terrible caciquismo. Comencemos a pensar de verdad en las nuevas generaciones,
y dejemos de jugar a la política para hacer política realmente.
De
viejas satisfacciones unas
derechas isleñas de
lo nuestro se hacen dueñas rebosantes
de ilusiones usando
ajenas pasiones lo
demostraron con creces que
cogiendo otras mieses pudieron
desorbitar y
poder bien cosechar sirviendo
a sus intereses |
Y
nuestro deber ahora es
coger otro camino rectificar
un destino y
hacerlo ya sin demora sin
nada que edulcora el
pensar independiente con
en un modo diligente con
el grueso de un calibre busquemos
un país libre progresista
y consecuente Pedro Pérez “El Gasio” |
Adenda:
La despolitización de la sociedad canaria, su falta de
participación y desmovilización determinan en buena parte su desvertebración.
No existe elementos de cohesión nacional canaria hoy por hoy y esto facilita la
alineación cultural y política del pueblo canario. El colonialismo y sus acólitos
han hecho un gran esfuerzo en reducir la identidad de nuestro pueblo al
folklorismo en un intento de borrarnos y despojarnos de autodefensa alguna. Ni
una educación propia, ni una ley de residencia, ni una selección deportiva, ni
casi un medio de comunicación...El importante porcentaje de canarios arraigados
a la canariedad no han sabido, en su inmensa mayoría, traducir este importante
hecho a la política, y en nuestra opinión en este fenómeno ha jugado un
importante papel Coalición Canaria como muro de contención al verdadero
nacionalismo y la izquierda popular de nuestro país. Ha hecho que con sus dos décadas
de gobierno hayan desprestigiado la denominación ‘nacionalista’ hasta el
extremo. ¿Como? pues muy fácil; haciendo una política profundamente
anti-nacionalista, destrozando el país y su futuro. La situación de la
izquierda no es mucho mejor, ya que en Canarias sólo han sido un verdadero
motor de cambio en el breve periodo republicano donde ya circulaban ideas
independentistas, y por último cuando en asociación al nacionalismo real y
soberanista articuló un movimiento popular importante en los primeros años
posteriores al franquismo con coaliciones como el PCU y UPC -ésta última ya
desvirtuada-. Es evidente que aplicar políticas y vías de izquierda en
Canarias no pueden sino pasar por la centralización en la realidad del Archipiélago
y sus aspiraciones nacionales que deben partir del reconocimiento de la nación
y sus derechos, del hecho colonial y el derecho democrático irrenunciable a la
autodeterminación y soberanía canaria. Conservar, desarrollar y difundir
nuestra cultura e identidad, defender la tierra y el patrimonio, estudiar y
pensar nuestra realidad, construir una base social y movilizarnos por nuestros
derechos nacionales y sociales son la única vía para ganarnos un futuro como
pueblo.
Fuente:
nacioncanaria.blogspot.com