Existencias únicas
Elisa Rodríguez Court
En las concentraciones y asambleas de la
plataforma "¡Democracia Real Ya!" se comprueba que los seres humanos no son
intercambiables. Desafiando los secos y neutros datos registrales, se alzan las
voces de los indignados bajo el intenso empuje de los jóvenes. Entre los innumerables participantes,
bien sentados en el pavimento con las piernas cruzadas o de pie ejerciendo el
derecho a la cacerolada, se llega a sentir que dejamos de ser un número más en
las habituales estadísticas de las que se sirve la política institucional. Ya
se sabe, esta siempre nos deja en la incertidumbre acerca de los individuos. No
nos revela más que un lugar abstracto que supuestamente ocupamos en los
padrones generales que presuntamente dan cuenta del estado de las situaciones.
Su lenguaje está hecho de tablas y porcentajes que hablan del indiferenciado
término medio.
Junto a los indignados en las plazas no
hay ciencia que explique los testimonios de las vidas particulares de los
individuos. Jóvenes con carreras universitarias y dominio de idiomas que están
en paro, hombres y mujeres fuera de toda circulación en el ámbito económico y
social, personas que no han logrado trabajar nunca ni con perspectivas -de
seguir el actual panorama- de llegar a conseguir alguna vez un trabajo,
estudiantes entusiasmados con sus estudios y con un futuro incierto, gente
despedida de sus puestos de trabajo. Están también aquellos, numerosos, que,
aunque no tan golpeados por la denominada crisis actual, claman igualmente por
una sociedad justa y humana. Todos ellos se muestran como retratos admirables
tan parecidos a esos lienzos de pintores que dan vida a seres anónimos y cuya
pintura resulta inimitable no precisamente por representar a personalidades. En
estos lienzos pensé mientras contemplaba y escuchaba en una asamblea a los
indignados: voces alzadas, brazos levantados para pedir la palabra o para
aplaudir propuestas o rechazarlas con sus manos danzando en el aire, cantos,
risas y enfados cordiales, movimiento de cabezas, abrazos. Gestos que otorgan
el mismo valor a la vida de cada persona y que hablan de las existencias únicas
de los seres humanos.
1 de Junio de 2011. Las Palmas de Gran Canaria.