EVA PERÓN, GRAN CANARIA Y EL TRIGO QUE NUNCA LLEGÓ

 

Eduardo Pedro García Rodríguez

 

El 8 de junio de 1947 Eva Duarte de Perón (en realidad Eva Ibarguren, hija natural del poderoso estanciero Juan Duarte. Eva vivió una infancia de pobreza junto a sus hermanos y su madre Juana Ibarguren,) visita la isla de Gran Canaria Después de haber hecho escalas en Natal (Brasil), Villa Cisneros (Sáhara Occidental “provincia ex española” en África) y en la Isla de Gran Canaria una de las que conforman la colonia  española de Canarias también situadas en el noreste de África.

Pernocta en Villa Cisneros la noche del sábado día 7, donde había hecho escala a las 23,13 h., en el aeropuerto de Villacisneros donde fue cumplimentada  por el ministro español de Asuntos Exteriores, Alberto Martín Artajo, y el secretario del Jefe del Estado, Francisco Franco Salgado-Araujo, acompañados de sus esposas, así como el Consejero de la Embajada argentina en Madrid y el jefe de la zona aérea de Canarias.

Escoltada por los soldados moros del Ejército de ocupación español y entre las aclamaciones de numerosos saharauis ataviados con sus trajes típicos, Eva Perón asiste a una recepción en el Casino militar de oficiales de Villa Cisneros, antes de retirarse a descansar.

A las diez de la mañana del domingo 8 arribó al aeropuerto de Gando en un avión de hélice DC-8 de Iberia puesto a su disposición en Argentina por el gobierno franquista, acompañada entre otras autoridades fascistas, por el entonces ministro español de Asuntos Exteriores Martín Artajo, siendo recibida en el aeropuerto por las autoridades civiles y militares coloniales de la época.

A las puertas de Catedral  fue recibida por el obispo Pildáin con el cabildo catedral, tras oír misa en la Catedral que fue oficiada por el chantre Juan Espino Juárez., es agasajada con un almuerzo en el albergue de Gando, donde el capitán general de Canarias, García Escamez quien como era preceptivo pronunció un discurso con referencias propias a la doctrina política impartida por el régimen fascista. A través de una agrupación folklórica de Educación y Descanso, la obsequia con productos típicos del archipiélago.

A las 14,30 h. P.M.  el DC-4 despega rumbo a la Metrópoli.

A las 20:30 horas del domingo 8 de junio, el DC-4 de Iberia, aterriza en el aeropuerto de Barajas.

El Dictador Francisco Franco, su esposa Carmen Polo, el gobierno en pleno y una nutrida concentración popular la recibieron en el aeropuerto de Barajas. Al día siguiente, en la recepción oficial, Franco le impuso la Gran Cruz de Isabel la Católica.

En esa ceremonia, una multitud se concentró en las inmediaciones, a cuyo efecto las autoridades habían ordenado el cierre de  los comercios antes del mediodía. Por la noche se realizó en su honor una comida de gala en la que actuaron lo más representativo de la España de pandereta Lola Flores, Carmen Sevilla, Manolo Caracol y Juanita Reina.

Además el gobierno de Franco obsequió a Eva Perón con una colección de 53 trajes regionales confeccionados especialmente a su medida. Al recibirlos, Evita expresó:

“Estos trajes fueron obsequiados por el pueblo español a la mujer que, en este momento, representa al pueblo argentino. En esa convicción acepté tan magnífico homenaje y deseo que del mismo participen todos mis conciudadanos”.

Aislada internacionalmente y atenazada por carencias de todo tipo, la España de 1947 recibió con gran aparato la visita de Eva Perón. El régimen del general Franco se desvivió durante aquellas dos semanas de junio por agasajar a la esposa del mandatario argentino

En el contexto de aislamiento en que se encontraba España, fue de vital importancia la ayuda política y económica que le brindara el gobierno de Perón. En el ámbito político, la Argentina defendió al régimen franquista en los foros internacionales -Naciones Unidas, conferencias interamericanas-; trató de persuadir a los gobiernos latinoamericanos de mejorar sus relaciones con el gobierno de Franco. En el plano económico, la asistencia del gobierno argentino, como se verá, también fue relevante.

Puede afirmarse que este apoyo hizo posible la supervivencia del régimen de Franco hasta que fuera aceptado  por los países de Occidente.

Un Convenio Comercial y de Pagos había sido firmado el 30 de octubre de 1946 en Buenos Aires y ampliamente publicitado. La Argentina concedía a España un crédito rotativo anual de 350 millones de pesos por tres años, con opción a renovarlo por otros dos años. El interés sería de 2,75%. También le era otorgado a España un préstamo de 400 millones de pesos, a ser devuelto en 25 años, que debía ser utilizado para el pago a la Argentina de las importaciones realizadas por España entre 1942 y 1946, una deuda que alcanzaba 225,5 millones de pesos.

Respecto de la venta de cereales, el acuerdo aseguraba a España por lo menos 400.000 toneladas de trigo en 1947 y otras 300.000 en 1948, siempre que el excedente de las exportaciones de trigo argentino no estuviera por debajo de 2, 6 millones de toneladas.

Si fuera así, la Argentina se comprometía a vender a España al menos 15% del mismo en 1947 y 12% en 1948. Condiciones semejantes se acordaban para el período 1949-1950. Asimismo, se convenía la venta de 120.000 toneladas de maíz en 1947 y otras 100.000 al año siguiente. Hasta 1951, España podría importar también carne, aceite comestible, legumbres y otros productos.

El tratado tenía también como hemos dicho  una intencionalidad política, dado que se firmó poco antes de la sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas que debía tratar la “cuestión española” y la propuesta de aplicar sanciones a España. Por ello, el acuerdo fue recibido por la Dictadura franquista con verdadero entusiasmo.

Por otra parte a Perón le interesaba políticamente tener un incondicional al otro lado del Atlántico, que bebiera del mismo botellón del totalitarismo y le acercara a sus amigos del Vaticano.

Aparte de los centenares de alemanes que Franco había escondido al sur de la isla de Fuerteventura, la cual adoptó, Perón estaba preocupado por la paupérrima condición de la isla de Gran Canaria. Y se lo mencionó a Evita. Y en el curso de su triunfal viaje por España, siempre generosa, Evita tuvo el gesto de mover su poderoso brazo compasivo en favor de la hambruna de las Islas Canarias (sin que su anfitrión se lo pidiera específicamente), enviando a las islas Canarias grandes barcos mercantes cargados de carne enlatada y trigo para el pan de  racionamiento canario que se mezclaba para hacerlo negro, pero para el paupérrimo pueblo canario algo era algo.

Se le dio tal promoción por  prensa y radio (y el No-Do) a esa ayuda argentina peronista y a la imagen de Eva Perón que todos en España y sus colonias, se la creyeron porque el gran montaje caritativo estaba bien montado gracias a la censura.  Sólo que muchos de estos barcos (no se sabe su número y el alcance en cifras de la ayuda global argentina) jamás llegaron a puertos canarios y no por culpa de algún torpedo equivocado de última hora.

Los barcos, ya en alta mar,  eran desviados a Italia mediante un oportuno telegrama dirigido desde Madrid al capitán del navío argentino y llegaban puntuales a su nuevo destino, que solía ser Nápoles.

Italia también pasaba hambre, retribuía a Franco en especie: posiblemente armas, municiones, calzado para la tropa,”condottieri” y joyas, quizás  para las damas del entorno del palacio de El Pardo y algún que otro abrigo de piel, a espaldas del hambre de las poblaciones canarias y la desilusión de los también descamisados, famélicos trabajadores isleños la mayoría en  paro.

Algún Cabildo complaciente o el gobernador civil, que por lo general era español, arreglaban la chapuza convenientemente y el racionamiento canario se consumía en Italia quizás  con la música nostálgica del Giovinezza en vez de oírse en Canarias el eco tan canario de “Roque Nublo”. Casi nadie se atrevía a protestar porque hasta las amas de casa sabían algo de las masacres de demócratas durante la guerra civil de los españoles realizada por los pelotones franquistas en las islas.

Eso se supo gracias a la declaración de pilotos vascos de los mercantes argentinos y de un capitán de la misma nacionalidad, que habían escapado “ilegalmente” a la Argentina cuando Bilbao cayó en manos franquistas y fascistas del Duce (junio l937) y en Buenos Aires se enrolaron en la Marina Mercante argentina. Y lo difundió Monseñor Pildain, obispo de  Canaria, que estaba semidesterrado en las islas.

Tal cosa no trascendió entonces por la obvia censura global hispano italiana. La mordaza duró casi medio siglo y los grandes montajes, más. Y Eva Perón y el pueblo argentino tampoco llegaron a saberlo nunca. El olvido no puede cubrir semejantes hechos  y los protagonistas han muerto ya. Y antes, murieron de hambre o de tuberculosis muchos isleños canarios.

Quizás como recuerdo de aquello tristes acontecimientos nos quedó el dicho popular: “Eso está más perdido que el barco del arroz”

Noviembre de 2011.

Fuentes consultadas:

Historia 16. Número 254 (1997)

De Gardel a Francisco Franco pasando por Eva Perón.                      

Alberto Elosegui

En: info@diasporaweb.es 

Historia de las Relaciones Exteriores Argentinas En: www.argentina-rree.com/index2.htm