El Evangelio social del Papa Francisco
Se va a las periferias para proclamar, una vez más, su Evangelio social. El Papa de los pobres ha vuelto a elegir una de las regiones más humildes y pobres de Italia, el Molisse, para reivindicar, desde allí, a pie de obra, que el sistema económico y político que no garantiza la dignidad de la persona humana es un mal sistema. Y hay que regenerarlo o cambiarlo.
"No poder llevar el pan a casa quita la dignidad". Y para recuperarla, Francisco propone un pacto por el empleo, que implique, de verdad, a todas las fuerzas sociales y políticas. Un pacto que no puede esperar, dado el sufrimiento que la falta de trabajo provoca en la gente. El paro no sólo dificulta el sustento, sino que elimina el elemento constitutivo del ser humano: su dignidad personal.
Según el Evangelio social de Francisco, este pacto por el empleo, que recupere la dignidad de la persona, tiene que sustentarse en cuatro pilares:
1.- La salvaguarda de la agricultura. "No abandonéis la tierra", pidió el Papa de ascendientes campesinos.
2.- La prohibición de la deforestación, que está dañando el medioambiente. Y citó expresamente la plaga de la deforestación en su "patria latinoamericana".
3.- La conciliación laboral con la vida familiar. "¿Juegas con tus hijos?". Ésta es la pregunta que hace el Papa a los padres que van a confesarse con él. Porque Francisco está convencido de que "estamos perdiendo la ciencia y la sabiduría de jugar con los hijos".
4.- La consagración del domingo no sólo como el día del Señor, sino también como el día de la gratuidad. El día para dedicarse a lo que uno ama y quiere. El día para la familia. "El domingo sin trabajo proclama la prioridad de la persona sobre el sistema económico". Porque "un domingo con trabajo no es una verdadera libertad".
Éste es el Evangelio social del Papa para estos tiempos de crisis. Francisco se convierte, una vez más, en campana de resonancia del pueblo. Recoge y amplifica sus gritos de desesperación. Y se los lanza, señalándolos con el dedo, a los rectores del sistema económico, político y financiero mundial. Por eso, le llaman el Papa Juan Bautista, porque no sólo se limita a denunciar la situación de indignidad en la que vive el pueblo, sino que, además, apunta con el dedo a los culpables. Arriesgando, con ello, su propia vida. Pero eso es lo que hicieron todos los profetas que en el mundo hubo y hay.
* Fuente: elmundo.es/2014/07/05