La etnia canaria desaparece
Antonio
García de Luis
Lenta y
progresivamente nos extinguimos. Somos los últimos vestigios de los cientos de
pasos de las generaciones nacidas en Canarias. Al igual que fue exterminada la etnia
aborigen isleña por sus invasores castellanos, hoy éstos nos están
"aniquilando".
Fijémonos en la
evolución de algunos casos y de arraigos. El mío en particular está afincado en
esta isla desde épocas centenarias. Mis antecesores nacieron en La Guancha y
según consta en las escrituras legalmente registradas de mi familia, éstas son
de las más antiguas de las islas con varios cientos de años. Tanto es así que
al adquirir unos terrenos anexos a los de mis padres pude comprobar que sus
propietarios y yo teníamos el mismo árbol genealógico. Al indagar algo más pude
"unir" estas tierras desde las cumbres de La Guancha hasta la misma
playa de San Marcos, e incluso en la misma plaza de la ermita de la playa de
Icod hay una placa con el símil de mi nombre y apellidos.
Al observar cómo hemos
sido desplazados siento la misma sensación que pudo haber sentido ¡El último
guanche!, el verdadero aborigen de nuestras Islas Canarias.
En Tenerife se vende
la tierra, huerta a huerta, palmo a palmo desde los años setenta. En la zona de
Alcampo, en La Laguna, en el año 1986, conocí a un emigrante canario de
Tegueste llegado de Cuba, que por cien millones vendió las tierras de sus
antecesores.
Otro caso que conocí,
éste ocurrió en el Puerto de la Cruz, donde un isleño vendió sus plataneras
para un hotel. El que era el dueño de estas fincas hoy trabaja en ese mismo
hotel fregando platos. La costa de Adeje fue vendida por seiscientos millones
de pesetas a principios de los setenta, la que fue la mejor zona de Canarias en
el cultivo de plátanos.
Canarias no se nos
vende a los canarios y están desapareciendo nuestras tierras en manos de
empresas que explotan a Canarias y a sus gentes. El isleño ha sido relegado a
la esclavitud y la explotación por sus señores feudales, los propietarios de
nuestras islas.
Nuestros mayores están
abandonados en la mayor de las miserias, con una pensión de trescientos euros,
pasando necesidades por culpa de nosotros mismos que somos los que hemos
permitido esta "expropiación". Ellos, nuestros padres, con un gran
esfuerzo han vendido la gran parte de "sus" terrenos para poder
darnos una vida mejor de la que ellos tuvieron. ¡Y nosotros no somos ni ciegos
ni sordos cuando nuestros padres nos lloran las añoranzas de sus tierras! Las
que hoy ven convertidas en cemento y explotadas por gentes ajenas a nuestras
islas. Los canarios hemos pasado de ser los dueños y señores de este paraíso a
ser los servidores y sus esclavos haciendo los trabajos que nadie quiere.
Vendimos nuestras
últimas cosechas hace ya varios años cuando trabajábamos en la construcción de
las zonas turísticas. Al mismo tiempo que llevábamos en el maletero del coche
un gran saco de papas o de naranjas o un cabrito para vender a los hoteles por
cuatro perras gordas. Ahora que la construcción ha llegado a un punto muerto y
al haberse abandonado el campo sin ser previsores, es por lo que estamos
pagando hoy el ¡paro más alto de toda España!, con la cesta más cara de la
compra y enviando a nuestros hijos que se han formado en la Universidad, ¡lejos
de las fronteras de Canarias!, mientras ¡la miseria y el hambre! hacen
imposible la posibilidad de crearse nuevas familias e hijos, por esto por lo
que nos extinguimos. Sin recursos económicos no podemos optar.
El pueblo canario
quiere y necesita de sus hijos para no ser otra etnia extinguida, esa misma que
hoy ven los turistas en los museos el momificado guanche. Tiene que decir
¡hasta aquí ha llegado la explotación de nuestra tierra y de nuestra gente!,
las empresas que explotan nuestro enclave y recursos naturales y turísticos que
paguen tributo a nuestras islas. Por el no derecho al uso abusivo efectuado en
ellas y a su propia gente.
No somos aún eunucos,
tenemos unos derechos reconocidos y unas obligaciones para poder y querer
perpetuar nuestra estirpe canaria y disponer de la soberanía de nuestra tierra.
Nos las han "robado" con falsas promesas y engaños hasta por parte de
nuestra propia gente. La misma traición eliminó a nuestro antecesor y orgulloso
guanche.