La
estupidez de la ternura
Jose
Almeida Afonso *
"Cuando
varios señores vestidos de verde nos ordenaron detener el coche, la primera
reacción que tuvimos fue sonreírnos… -Tere dijo que seguro que sería una
broma de una cámara oculta. Cinco minutos más tarde la alegría desenfadada,
el sentimiento gozoso dio paso a un llanto irreprimible, a una historia tan
increíble como absurda... esta demostración de poder de una minoría
"militarizada a la que en ves de su nombre de pila se le sustituye por
numero... (en las siete islas hay aproximadamente dos mil números...) -- cuyo
principal objetivo, su papel fundamental es ser personas dedicadas a prevenir a
los ciudadanos, de robos, extorsiones, secuestros, asesinatos, y demás
ilegalidades, como agresiones, alteración del orden público o la vigilancia de
una correcta y fluidad conducción...---
Cuando
el color que por excelencia, por tener la capacidad de convertir una de las
sustancias químicas más venenosas de la naturaleza...., en fuente de vida; y
de pronto, nada más intuirlo, nos provoca rechazo, algo grave ocurrió....,
evidentemente, a ese color me refiero, al verde, el color de cada una de
las siete mil estrellas que iluminan de manera especial nuestra bandera nacional
canaria... --siete mil estrellas que iluminarán las calles, las casas, los
rostros de las personas que estuvimos el 23 de octubre de 2010 en la isla
hermana de Añaza..., al verde limón, al verde intenso de los
campos de millo cuando sus raíces son bien mimadas, o el verde, verde, que te
quiero verde, que nos transmiten las hojas de las higueras verdes..., "a la
que tienes delante de ti la llamo ´la cagona`..., tan pequeña y tan arrestá...."
Nos contaba con una delicadeza, una elegancia, hablando como si susurrara, como
si estuviera contándoselo a el mismo..., y a poco que lo pensaras no estabas
muy errado en tu observación..., y no lo estabas porque esa forma de expresarse
parecía más de personas que han pasado por la vida de una manera muy peculiar,
debido a que han sido más las horas vividas consigo mismo, con los suaves,
sutiles, casi inaudibles sonidos de la naturaleza y lejos, muy lejos de la
indiscreta mirada, de los altos sonidos que utilizamos por lo general las
personas que convivimos colectivamente, como si al levantar la voz y forzar las
cuerdas vocales te concediera la verdad absoluta, total..., cuando de sobras
sabes y te lo repites en el silencio de la noche, que no tiene más razón aquel
que más alto hable, sino el que lo haga con mayor elegancia y convicción...,
el que logre la perfecta tonalidad entre lo que dice, y cómo lo dice..., aunque
no sea del todo verdad... ¡Con qué facilidad abandono un tema y me sumerjo de
manera espontánea, natural en otro que también me exige atención....! ¡Yo
soy el primero en asombrarme de manera maravillosa, fantástica...!
Pero
es el verde, el que hoy llama mezquinamente nuestra atención... Hoy, con
indignada repugnancia, con maldita rabia e impotencia es el color más
maldecido, más odiado, más despreciado..., y podrían pensar que es injusto,
pero este sentimiento, esta asqueante sensación perdurará en la mayoría del
pueblo aldeano, hasta que no se restablezca el honor que tanto sufrimiento ha
ocasionado en sencillas personas..., en personas siempre de a pie..., nunca en
las más poderosas... Pero esta vez no..., esta vez no podremos considerar a
este color que siempre ha representado la vida, la esperanza, la fe, en el color
de la vida, la libertad y el respeto, sino en el color del temor, del miedo, el
color que representa la seguridad de los poderosos, y la indefensión del
pueblo, la plena tranquilidad de los señoritos, y la intranquilidad y el
desasosiego de los desposeídos... ¡¡¿Acaso no siempre lo hemos sentido así?!!
¡¡¿Cuándo ---y de verdad que me duele expresar este sentimiento que es el
eco que escucho cuando llego en silencio a casa--- las personas que representan,
que son los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado han defendido al pueblo de
caciques, terratenientes, aguatenientes, del clero, de los envilecidos y parásitos
aristócratas de sangre azul....???
¡¡Señores, señoras, yo sería el primero en exigir un servicio público las 24 horas del día once de septiembre, para evitar estos indeseables desencuentros entre la guardia civil y un pueblo que tiene todo el derecho de celebrar un día al año a sus más valerosos antepasados, y no debería permitir el pueblo que nada ni nadie venga a decirle lo que tiene que hacer y como lo tiene que hacer... Y ya puestos a ver quien demuestra no suelo tener la razón sino la fuerza que se obtiene de la mayoría del pueblo..., se me ocurre pedir firmas para que en días tan señalados la guardia civil, la policía y demás forme parte del jolgorio y no, como si fuéramos unos niños irresponsables que tienen que ordenar a verdaderos forzudos a vigilarnos para que nos portemos bien.... ¡¡¡Esto no es solo el claro ejemplo de que vamos cada vez más hacia un estado policial..., y nosotros, el pueblo, somos la masa el rebaño a dirigir y controlar y ordenar y encerrar y multar!!!! ¿¿¿esa que todavía muchøs no han llegado al siglo XXI y permanecen aun en la edad media???
Cuando
lleguen a su casa, cada unø reflexione sobre el tema.... -y es más serio de lo
que muchos creen..., mucho mas serio y a escala planetaria..., cuando el color
que por excelencia, por tener la capacidad de convertir una de las sustancias químicas
más venenosas de la naturaleza..., claro, a ese color me refiero, al verde limón,
al verde intenso de los campos de millo cuando sus raíces son bien mimadas, o
el verde, verde, que te quiero verde, que nos transmiten las hojas de las
higueras verdes..."a la que tienes delante de ti la llamo ´la cagona`...
tan pequeña y tan arrestá...." nos contaba con una delicadeza, una
elegancia, hablando como si susurrara, como si estuviera contándoselo a el
mismo..., y a poco que lo pensaras no estabas muy errado en tu observación...,
y no lo estabas porque esa forma de expresarse parecía más de personas que han
pasado por la vida, de una manera muy peculiar debido a que han sido más las
horas vividas consigo mismo, con los suaves, sutiles, casi inaudibles sonidos de
la naturaleza y lejos, muy lejos de la indiscreta mirada, de los altos sonidos
que utilizamos por lo general las personas que convivimos colectivamente, como
si al levantar la voz y forzar las cuerdas vocales te concediera la verdad
absoluta, total..., cuando de sobras sabes y te lo repites en el silencio de la
noche, que no tiene más razón aquel que más alto hable, sino el que lo haga
con mayor elegancia y convicción..., el que logre la perfecta tonalidad entre
lo que dice, y cómo lo dice..., aunque no sea del todo verdad....
*
Liberto Asudem Ibaraa