Estupideces
políticas
Cándido
Quintana
Es
evidente que la bahía de Santa Cruz posee unas condiciones muy especiales,
magníficas para el desarrollo de la actividad portuaria. Y no sólo por los
bonancibles tiempos de los que disfruta durante la mayor parte de los días del año,
sino también porque está, sin duda, en la rada más azocada de
En los últimos años, sin embargo, este
magnífico Puerto ha venido siendo abandonado, expresamente para que
Pero claro, haya lo que haya detrás del
innecesario disparate técnico y ecológico de Granadilla, las condiciones
favorables del Puerto de Santa Cruz son tan obvias, que ni así han logrado que
su muerte se hiciera realidad, todo lo contrario. Los argumentos de colapso,
imposibilidad de ampliación o fondos de saco, han quedado en eso, en saco roto
como mentiras que eran. El miércoles día 30 de marzo de 2011, un amigo tiró de mí
para realizar a pie el recorrido que miles de cruceristas,
llegados a Santa Cruz en varios grandes trasatlánticos, estaban teniendo que
hacer para acceder al centro de
En situaciones casi límites de los
negocios del Centro de Santa Cruz y con tremendas posibilidades de dinamizarlos
con esos largos miles de visitantes, pues no terminan de adecentar y facilitar
este tránsito de turistas, sino que, al contrario, se les hace pasar por todo
un calvario para llegar, que termina trasladándose por el boca a boca entre
ellos mismos, en un “mejor no vayas”. ¿Cómo es posible tal situación a estas
alturas, después de tantos años recibiendo cruceros? No se puede machacar tanto
a esta gente, no basta con la positiva dotación de azafatas en el recorrido, es
imprescindible también que este sea mucho más atractivo, deseable y fácil para los
visitantes.
Este día arribaron al Puerto de Santa
Cruz cinco grandes trasatlánticos coincidentes en el tiempo, cuatro de ellos atracaron
en el Dique Sur y el quinto en el Muelle de Ribera, al haber sido cubierta toda
la línea de atraque de aquel. Además y también coincidentes, habían dos buques
de Armas en el Pantalán y otro en el Ribera, en el que a medio día también
atracó un Fred Olsen. El Muelle Ribera terminó acogiendo a tres
importantes embarcaciones y unas cuantas
más de servicios auxiliares, por lo que su existencia fue realmente vital ese
día, como lo ha sido en muchas otras ocasiones.
Podría ser de recibo que el presidente
de
©
Cándido Quintana
Presidente de