La estafa del
IBI
Pedro
González Cánovas *
Pagar unos impuestos
cada vez más caros, mientras baja el precio o el valor de la vivienda es una
estafa institucional al ciudadano.
El Impuesto sobre Bienes Inmuebles, I.B.I., también conocido como
"Contribución Urbana", grava a las personas con propiedades
inmuebles, aplicando un porcentaje sobre su valor catastral, el cual es
calculado objetivamente a partir de datos obrantes en el Catastro Inmobiliario,
sin fechar, y está integrado por el valor catastral del suelo y el de las
edificaciones que se hallan sobre éste. Para su determinación se han de tener
en cuenta los criterios valorales establecidos en la normativa reguladora del
catastro inmobiliario y, como regla general, no puede superar el valor de
mercado.
El IBI es un impuesto
anual, que cada Ayuntamiento tiene la potestad, dentro de unos valores
establecidos y aplicando una serie de coeficientes a los mismos, variando así
los importes a pagar, sugún municipio y los principios aplicados desde cada
consistorio. Hay que aclarar las exepciones fiscales que benefician a las
religiones, pero nunca a la ciudadanía particular, que ha de pagar
"religiosamente" sin oportunidad de discutir los parámetros aplicados
o la subida constante. Junto a él se suele añadir la recogida de basura u
otros servicios de ámbito municipal.
Que no haya una
constante en las revisiones del valor estipulado por el Catastro Inmobiliario,
de forma que si el valor de la vivienda baja se reduzca el pago, o que los
coeficientes añadidos sean variables, son factores que se unen para producir
una estafa global a la ciudadanía, que está más pagando un impuesto directo
por su propiedad. Si bien es verdad que esto lo tenemos asumido como lógico y
natural, tampoco es de recibo que los propietarios y ocupantes de la propiedad
paguen los mismos impuestos que quienes tienen renta por la propiedad y no son
ocupantes reales. Así como tampoco es de justicia que la iglesia acapare tanta
propiedad inmobiliaria y no pague impuestos.
Lo mínimo en los
tiempos que vivimos sería que se revisara anualmente el valor catastral, lo que
ahora no se hace, estableciendo unos coeficientes fijos que no sorprendan en la
factura e, incluso, dando la oportunidad de pagar el IBI prestando servicios
comunitarios a nivel municipal, cuando se acredite situación económica que no
permita afrontar el pago.
De momento, lo que vemos
es que los valores de mercado se acercan cada vez más al valor catastral y el
IBI también. Lo que aparenta ser un intento local de mantener encarecido un
mercado inmobiliario que ha caído rápidamente, aunque no se aprecie tanto en
Canarias.
Hace falta más cordura
institucional y menos ansias de explotación, para poder hablar de una correcta
gestión municipal en cualquier punto de nuestro mapa archipielágico. Hace
falta tener la honradez suficiente y actualizar anualmente el valor catastral y
el del IBI, para no actuar como asaltantes con los propietarios. ¿Sería
posible?
*
Miembro de Alternativa Nacionalista Canaria