El "Estado fallido"
Ramón
Moreno Castilla
Antes de analizar el
fenómeno mundial de los "Estados fallidos", cuya mayoría se localiza
principalmente en nuestro continente africano -que es lo que interesa resaltar-,
hay que denunciar, sin paliativos, la responsabilidad histórica del
colonialismo europeo que se implantó en esta parte del mundo con la repartición
de África, y al que siguió, tras la independencia y la formación de nuevos
Estados, un imperialista neocolonialismo que propiciaba y/o apoyaba regímenes
políticos corruptos a líderes tribales afines, y otras ilegalidades que
permitían perpetuar el implacable expolio de las riquezas africanas y el
sometimiento de mercados cautivos, tan necesarios para las metrópolis en la
exportación de sus excedentes, así como nuevos destinos para la emigración.
Una breve reseña
histórica nos lleva, en efecto, al reparto de África llamado también
"disputa o carrera por África" consumado durante el periodo del nuevo
imperialismo, entre la década de 1880 y el comienzo de la Primera Guerra
Mundial, que involucró a Francia, Alemania y Reino Unido, aunque también
participaron Bélgica, Portugal y España. La segunda mitad del siglo XIX, en el
año 1877, fue testigo de la transición del imperialismo "informal"
que ejercía el control de territorios ajenos a través de la influencia militar
y la dominación económica. Los intentos para mediar entre la hegemonía imperial
de los Estados europeos fueron vanos, tal como demostró la Conferencia de
Berlín (1884-1885) entre Inglaterra, Francia y Alemania, que fue incapaz de
establecer definitivamente las reclamaciones de cada una de las potencias
implicadas. Estas disputas sobre África fueron, entre otros factores, el
detonante que originó la Primera Guerra Mundial.
La apertura de África
a la exploración y explotación occidental comenzó al final del siglo XVIII; los
europeos habían trazado mapas de la mayor parte del Noroeste del vecino
continente; mientras, España ya había "consolidado" la ilegal
ocupación de Canarias, ¡¡la primera y más antigua colonia del mundo!!, a la que luego se sumaron Guinea Ecuatorial, Sáhara Occidental, etcétera.
Entre los exploradores
europeos más famosos destacan David Livingstone, que cartografió el vasto
interior, y Alexandre de Serpa Pinto, quien en una peligrosa expedición cruzó
el inmenso territorio trazando mapas del interior del continente africano. En
las décadas de 1850 y 1860 se realizaron arduas expediciones por Richard
Burton, John Speke y James Grant, quienes
descubrieron la región de los grandes lagos centrales y el nacimiento del río
Nilo. Hacia final del siglo los europeos habían cartografiado el Nilo desde su
nacimiento y los cauces del río Níger; los ríos Congo y Zambeze fueron trazados
minuciosamente y el mundo descubriría las grandes maravillas y los inmensos
recursos de África, vilmente saqueados durante decenios; drenaje de recursos
que continúa hoy en día y que ha contribuido, en gran medida, al subdesarrollo
del continente africano.
En los comienzos de
las luchas por la posesión de África, las naciones occidentales controlaban
únicamente el diez por ciento del continente. En 1875 los territorios más
importantes por su extensión como por sus riquezas eran Argelia, bajo dominio
de Francia; la Colonia del Cabo, controlada por el Reino Unido, y Angola, que
estaba sometida por Portugal. Los adelantos tecnológicos facilitaron la
expansión a grandes distancias, y la industrialización provocó grandes avances
en transportes y comunicaciones, especialmente en la navegación a vapor,
ferrocarriles y telégrafos. Y los avances médicos fueron determinantes, en
especial las medicinas para enfermedades tropicales, como la quinina, un
efectivo tratamiento contra la malaria, que permitió a los europeos acceder a la
enorme región de los trópicos.
África se incorporaba
así a los "mercados globales" de la época, culminando la estrategia
de los "lobbys" de entonces, que sostenían que los mercados
protegidos en el continente africano resolvían los problemas de precios bajos y
sobreproducción causados por los mercados continentales en disminución. Pero de
acuerdo con la clásica tesis de John A. Hobson
expuesta en su obra "Imperialismo de 1902", que influiría en autores
tales como Lenin, León Trotsky o Hannah Arendt, esa
disminución de los mercados continentales fue un factor clave en el nuevo
periodo imperialista a nivel global. Además, los capitales excedentes eran por
lo general más rentables al invertirse en el extranjero, donde la mano de obra
barata, la limitada competencia y la abundancia de materias primas hacían
posible la obtención de mayores beneficios. El imperialismo & colonialismo
tenía, desde luego, otro aliciente: la demanda de recursos no disponibles en
Europa, especialmente cobre, algodón, té, caucho y hojalata, recursos a los que
se habían acostumbrado los consumidores europeos, y de los que la industria del
viejo continente era del todo dependiente. Sin contar los metales y piedras
preciosas y, posteriormente, los combustibles fósiles, petróleo y gas.
Finalizada la Segunda
Guerra Mundial, en cuyo transcurso se libraron cruentas batallas en suelo
africano, se inició el fenómeno emancipador en todo el planeta, sobre todo en
África, en el que Canarias quedó desgraciadamente
rezagada.
Y fue el principio
emergente de "localización geográfica", ¡¡que tiene primacía y
preponderancia sobre cualquier otro argumento!!, el que dio lugar al proceso de
descolonización e independencia de los países del llamado tercer mundo, al
poner de relieve la existencia de otros factores que el caduco y obsoleto
criterio de "soberanía política" (subterfugio legal para dar carta de
naturaleza a la apropiación de territorios por la fuerza de las armas, como fue
el caso flagrante de Canarias) había ignorado deliberadamente. Estos factores son
fundamentalmente el binomio "población y territorio", los cuales, al
ser considerados parte esencial del concepto de "independencia
política", consagraron "per se" el
derecho inalienable e imprescriptible a la libre autodeterminación e
independencia de los pueblos y a disponer libremente de los recursos naturales
de su territorio. Estos dos principios, estandartes del Derecho Internacional
contemporáneo, tuvieron su máxima expresión y reconocimiento en la Tercera
Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, firmada en Montego
Bay, Jamaica, el 10 de diciembre de 1982.
Con la irrupción de
las nuevas naciones en la comunidad internacional, y con el tiempo, fueron
apareciendo los denominados "Estados fallidos", de los que no hay una
clara definición universal. Empleando la terminología de Max Weber, se puede
decir que un Estado tiene "éxito" si mantiene el monopolio del uso
legítimo de la fuerza dentro de sus fronteras. Cuando no se da esta condición
(por ejemplo, cuando el panorama lo dominan señores de la guerra, grupos
paramilitares, o se suceden acciones terroristas), la esencia misma del Estado
resulta dudosa, y se considera que es fallido. Sin embargo, existen serias
dificultades a la hora de determinar cuándo un Estado es fallido, pues no hay
una clara unanimidad sobre lo que es el "monopolio del uso legítimo de la
fuerza", empezando por las complejas cuestiones que subyacen en la
definición de "legítimo". Este término se emplea también para
referirse a un Estado que no es efectivo, y no es capaz de aplicar sus propias
leyes de manera uniforme, registrando, por el contrario, altas tasas de
criminalidad, corrupción política, mercado informal, burocracia, ineficacia
judicial, interferencia militar en la política, o poderes civiles no estatales,
con presupuesto y poder político muy superiores a los del Gobierno. Pero
algunos reputados analistas consideran que el concepto no tiene "una
definición coherente", es manipulable políticamente, presenta graves
defectos metodológicos y no permite realizar efectivos aportes de conocimiento,
presentándolo, por ende, como un "concepto fallido". No obstante, el
término "Estado fallido" es utilizado por analistas, comentaristas y
periodistas políticos, en general, para describir un Estado soberano que, se considera,
ha fallado en la garantía de la prestación de servicios básicos.
Con el fin de hacer
más precisa la definición, el centro de estudios norteamericano Fund for Peace (Fondo por la Paz)
emite anualmente el Índice de Estados fallidos (Failed
States Index), que publica la revista Foreing Policy. Esta organización
clasifica a los países basándose en doce factores: la presión demográfica
creciente, movimientos masivos de refugiados y desplazados internos;
descontento grupal y búsqueda de venganza, huida masiva y constante de
población; desarrollo desigual entre grupos sociales; crisis económica aguda o
grave; criminalización y deslegitimación del Estado; deterioro progresivo de
los servicios públicos; violación sistemática de los derechos humanos; aparato de
seguridad que supone un "Estado dentro del Estado"; ascenso y
progreso de élites en detrimento de otros núcleos de población, e intervención
de factores externos o de otros Estados.
En el presente año,
177 Estados han sido incluidos en la lista de fallidos; de estos, treinta y
cinco han sido catalogados como "en alerta", ochenta y ocho "en
peligro", cuarenta como "moderados" y once como
"sustentables". De todos ellos, tres Estados africanos -Somalia, Chad
y Sudán- ocupan una vez más (Somalia lo hace por cuarto año consecutivo) el
"ranking" de los países más vulnerables de la tierra, a los que
siguen República Democrática del Congo, Zimbabue, República Centroafricana,
Costa de Marfil, Guinea Konakry, Nigeria, Níger,
Kenia, Burundi, Guinea Bissau y Etiopía. ¿Cuándo va a asumir esa Europa
colonialista sus responsabilidades históricas en el caos
político-jurídico-institucional, económico y social que padece África?
En Canarias, que, en
la práctica, es fiel reflejo de la realidad virtual de la metrópoli colonialista,
España, se dan, curiosamente, algunos parámetros de los Estados fallidos. Pero
el gravísimo problema de nuestra tierra es que, ante la ausencia total de un
nacionalismo institucional (¡¡no tenemos siquiera un Gobierno canario en el
exilio, con todo lo que ello implica!!), la atomización del espectro político
independentista, la falta de conciencia nacionalista del pueblo canario, debido
a su aculturización y alienación y, por consiguiente,
preso aún del síndrome del colonizado, ¡¡vamos directamente hacia un Estado
fallido antes, incluso, de habernos constituido como tal!!
Y termino propugnando
una masiva abstención en las elecciones españolas que se celebrarán el 20N en
esta colonia. ¡¡Bajo ningún concepto, y en pura coherencia política e
ideológica, los verdaderos y auténticos patriotas canarios no debemos ni
podemos participar en unos comicios que constituyen otra farsa colonial más de
esa España, decrépita y decadente, que nos arrastra al abismo!!
Por cierto, y ante la
ignorancia supina de los analfabetos funcionales que confunden la geografía
-factor determinante en el Derecho Internacional- con la política (¡¡una
falacia más de la ficticia e impuesta "españolidad de Canarias"!!),
aclararles que en el mapa vulcanológico mundial, y
entre los volcanes que actualmente están activos en todos los continentes, no
aparece ninguno en Europa, y sí, en África, el de El Hierro, que entró en
erupción submarina hace un mes, y el del Congo, que lo hizo en tierra firme el
pasado fin de semana. ¿Enterados?
Publicado en el periódico El Día, 13-11-2011