CON
LA QUE ESTÁ CAYENDO
Alicia
Mujica
Un algoritmo
es una serie de pasos organizados que describe el proceso que se debe seguir,
para dar solución a un problema específico. Si como parece, nos encontramos en
el seno de uno de ellos, en el seno de un algoritmo económico perverso en el
que los regidores del sistema financiero se han propuesto no dejar de ser los
amos del feudo, y no en una sucesión de pasos inútiles de una estructura
política electa en apuros y dudosa bienintencionada, estamos realmente en un
trance más difícil de lo que parece.
Tras los
pasos organizados de este algoritmo, no nos está quedando ninguna herramienta
para controlar al que inventa las pautas del proceso, y minuto a minuto, los
tan alagados agentes sociales, que tanto esfuerzo están haciendo porque sus
acumulaciones de capital y sus inversiones no pasen hambre, se están ocupando
de quitarnos las posibilidades de control democrático de todo este montaje
político y financiero, y todo esto mientras nos dormimos la siesta. Me refiero
a las reforma del sistema electoral para suprimir a las minorías (aunque no es
que hasta ahora el sistema electoral representara al pueblo), a la modificación
de las reglas de negociación colectiva para favorecer los pactos de empresa
frente a los convenios del sector, a la decena de reformas reduccionistas en el
marco de los derechos laborales aprobadas sin cesar semana tras semana, a la
precarización de los niveles educativos y formativos eliminando financiación y
apoyo al sector público imprescindible, a la mercantilización de la salud, al
abandono de la cultura y de los niveles respetables de calidad informativa en
los medios de comunicación, al aumento de los niveles de represión popular a
través de los cuerpos y fuerzas de seguridad, a los ajustes incesantes en el
mercado financiero, a la introducción de conceptos indeterminados y cambiantes
en la definición de la situación económica, entre muchos otros que seguro ya
tienes en la cabeza.
En esta coyuntura, tenemos además que aguantar cómo a
cada cuestionamiento incrédulo de tanto recorte social, se nos trate de
dispersar con las frases de “no es el momento ahora de ...”, “con dos
centenares de personas en la calle no van a hacer nada...” o la tan manida de
“con la que está cayendo...” para tratar de disuadir la protesta, o bien para
ridiculizar o tachar de insolidaria la reclamación de derechos sociales
básicos.
Desmontemos con nuestra actitud diaria los pasos de
este algoritmo de extorsión económica, es un deber como criaturas humanas.
24 de septiembre de 2011