ESTABA DE CACERIA (O "LA DEFENSA ACUSADORA")
Por
Víctor Ramírez *
Quisiera
imaginarme, don Víctor, cómo se quedaría usted cuando supo lo del crimen estatal
cometido en Nigeria contra nueve hombres buenos, entre ellos su colega escritor
Saro Wiwa. Así se gobierna el mundo
-salvo rarísimas y asfixiadas y calumniadas excepciones. Así se gobierna por
mucha condena hipócrita que se haga al dictatorial régimen militar nigeriano, y
por mucho falso bloqueo que se pregone írsele a hacer.
Al
mundo lo gobiernan tiranos. Y Nigeria posee, desgraciada y principalmente,
petróleo. Cada trabajador esclavizado nigeriano cuenta menos que un kilogramo
de petróleo. Y los gobernantes militares nigerianos, como cualesquier
gobernantes mundiales, cumplen eficazmente con su objetivo político policial
(toda política es, esencialmente, policial): mantener la esclavitud en el cacho
planetario que les concierna (esclavitud que -por supuesto y como siempre- se
practica con matices según el país).
Si,
como en el caso nigeriano que nos ocupa, se les va torpemente la mano
-"torpemente" por lo publicitario y no por la injusticia cometida- y
ejecuta a personas buenas (entre ellas a un literato con minusculísimo renombre
mundial), se actuará como siempre: una poca de enturbiadora polvacera en los
medios de intoxicación televisivos, radiofónicos y periodísticos, y ya está.
A
los pocos días nadie se acordará del asunto. El llamado Nuevo Orden Mundial (lo
que usted ha dado en llamar Ultraimperialismo) no se habrá resentido lo más
mínimo.
Hoy,
en el Cafetín Moruna, se habló alegremente del asunto llamado "Chantaje a la Corona": lo de Prado
Colón (¡nefando apellido!) y De la Rosa. Como la mayoría de los parroquianos
del Moruna somos antimonárquicos cordiales (lo somos por decoro intelectual),
no podíamos simular la alegría de pobres que asisten al desenmascaramiento de
otra de las farsas que, también tiránicamente, padecemos los indefensos e
ignorantados canarios.
Mi
tío José Refugio (que, saltándose la tajante prescripción médica para
celebrarlo, se fumaba un puro cubano de los más caros) preguntó con el retintín
del orgullo que te produce la constatación de que no andas equivocado en tus fobias,
querencias y pensares:
"¿Dónde
se encontraba Su Majestad cuando le avisaron de la publicación del asunto
chantajeril? ¿Dónde?". Los demás mantendríamos el silencio para
proporcionarle el placer de autorresponderse.
"Se
encontraba de cacería, amigos. Eso oí y leí. Se encontraba matando o asistiendo
a la matanza de animalitos indefensos, matanza con placer, dándose gusto. Cazar
es disfrutar sádicamente con la angustia de los animalitos que huyen
horrorizados intentando salvar la vida. Así es la cacería. Siempre he valorado
con asco a los que hacen de la cacería un deporte, una afición", acabó con
entonación tristona mi tío José Refugio, compasivo amante de los animales
-incluyendo a las ratas y a los humanos. Su casa parece un pequeño zoológico.
Suele decir que se mantiene bueno de sentimiento gracias a sus animalitos, al
cuidado que les hace y a su compañía.
"Y
si esa muestra de sádica necrofilia regia es una pequeña satisfacción para los
antimonárquicos (es decir, para los auténticos demócratas y no para los
filotiránicos que se pregonan demócratas -que lo pregonan por simples
lucrativas cuestiones comerciales, como el director del periódico ABC), mayor
la fue el que se constatara nítidamente la vida de ininterrumpido excelso ocio
que se pega Su Majestad de Ellos mientras mucho más de media ciudadanía de su
reino no sale de las aflicciones que proporciona la precariedad económica en
que se ve obligada a existir" -apuntó con su voz pastosa Alfonso El
Sétubal, también fumándose el puro de la humilde satisfacción justiciera.
"Me
hace gracias, amigos, cuando leo que Su Majestad está muy sensibilizado con los problemas de Canarias. No hay más
que mirarle a la cara para poder atreverse uno a decir que le preocupa, por
ejemplo, mucho más el estado mecánico de su moto que nuestra situación social.
No
hay más que oír o leer las defensas que le hacen gente como el director del ABC
para aseverarte de que tus sospechas -ya que no puedes conseguir pruebas
fehacientes- tienen muchísimo fundamento. Esa defensa venida de gentes así es
lo que el señor Refugio llama la defensa acusadora", dijo Quico el de
Lucía -quien, no fumador, sólo pudo dar la primera calada al puro: casi se
asfixia el probrecillo.
16-noviembre-1995
* Artículo
publicado hace más de 16 años en DIARIO DE LAS PALMAS