Escocia, un objetivo referencial
Juan
Jesús Ayala
En las elecciones autonómicas
escocesas celebradas recientemente, el Partido Nacionalista Escocés (SNP)
obtuvo un triunfo histórico logrando la mayoría absoluta, lo que le permitirá
dejar de gobernar en minoría como hasta ahora, y con sus sesenta y nueve
escaños, veintidós más que la legislatura anterior, en un Parlamento de 129,
avanza hacia aquellas propuestas que en la campaña electoral planteó.
Una de sus promesas es
convocar un referéndum por la independencia en un plazo de tiempo de más o menos
cinco años y lograr así establecer la soberanía de un territorio como Escocia,
que se integró por un pacto, después de graves enfrentamientos, en el Reino
Unido desde 1707.
El Partido
Nacionalista Escocés fue fundado en el año 1934, y su líder actual es Alex Salmond, el cual decididamente aboga por la independencia
de su país. Sin embargo, entretanto y para no hacer las cosas con sobresaltos y
con tiempo suficiente, irá negociando con Londres más poder y la obtención de
dispositivos gubernamentales en transferencias competenciales
para conformar un mejor espacio político que confluya hacia la libertad
territorial.
El éxito del Partido
Nacionalista Escocés no solo se debe a su presencia política y buena gestión
económica dentro del gobierno, sino al descalabro estrepitoso de las otras
fuerzas políticas concurrentes, que no dieron la talla y que se han ido
descalificando por sí solas, tales como el Partido Laborista, el Conservador y
el Liberal-Demócrata. En esta campaña la actitud y el discurso de aquellos
partidos afincados y sometidos a la obediencia de Londres fueron por el camino
de un centralismo exacerbado y aireando cuestiones no de Escocia, sino de
Londres. O sea, la clave fue que el alegato nacionalista inglés y el escocés
hicieron ver y convencer a la gente dónde estaban situados unos y otros. El
Partido Nacionalista Escocés, en su sitio, en la defensa a ultranza de un
territorio y exigiendo su propiedad y el rescate de su historia; y los otros,
totalmente fuera del contexto escocés.
Y lo paradójico es que
no fue la independencia de Escocia el principal caballo de batalla de la
campaña electoral del SNP, dado que es la crisis económica lo que atosiga y más
preocupa a los ciudadanos, pero a su vez estos dan por sentado que esta es
posible por la misma razón que así ha sido en Islandia y en Irlanda.
Ante esta cuestión
escocesa nos viene como anillo al dedo lo que no nos hemos cansado de decir y
comprobar ya de una vez por todas si los nacionalistas canarios el día 22
sumamos treinta y un diputados. Si este fenómeno se diera, se estaría, a partir
de ahí, en las mejores y óptimas condiciones para lograr y exigir cualquier
tipo de objetivo que comprometa al territorio canario. Sería un importante y decisivo
punto de inflexión, donde la cuestión canaria tendría vida y pujanza y la
fuerza necesaria para ir más allá, para acercar lo que hoy es una utopía al
plano de la realidad. O sea, dejaríamos de militar en el deseo y seríamos ya
militantes del nacionalismo canario con toda la carga política que eso lleva.
No sería tanto exigir
esto o aquello al gobierno de Madrid, sino que la contundencia estaría
registrada en la agenda de un gobierno formado íntegramente por nacionalistas.
Y esto que se ha logrado en Escocia sin someter al pueblo a grandes veleidades
y sobresaltos y que puede aparcarse para ese espacio de tiempo, cuatro o cinco
años, se podría dar en Canarias, en donde la crisis económica es lo que más
apremia y dificulta, pero que a su vez está en latencia y no lo podemos eludir,
al menos los nacionalistas, que paralelamente hay que ir desbrozando el camino
hacia la obtención de máximas competencias y de otro modelo de relación con el
Estado español que la historia, la geografía y las negociaciones entre naciones
así lo disponen.
Y si la gente con una
conciencia nacionalista ya consolidada exigiera una Canarias soberana,
verificar un referéndum por la independencia sería factible.
De ahí que el ejemplo
de Escocia es una referencia que debemos tener en cuenta los que estamos
instalados en la construcción nacional de Canarias, y si esta comenzara a
replantearse y a exigirse desde el Parlamento de Canarias, porque allí se
sientan treinta y un diputados nacionalistas, sería la mejor prueba y la
concluyente evidencia de que es ese el camino a seguir.