Entre
caraduras anda el juego
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Ramón
Afonso
Pues va a ser verdad que Canarias es una tierra única. Por
lo menos se dan fenómenos que apuntan en esa dirección, aunque ya Jorge Luis
Borges nos advirtiera que es por eso mismo, por creerse únicos, que todos los
pueblos se parecen entre sí.
Pero aquí llueve sobre
mojado. Los aquelarres en la mágica Montaña de Tindaya, los ectoplasmas
avistados en el barranco de Badajoz, tanto antes como después de que se
imputara a Antonio Plasencia y a otros cuatro empresarios por haberlo destrozado
con la ilegal extracción de arenas para sus negocios, o la insospechada y
consolidada ascensión política de José Miguel Barragán, ya señalaban que
unos genuinos fenómenos paranormales habían fijado su residencia en estas peñas
atlánticas.
Estos días hemos
conocido uno nuevo: la desaparición del
que fuera presidente del Gobierno de Canarias, Manuel Hermoso, y de toda su
familia.
Lo
sorprendente de este caso es que a pesar de que los vecinos afirman verlo a
diario, que aparecen incluso fotos suyas en los periódicos abrazando y
felicitando al alcalde Bermúdez tras su reelección, o que ha sido visto
caminando como si nada por las inmediaciones de la presidencia del Gobierno de
Canarias, ni la policía municipal ni la Gerencia de Urbanismo del ayuntamiento
de Santa Cruz, ni el Juzgado que lleva su caso, han podido dar con su paradero
ni el de ningún miembro de su familia. Ni siquiera las comunicaciones de
sanciones publicadas en los boletines oficiales de Canarias y de la Provincia
han conseguido que les llegara noticia alguna de su búsqueda. Además de estar
desaparecidos, también parecen estar sordos y ciegos.
EN EL ORIGEN, UN ‘PELOTAZO’ FRUSTRADO.
Todo
fluía como era debido en la familia Hermoso. Tras abandonar en 1999 la política
activa –o eso decía él–, Manolo, como lo llaman sus conmilitones más
cercanos, se dedicaba a sus empresas. Es más, en 2006 el “destino” le ponía
en bandeja el negocio del siglo: La compra –o algo similar– del edificio de
la antigua fábrica Celgán. Previamente, Manuel Parejo, siempre tan solícito a
la hora de favorecer los negocios de sus amigotes desde la concejalía y la
Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Santa Cruz, había conseguido que se
recalificara el uso de la parcela y arrancara un ventajoso convenio urbanístico,
por medio del cual podrían construirse en ella dos torres de 12 pisos y
alrededor de 500 aparcamientos en los bajos de una plaza pública. Promociones
Amojo S.L., una empresa creada por los hijos de D. Manuel, precisamente el mismo
año en que éste se apartó de la vida pública, compró la parcela a través
de un préstamo hipotecario de alrededor de cinco millones de euros.
LA PLATAFORMA CONTRA EL PGO Y EL FUERA DE ORDENACIÓN.
Los
vecinos de La Florita, urbanización cercana a la antigua Celgán, dieron la voz
de alarma y la plataforma ciudadana “No a este PGO” comenzó un trabajo
increíble para demostrar finalmente que lo que se les estaba expoliando a esos
vecinos y a las más de 80.000 familias santacruceras, cuyas casas se habían
dejado fuera de ordenación en el PGO, se correspondía con las regalías
recibidas no sólo por la familia de Manuel Hermoso, sino por otros importantes
personajes, beneficiarios también del reparto de la ciudad que realizaba en
secreto una camarilla de oligarcas. Además del Hermoso Manuel, sacaban hermosísimas
tajadas, entre otros, los sempiternos Antonio Plasencia e Ignacio González, así
como Modesto Campos, José Miguel “Pelopincho” González, o el ya fallecido
Adán Martín.
Tras muchas y masivas
movilizaciones populares se logró paralizar el PGO y, gracias a la reparación
del fuera de ordenación, exigida reiteradamente por la Plataforma, las clases
populares no han sido esta vez las víctimas, al no poder los prebostes consumar
su latrocinio.
TRÁGAME TIERRA.
Eso
debió pensar el ex presidente cuando se descubrió el pastel. Adiós a las dos
torres, de los aparcamientos ni hablar y, lo que faltaba, el edificio se caía a
cachos y encima el Ayuntamiento pretendía que pagara su demolición, ahora que
la empresita de sus hijos se había declarado en quiebra. Y así, decidieron desaparecer, aunque a la vista de todos,
durante unos cuantos años, el tiempo justo para vender Promociones Amojo a
Inversiones Anadico, una empresa radicada en Pontevedra –y con ella la parcela
de la Celgán–, por algo más de ocho millones de euros, con lo cual los desaparecidos,
descontando la hipoteca para comprarla, se embolsaron nada menos que tres
millones de euros limpios de polvo y paja. Seguro que dentro de nada veremos al
Manuel Hermoso más campechano entrevistado por Carmelo Rivero en la Televisión
Canaria, que para eso es de ellos.
DEL “PARADERO DESCONOCIDO” A LA “BUSCA Y CAPTURA”.
Así
deberían haber actuado el Ayuntamiento de Santa Cruz y la Justicia, tras los
reiterados incumplimientos de Manuel Hermoso y su prole. No han pagado las
multas impuestas –algo más de 200.000 euros– y ahora tampoco se hacen cargo
de los costes de demolición del ruinoso edificio, que superan los 339.000. El
Ayuntamiento, con su alcalde a la cabeza, ha permitido no sólo que tomaran el
pelo al pueblo de Santa Cruz durante años, sino que se utilizara el dinero de
todos los chicharreros, sin saber si se recuperará algún día, para pagar las
deudas de su mentor político. ¿Por qué, alcalde Bermúdez, después de casi
tres años de la declaración de ruina de la antigua Celgán, se decide ahora a
derribar con dinero público el edificio de su maestro? ¿Será justamente
porque Hermoso y familia lo ha vendido recientemente y consideran que ya no
tienen que responder por los gastos al efecto? Tenga cuidado, señor alcalde,
porque lo mismo está prevaricando al demoler totalmente la Celgán, pudiéndose
mantener en pie alguna parte de la misma.
Da grima comprobar
tanta desvergüenza. El mismo mandatario que está haciendo todo lo posible para
incumplir la sentencia judicial de derribo delmamotreto de
Las Teresitas, malgasta dinero público en demoler un edificio cuyo derribo
corresponde pagar a sus propietarios privados, “en paradero desconocido”.
Rectificamos: No se
trata de fenómenos paranormales, sino de caraduras perfectamente normales a los
que incluso se les ha honrado poniendo su nombre a avenidas y plazas en esta
tierra no única sino desgraciada a más no poder.
¿Hasta cuándo?