Si le engancha una “burra”, no afloje

 

Isidro Santana León

 

Si le engancha una “burra” a la metrópoli, no afloje: parta usted pa´tras. Leo en prensa colonial: “Rivero pide la intermediación de la ONU para paralizar las prospecciones”. En un artículo de hace meses le advertí al Presidente Paulino Rivero que los asuntos de Canarias –sabida su realidad colonial– se discuten en el marco de las Naciones Unidas por ser el organismo legítimo y legal para liquidar nuestro secular problema. Recuerdo que le previne –cuestión que, además, él sabe de sobra– que recurrir a los tribunales españoles o europeos es acudir a casa del vampiro para que le preste RH, y ya ve cómo las previsiones se van cumpliendo, no porque yo se lo anunciara, sino porque las circunstancias económica y el colonialismo español se lo imponen.

 

Me alegro, y lo mismo que le recrimino y repruebo muchos asuntos sobre nuestra nación, también le aplaudo la decisión de apelar a la ONU para el asunto del problema petrolífero, que no es el único que vulnera la legalidad internacional en Canarias; no obstante, le advierto que, aunque la “burra” está bien echada, no la presiona usted con suficiente fuerza: como si tuviera miedo de partir y tumbar al adversario por si acaso éste se cabree y en la siguiente lucha le dé un pencazo. El problema que afecta a Canarias no es solamente el de la posible consecuencia medioambiental derivada de las prospecciones, pues ése es un brote más de la enfermedad colonial de igual forma que usar nuestro archipiélago como base militar para operaciones en África y en Oriente Medio, sino que es más relevante y de mucha más trascendencia. Éste toca aspectos de competencia y legislación internacional, siendo la verdadera y eficaz vía de acción denunciar ante la organización supranacional –con el reglamento del Derecho Marítimo Internacional en la mano– la decisión unilateral, tomada por un país y una empresa transnacional, de saquear recursos que están fuera de su jurisdicción. Inexorablemente, la solución de Canarias está en denunciar ante las Naciones Unidas el problema de delimitación de fronteras con los países vecinos a nuestra nación, impulsar y plantear el reconocimiento de nuestro territorio, nuestro mar, nuestro espacio aéreo y nuestra zona exclusiva económica, pendientes de exponer y resolver en las Naciones Unidas; para ello, habría que aprovechar el precedente del reconocimiento que ya Canarias tiene como estado africano, en el marco de la U.A., propulsado por el MPAIAC en su momento (resolución que se iba a discutir en la asamblea de la ONU y que se frustró con el acto de terrorismo de estado, preparado por el Ministerio del Interior español, contra el líder del movimiento de liberación canario, Antonio Cubillo Ferreira), proceso que se frenó pero que tiene que seguir su curso hasta el logro de la independencia por esta vía jurídica. De todas formas hubiera sido más rebelde y decoroso (esto me lo tirarán en cara muchos que dicen que su gobierno no tiene legitimidad para recurrir a las Naciones Unidas, yo digo que menos la tiene el gobierno de España para tratar en el mismo foro los asuntos de esta colonia) que se presentara directamente en la organización internacional una delegación del Gobierno de Canarias y que fuera in situ, y no a través de una carta, como se defendiera y se pusiera a la luz ante todos los países, nuestra cuestión colonial.

 

No afloje la “burra”, si queremos le damos las dos luchas: tenemos más argumentos que Cataluña y que Euskalerría –sin despreciar sus aspiraciones– podemos y debemos exigir la independencia de la nación canaria, pues sólo nuestra situación geográfica confirma el legítimo derecho a tal ejercicio. Tenga claro, señor Paulino, que con amagos hechos indirectamente, a través del secretario general de la ONU para que inste al gobierno de España, no le van a proporcionar primas algunas para las renovables y el desarrollo energético de Canarias, porque ese marco no es para que las metrópolis les den recursos a las colonias, sino para que las colonias exijan sus derechos soberanos. Por eso es por lo que hay que pelear: por la soberanía de Canarias, por la independencia. En lo referente a la tenencia de las energías, la metrópoli nos las seguirá obstaculizando y negando, porque, históricamente y estratégicamente, se ha opuesto a nuestro desarrollo y a nuestra autosuficiencia –es perogrullada decir que ésta ha sido su política de dependencia y sujeción– por lo que no queda otra salida, para la supervivencia del pueblo canario, que romper definitivamente con España y, en consecuencia, poder vertebrar nuestra nación y nuestros sectores productivos.

 

Nos encontramos en una encrucijada donde hay que tomar la gran decisión de nuestra historia y, aunque usted y muchos más no lo crean, está en manos del Gobierno de Canarias, de los partidos y de los grupos independentistas, de todos los sectores de la sociedad canaria, concientes y con sensibilidad nacional, pugnar por el traspaso de la soberanía al pueblo canario para que éste organice su estado, su constitución, su régimen, su economía etc. Dé usted el paso decisivo. No podemos esperar a que nazca algún profeta o iluminado para el menester, ni por la decisión de ningún grupúsculo de los que creen tener el pedigrí genuino para apelar a la independencia, porque se acaba la hora de jugar a ser independentista, ya que la situación actual y las paradojas de la historia nos impone apelar a la soberanía, por necesidad intrínseca, y porque el anacronismo colonial no se aguanta, no tiene cabida en la sociedad actual, ni siquiera en los intereses mundiales. La constitución española es para los españoles, pero no para los que no lo son. No vulneran la constitución española aquellos pueblos que con razones aspiren a la independencia del reino, porque España ha optado por ser miembro de las Naciones Unidas y para ello le ha sido imperativo acatar su Carta y su reglamento, en la que se reseña claramente el desprecio y la condena del colonialismo en todas sus formas y en algunas de sus resoluciones, por ejemplo, en la 1514, el derecho de libre determinación de los pueblos. Para más ignominia, la constitución española dice que la soberanía reside en el pueblo y resulta que la soberanía la han entregado a los mercados financieros que son quienes marcan la política económica y social de España.

 

El fin que nos importa es la independencia de Canarias. Todas las mujeres y hombres que han trabajado por ella han sido piezas fundamentales para su consecución –desde Bentejuí, Arminda, Bencomo, Tanausú etc., hasta Secundino Delgado, Antonio Cubillo y otros compatriotas–, siendo lo menos importante con qué persona o grupo se consiga, porque lo esencial de su logro no es quién sea o esté en el momento decisivo, sino que el pueblo canario obtenga su soberanía. Ese petrolero llamado España se ha partido, se hunde, porque está hecho de remiendos y, lo vuelvo a repetir, Canarias se puede quedar a flote si rompe el cabo que nos ata a él. Con el mismo derecho que se cree Mariano Rajoy de ir a la ONU y pedir Gibraltar al Reino Unido, el Gobierno de Canarias puede, debe y tiene que exigir la descolonización e independencia, porque, sin quererlo, está al frente de una circunstancia que le fuerza a ello de forma irremediable… si no, el tiempo dirá. Debemos empujar todos. La nación canaria es de todos los canarios.

 

1/10/12

 

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