¿Energías alternativas? (I)
Ramón Moreno Castilla
A propósito del falso, manipulado y politizado debate de
prospecciones sí, prospecciones no, con la falaz argumentación del daño
irreparable al medio ambiente, y reclamando demagógicamente la
"alternativa" de las llamadas energías alternativas, es muy importante
abordar este asunto para que la opinión pública, tan poco proclive a adquirir
conocimientos y a documentarse convenientemente, pueda descubrir y
desenmascarar a los cantamañanas de las energías alternativas y a los vividores
del desarrollo sostenible.
Y es que la demagogia barata utilizada para sustituir el petróleo
(del que se obtienen más de 300 productos) por energías alternativas, con la
pretendida excusa de preservar el medio ambiente y no perjudicar al turismo, es
una monumental falacia. En este caso, alternativas es sinónimo de gran engaño
masivo.
Las energías alternativas, igual que el libre mercado, son una
especie de religión con sus adeptos y todo. Helios, que representa al Sol, es
el dios mayor; y Eolo, que representa al viento, el dios menor. Pero lo que
siempre se olvida, deliberadamente, es que los combustibles fósiles son la
sangre del sistema económico, industrial, etc. Del desarrollo y bienestar, en
definitiva. ¿Quién puede desmentir con argumentos sólidos y fundamentos
científicos esta realidad? Además, la energía no se fabrica o genera ni con
capital, ni con ciencia, ni con tecnología.
Un dato ilustrativo de lo poco consistente de la argumentación de
los que defienden las "bondades" de las energías alternativas es que
una placa fotovoltaica, en términos energéticos, que no económicos, no amortiza
en su vida útil la energía invertida en su fabricación; lo cual pone en
entredicho su pretendida rentabilidad y cuestiona seriamente la idoneidad de su
implementación y puesta en marcha.
En el fondo, el asunto este de las energías alternativas es una
cuestión eminentemente política; ello permite mantener el chiringuito y
preservar el statu quo de los que están en el poder y los vividores de turno.
Veamos algunos ejemplos del comportamiento de estos especímenes, defensores de
"sus" energías alternativas.
Estos sujetos hablan o escriben utilizando sin parar los términos
totémicos usurpados a los verdaderos ecologistas como: desarrollo sostenible
(muy de moda), energías alternativas, cambio climático, ecología, respeto al
medio ambiente, etc., etc. Sin concretar nada y sin poner nada en contexto.
Si hablan de evitar que se emitan a la atmósfera muchos miles o
millones de toneladas de CO2, mediante sus salvadores recursos (sean éstos
energía eólica, solar, biomasa, oceánica, etc.), pero sin hablar para nada de
que hay que disminuir radicalmente el consumo, y especialmente, y de forma
mucho más radical, en los países desarrollados, desconfiemos. Nos quieren
vender una locomotora. Si utilizan en sus presentaciones gráficos de "power point" o similares
curvas que muestran, como las presentaciones de los ejecutivos agresivos a los
directores de sus empresas, que la contaminación se reduce drásticamente y que
la generación alternativa sube rápidamente, sobre todo en el futuro, y sobre
todo en un contexto mundial, general o global, desconfiemos, porque están
tratando de hacer con nosotros lo mismo que los ejecutivos con sus jefes:
dejarlos contentos contándoles mentiras consensuadas sobre el crecimiento infinito.
Si en los cálculos de lo mucho que van a bajar los costes de los
materiales y las tecnologías ecológicas y alternativas, cuando se produzcan de
forma masiva, solo habla de unidades monetarias de ahorro por unidad de energía
producida, desconfiemos; nos están engañando. El problema al que
irremediablemente se enfrenta este mundo no es de coste dinerario, sino de
coste energético. Esto es, si no nos hablan, y con claridad, considerando todos
los factores de la energía que cuesta y costará producir una determinada
cantidad de energía de una determinada forma, nos están engañando.
Si un determinado sujeto nos muestra las excelencias de las
energías alternativas y del desarrollo sostenible, habla de los "retos del
mundo moderno", apunta como un neoliberal y luego, al final, sugiere que
los gobiernos deberían financiar el despegue y el desarrollo de las nuevas
energías alternativas, renovables y ecológicas, nos están vendiendo una burra
vieja y sobre todo, el individuo en cuestión está haciendo campaña grosera para
conseguir dinero del gobierno a costa de las necesidades urgentes de la
población. ¡Si esas energías cuestan menos de lo que producen, es hora de
demostrarlo!
¿No se dan en Canarias algunos de estos casos?