El almendrero de Nicolás
Empleo,
piche y soberanía
Paco Déniz
El
debate sobre las prospecciones petrolíferas o sobre el modelo energético
canario está obviando, por ahora, el verdadero problema de fondo: la soberanía
política de Canarias. Ni en lo fundamental, ni en lo periférico, tenemos poder
alguno. Tal es así que si el gobierno español decide prospectar el Teide puede hacerlo tranquila y constitucionalmente, la
legalidad los ampara.
Los servicios jurídicos autonómicos ya
se lo han dicho a Paulino, legalmente no hay nada que hacer, éste sabe que no
puede admitirlo en público, sabe que no puede reconocer que en esta materia
estamos igual que hace décadas o siglos. Y por mucho que pretenda ser Mencey
marcándose el farol de la colonia, no pasa de mero gestor. La Constitución
ampara a Soria y a Repsol, ese es el problema político de fondo. Por eso, la
cuestión de la soberanía nacional canaria debería estar en la agenda de quienes
se enfrentan a las prospecciones, al menos en el punto de mira de las diversos
movimientos sociales, pues se trata ni más ni menos que una clara y demoledora
limitación democrática que afecta a que las instituciones isleñas puedan
decidir en asuntos que le compete directa y peligrosamente. Al fin y al cabo,
la soberanía nacional alude a la democracia participativa y a la
responsabilidad institucional, y eso no lo hemos asumido ni teóricamente
siquiera. Se trata de permeabilizar las instituciones cuando la ciudadanía se
expresa.
En el caso del Puerto de Granadilla, el
gobierno canario fue y sigue siendo impermeable a los movimientos sociales
cuando cuestionaron la supuesta creación de puestos de trabajo, y el gobierno
contestó que crearía cientos y cientos de empleos. Ahora, curiosamente, Paulino
le dice a las petroleras que no van a generar ningún puesto de trabajo y Repsol
dice que sí. Traviesa que es la historia.
Al gobierno autónomo le interesa seguir
ocultando el problema de la soberanía, pues sabe que en el fondo es de su
incompetencia e irresponsabilidad política. Sólo denunciarán al gobierno
español por su falta de ética, premura y rigurosidad, pero de qué sirve la
ética en este sistema de apariencia democrática. Cuando no podemos decidir
sobre nuestro modelo económico, ni energético; cuando no podemos participar en
las decisiones que nos afectan, de qué democracia o autonomía estamos
debatiendo. En ese sentido, no es aconsejable que los movimientos populares
cedan un ápice de su voz y de su soberanía al gobierno canario, nadie sabe de
las vueltas de la historia. Siempre es preferible mantener la soberanía de la
acción, pues al igual que la dignidad, es lo único que nos queda. ¿O ni eso
tampoco?
Artículos de
Paco Déniz publicados en El Canario