El almendrero de Nicolás

 

 

El confesionario

 

Paco Déniz

 

     Acudiendo a la llamada del delegado de padre Dios en la tierra, Madrid se ha llenado de pecadores y pecadoras de todos los países y pueblos oprimidos. Se han construido 200 confesionarios para la ocasión, que se instalarán por ahí para que el colectivo de pecadores purifique sus maldades y anden más ligeros por la tierra. Porque en la tierra se peca mucho. Son infinitas las tentaciones. En el cielo no, pero aquí sí. Aquí está uno expuesto al contagio con gentes de mal vivir, con pecadores de la pradera, pecadores de las medianías y, sobre todo, de la costa, con alcaldes corruptos, con el lumpempresariado, con curas pederastas, con concejales tollos que organizan desfiles de mises y míster infantil, con políticos profesionales sin escrúpulos, con financieros especuladores; en fin, con pecadores de diverso pelaje. De ahí que no creo que haya confesionario para tanto pecador.

 

     Si calculamos 50 pecados por hora y por confesionario, durante 12 horas en 200 confesionarios, son 1.200.000 pecados diarios, por cuatro días que durará la confesión, alcanzaremos la escalofriante cifra de 4.800.000 pecados declarados por esta gente tan pura. ¡Casi nada! Imagínense la atmósfera en la capital del reino, será irrespirable, y menos mal que el pecado no es gaseoso, porque si no habría que ponerse mascarillas. Tanta pecaminosidad en el ambiente condenará a la metrópoli  a los infiernos para toda su vida. Los servicios municipales no darán avío a limpiar semejante maldad concentrada. Por si fuera poco, ya el delegado máximo de padre Dios ha anunciado que dejará que las pecadoras que hayan abortado puedan, por fin, encomendarse a los sacerdotes para purificarse. Este indulto ha sido tomado como un gesto de apertura democrática por el estado laico ya que contribuirá a que millones de personas que tuvieron que deshacerse de sus embriones puedan tomarse una ostia, rezar tres avemarías  y vivir en paz. Era el gesto que esperaban las instituciones civiles socialdemócratas y liberales para ofrecerles apoyo, recursos e instalaciones a los curas, para que esta gran concentración de pecadores de todos los países y cerebros oprimidos pueda transcurrir en paz y armonía. En cambio, no se espera indulto alguno para los pecadores del confesionario; es decir, para aquellos que hayan pecado de acto o de imaginación en dicho escenario. Un poco estrecho, pero no más que el SINCA 1000.

 

Así las cosas, y explicitado el poderío que tienen los curas para movilizar el voto creyente en Dios padre todo poderoso a las puertas de las elecciones, habrá que esperar a otra ocasión para plantear la revocación de los acuerdos con la Santa Sede. No parece el momento adecuado, que diría Rubalcaba.