El asunto

 

Ramón Moreno Castilla

 

Ha dicho el presidente del Gobierno de Canarias, el colaboracionista Paulino Rivero, en una entrevista de las que le suele hacer un periódico de Las Palmas subvencionado, que "Canarias debe ser un asunto de Estado". ¡¡Negativo, señor Rivero!! ¡¡El asunto es que Canarias sea un Estado!! Esa es la cuestión. Un Estado archipelágico, libre y soberano, como Cabo Verde (ex colonia portuguesa) y, por tanto, sujeto de Derecho Internacional para suscribir todos los tratados internacionales que procedan; pero, sobre todo, la Convención de Jamaica de 1982, en cuya Parte IV, artículos del 46 al 54 a.i., Estados Archipelágicos, se determina taxativamente la normativa en vigor aplicable al Archipiélago canario. De esa forma, Canarias, con aguas adyacentes con Marruecos, podría negociar con el Estado ribereño el establecimiento y trazado de la correspondiente mediana entre ambos Estados, continental e insular, tal como se establece expresamente en la Parte V (artículos del 55 al 75 a.i.), Zona Económica Exclusiva; y en la Parte VI (artículos del 76 al 85 a.i.), Plataforma Continental, de la citada Convención.

A esa "preocupación" del traidor Paulino Rivero, hay que añadir la "advertencia" al presidente del Gobierno y al Rey de España, la potencia colonizadora, de la creciente "desafección" que se tiene en nuestra tierra hacia todo vestigio de españolidad. O sea, el Paulino Rivero este, supuesto nacionalista, pretende que Canarias siga siendo una infame y canallesca colonia española en África, y alerta a la metrópoli, ante el peligro inminente de que España pierda lo único que le queda ya del imperio más abajo de las Columnas de Hércules.

No se olvide que, primero, ATI, luego las FRAIC, después las AIC, y ahora CC han sido de cara a la metrópoli el baluarte del avance y consolidación del verdadero y auténtico nacionalismo canario, el nacionalismo ortodoxo que propugna, en pura praxis ideológica y política, la constitución de Canarias en una República Federal. Y su cometido, como colaboradores necesarios y medianeros para mantener la finca, ha sido siempre meter miedo a Madrid y "okupar" el espacio político nacionalista como garantía de la "españolidad de Canarias" mediante la farsa de asumir el nacionalismo y todos sus símbolos, como la bandera nacional de las siete estrellas verdes, cuando en realidad son autonomistas que asumen esa España de las nacionalidades. Una infumable aberración semántica y una perversión jurídica del concepto de nacionalismo que, reitero, viene de nación como tabaquería viene de tabaco. ¿Qué clase de nacionalismo es ese de CC, PNC, NC y otros, que se reduce, en la práctica, a un fervoroso y patriótico españolismo?

El periódico en cuestión publicó el pasado domingo un extenso reportaje donde reproducía el parecer de una treintena de "representantes del mundo institucional, económico, social y cultural" que exponían sus "opiniones" sobre si hay motivos para que el malestar con el Gobierno español, a cuenta de las limosnas asignadas a Canarias, derive en una pérdida de vínculos con España. Una serie de instituciones de Las Palmas, como Cámara de Comercio, Patronal de Turismo, CEE, sindicatos (CC.OO y UGT), ayuntamiento, algún que otro político irrelevante y alguna canaria despistada. En definitiva, un esperpento y una especie de EPA de andar por casa, poco representativa, carente del más mínimo rigor sociológico, parcial e inasumible, que corresponde al trabajo colaboracionista de los diferentes medios de comunicación escritos y audiovisuales (excepto EL DÍA) de servir de correa de transmisión del colonialismo español. Es la tantas veces denunciada opinión publicada, que sigue sustituyendo de forma subrepticia e impune a la opinión pública. Es lo que interesa a esa España retrógrada y decadente, que se aprovecha del evidente complejo de inferioridad, producto de la falta de personalidad y autoestima, de la mayoría del pueblo canario, preso aún del síndrome del colonizado, para pretender perpetuarse sine die en Canarias; haciendo caso omiso de la legalidad internacional, e incumpliendo sistemáticamente el mandato descolonizador de la ONU, reflejado en la Resolución 1514 (XV), de 14 de diciembre de 1960.

¿Dónde están las opiniones de los que pensamos todo lo contrario que los encuestados en ese diario, cualificados e irreductibles patriotas canarios? ¿O esas opiniones no cuentan? ¿Por qué?

Ese es el gran problema de España: que quiere amores a la fuerza. De amada madre patria, que es lo que pudo ser, se convirtió en odiosa madrastra arbitraria.

 

rmorenocastilla@hotmail.com

 

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