El agua en La Palma

 

«» Wladimiro Rodríguez Brito *

 

Hemos de dar prioridad a la cultura del agua en las familias, en los colegios y en la vida política.

 

La Palma es la única isla que no tiene desaladoras. Ha contado hasta ahora con suficiente caudal para consumos humano y agrícola. Esta isla ha multiplicado en los últimos 100 años por cuatro los caudales que aportaba la naturaleza, gracias al esfuerzo de muchos palmeros, que construyeron casi 300 kilómetros de galerías, pozos, canales y estanques. Hoy, sin embargo, empiezan los problemas de abastecimiento, y algunos se plantean la desalación como solución, en vez de mejorar una gestión muy deficiente. Los problemas de la isla no los va a resolver el uso indiscriminado de energías fósiles en caras y complejas instalaciones, sin mirar cuál es el problema de fondo.

 

   Hasta los años cuarenta, solo parte de los núcleos urbanos de Santa Cruz de La Palma, Argual y Los Sauces tenían agua corriente. Otras zonas contaban con fuentes públicas, entre Hoya Grande y Breña Alta. Pero la gran mayoría dependía del aljibe de la casa, y se consumía menos de 10 litros por habitante y día. La situación solo cambió con los alumbramientos de grandes galerías: la de Los Minaderos, con su canal desde Garafia a Los Llanos, dio agua potable a la costa oeste. Fueron galerías como La Faya (Barlovento), El Caboco (Tijarafe), Tabacorade, Tenerra, Tacote Aridane, Los Pajaritos, El Remolino y Las Nieves las que cambiaron la piel y la vida de la isla. Tenemos agua por el esfuerzo de varias generaciones, con la dura mandarria, el carburo y raíles de madera por los que empujar vagonetas a mano. Debemos rememorar figuras como las de don Antonio González Llanes, que hizo la obra del canal desde Los Minaderos, y otras como la Fuenteovejuna del pozo de la Prosperidad y los Tijaraferos. Necesitamos un compromiso con el agua y la naturaleza. Hay que recordar el ayer como senda hacia el mañana. Nosotros, nietos de la generación que cambió social y económicamente la isla, no podemos ser tan malos gestores: derrochamos un recurso básico, como se ha declarado la Cumbre de París sobre el agua y el cambio climático. En algunos municipios, menos de la mitad del agua que sale de los depósitos llega a los grifos. En el núcleo de Los Llanos de Aridane se gasta diariamente más de lo que aportan los manantiales de Marcos y Cordero: son más de 400 litros por habitante y día, mientras que la media en Canarias es poco más de 120, y la media mundial, de 40. Mientras derrochamos agua de galerías, elevamos agua de pozos, hipotecando el acuífero y los suelos, regados con aguas de mala calidad.

 

   Hemos de dar prioridad a la cultura del agua en las familias, en los colegios y en la vida política. Hemos perdido la memoria, y nos falta compromiso con la gestión de nuestros limitados recursos. La generación de la abundancia no puede limitarse a mirar hacia el mar o hacia la tecnología como única solución. En Canarias tenemos más de 300 desaladoras que tratan 100.000 metros cúbicos diarios con petróleo. La Palma es la única isla que aún no ha construido una. Tratemos de que siga así con una adecuada gestión del agua.

 

 

 * DOCTOR EN GEOGRAFÍA POR LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA

 

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