El acuerdo sobre el déficit en Estados Unidos posterga el problema y la amenaza de un nuevo ajuste económico persiste

 

Juan Francisco Coloane *

 

Se ha disipado la incertidumbre en un momento crítico. De la forma en que el partido republicano amenazó a la estabilidad económica colocando el objetivo político en un período donde se posicionan los candidatos para el congreso, y particularmente aquellos obstinados a impedir que Obama sea reelecto, habla de una grave irresponsabilidad política. La idea de derrotarlo a como dé lugar en 2012, había llegado a su límite.

 

No hay solo derrotados como sostienen algunos comentaristas, (Adams) en el progresista The Guardian británico.

 

Si bien el acuerdo entre demócratas y republicanos sobre el déficit en Estados Unidos posterga el problema central, y la amenaza de un nuevo ajuste económico persiste, el gran vencedor es Barack Obama con su persistencia a que se esté llegando a un acuerdo bipartidista por el bien nacional. A última hora para impedir este acuerdo todavía había una disputa estrecha en el partido republicano con un rol preponderante en los de la extrema derecha para impedir un acuerdo y llegar definitivamente a un default del gobierno y desacreditar a Barack Obama. Es el nivel acerado del “todo o nada y el ahora o nunca” en política en tiempos de crisis económica.

 

Aun sacrificando algunos propósitos importantes en su filosofía –como alzar los impuestos a los de mayor ingreso– y concediendo un nivel inferior de aumento de la deuda –para poder inyectar recursos en el sector social y productivo- es el vencedor porque actuó como un estadista saliendo del interés electoral inmediato. Es probable que esté sacrificando su propia reelección por restituir un sentido de negociación y por qué no, de más nobleza con sentido nacional a la política. Alguna izquierda se incomoda con Obama, como si estuvieran esperando un nuevo gobierno neoconservador tipo Bush en Washington, con invasiones a Irán, Siria, quizás a Pakistán y Sudan y polarizaciones en todas partes. La historia demuestra que cuando más polarización ha existido, en la sociedad que sea, el progresismo y las posiciones de izquierda viable tienen a diluirse y se les resta el espacio del diálogo. Predominan los termo-céfalos y como decía un general en el film “13 días” sobre la crisis de Octubre de los cohetes en Cuba, “Cuando hay guerra quedan muy pocos para contarlo”.

 

El acuerdo permite una disminución significante del déficit ($ 2 trillones de US dólares. O sea 2 billones, o dos mil millones de millones de dólares en castellano). Esto es el equivalente a los PIBS reunidos de Argentina, Chile, Perú, Colombia y Venezuela, y apenas inferior al PIB de Brasil. La reducción acordada proviene de sectores como defensa (dos guerras), y una focalización más precisa en la inversión social doméstica

 

El compromiso establece un proceso de coordinación entre los dos partidos para encontrar un enfoque común que permita equilibrar en el futuro una reducción más significativa del déficit, y que incorpore beneficios sociales y una reforma tributaria mayor.

 

Ambos partidos se comprometen contar con un mecanismo de compromisos para una reducción histórica del déficit que implique proteger la seguridad social, Medicare, y los programas de protección social a los de ingreso más bajos.

 

Contempla el compromiso del gobierno a un sacrificio compartido para prevenir que la clase media, los jubilados y los vulnerables absorban el costo mayor de la reducción del déficit. El gobierno no aceptó reducciones en los programas sociales, sin embargo no pudo doblar la mano del sector más conservador para alzar los impuestos en los sectores de ingresos mayores a 250 mil dólares. Aun así dejó establecido un mecanismo para replantear una reforma al sistema tributario.

 

Demócratas y republicanos negociaron y prolongaron el acuerdo hasta el punto crítico de dejar al estado sin dinero. Esta es una disputa doctrinaria que proviene desde la aplicación del ajuste estructural a la economía en la década de los años 80, con Ronald Reagan.

 

Fue en este período, en que un consenso nacional entre demócratas y republicanos se interrumpe drásticamente respecto al gasto fiscal y el ingreso por impuestos. Tradicionalmente en todas las administraciones, incluyendo en la del conservador Richard Nixon se llegaba a acuerdos equilibrados tomando en cuenta la necesidad nacional por sobre los intereses políticos o de los grupos de interés, o la consideración de períodos eleccionarios, como es el caso del actual debate.

 

Existía convergencia en cuanto a los equilibrios entre recorte fiscal y alza o baja de impuestos. Claro, los contextos eran diferentes. Había más prosperidad post segunda guerra y post depresión, y estaban las dos guerras: Una en Vietnam y la otra, la guerra fría. El interés permitía que no se dañara el código estratégico de cohesionar y no dividir. Ronald Reagan, sin Vietnam y con una alicaída URSS, inaugura una nueva forma de encarar la construcción nacional con la idea de menos estado y más libertad para los negocios.

 

Se desata y expande por el mundo la idea del “Supply Ecocomics”, que obligaba a destrabar todas las figuras arcaicas que impide el negocio. El resto se conoce: reducir impuestos, ajustar las tasas de interés, desregular, flexibilizar las leyes de empleo, reducir el estado, privatizar servicios y unidades de producción poco rentables, hacer fluir los mercados internacionales, y llenar los mercados con dinero. Estallaba un sistema financiero marcando claramente las diferencias entre capital productivo y capital especulativo.

 

En el debate actual, la doctrina Reagan estaba presente y se reduce a menos estado para disminuir la vulnerabilidad de algunos sectores y de inyectar recursos para dinamizar la economía.

 

Detrás de estos dos objetivos subyace el tema del ingreso fiscal que está asociado a la estructura tributaria, y todavía más en el núcleo del problema, el alza a los impuestos de los quintiles de mayores ingresos. Se sostiene en muchos trabajos técnicos originados en la misma administración Obama, que ese aporte del aumento de los impuestos a los que ganan más de 250.000 dólares anuales, sostenido en el tiempo, constituye un atributo esencial en el ingreso fiscal.

 

Lo importante para anotar es que cada vez que existe una crisis mayor en el sistema económico, la receta ha consistido en reajustar la economía con un drástico recorte fiscal y una agresiva reducción de impuestos. El recorte fiscal por lo general proviene de sectores con rentabilidad de lenta maduración como son salud y educación y especialmente seguridad social. Este ha sido el centro del debate en esta ronda de intensas negociaciones que llevaron varios meses intensos en Estados Unidos. El resto del mundo observaba perplejo un asunto que quizás le llegue de lejos, sin embargo detrás de este debate en Estados Unidos, estaba la intensificación del ajuste estructural a las economías a escala global.

 

Fuente: Argenpressl

 

(Especial para ARGENPRESS.info)