Predicando en el desierto: La educación primaria en
Canarias
Pedro
Rodríguez
[El deterioro de la educación no es ajeno al deterioro de la sociedad en general, los niños no viven en islas desiertas y por tanto, todo lo que se mueve a su alrededor les afecta enormemente. Existe un enorme rechazo a la cultura en el común de la sociedad, ser culto está “demodé” y en algunas ocasiones, ser imbécil está hasta mejor visto… Se impone la opinión, sobre la argumentación; el desprecio por el lenguaje; el entretenimiento como bien supremo; la sobrevaloración de lo físico sobre lo intelectual… y todo esto que se vive en la sociedad, se repite a menor escala en los centros de enseñanza. Vivimos inmersos en una sociedad, en general, que ha hecho de la mediocridad su sello a todos los niveles, por tanto no se puede pretender que los niños que respiran eso, aspiren a la excelencia.]
Generalmente, no suelo
tener por costumbre comentar mi experiencia
docente y a nivel mediático me suelo dedicar a otros menesteres, pero
ahora me apetece hacerlo. Hablaré de mis apreciaciones personales y por
supuesto, habrá gente que opine totalmente lo contrario, puesto que no es mi
intención hacer un tratado o dictar leyes. Pero creo que después de casi
10 años en el oficio y habiendo estado en colegios públicos de
Tenerife, muy diversos entre sí (San Matías, Taco; Charco del Pino,
Granadilla; El Fraile, Arona; Adeje; Puerto de Santiago…) he acumulado una
serie de experiencias vitales, que me permiten sacar unas conclusiones generales
(tal y como se debe hacer: desde la experiencia personal, hasta llegar a
enunciar una teoría o una serie de teorías) Además, desde mi posición de
padre que tiene a sus dos hijos escolarizados en un colegio público, también
veo la educación pública desde esa vertiente y no únicamente como docente.
En
realidad, parece que todo el mundo sabe de educación y que sobre el tema ya está
todo dicho, por tanto no se qué intención tiene lo que escribo, ni tan
siquiera si tiene valor, pero a pesar de todo, lo voy a escribir.
Una
paradoja: hace tres cursos,
vinieron al colegio donde daba clase tres chicas rusas a cursar 6º de Primaria
(eran casi las primeras de una avanzadilla rusa que se está produciendo en el
sur de Tenerife) llegaron con un buen nivel en Matemáticas, pero evidentemente
eran nefastas en Lengua, puesto que desconocían totalmente el idioma. Pues
bien, a los dos meses de su estancia aquí, se comunicaban aceptablemente bien
en castellano; y a los 4 meses, obtenían ya mejores resultados académicos en
Lengua que el 60% de los alumnos de su clase… ¿Cómo es posible que unas
alumnas en cuatro meses, dominen mejor que alumnos de aquí, los rudimentos de
un idioma desconocido para ellas? ¿cómo es posible que puedan superar sin
dificultad a alumnos que llevan escolarizados en este sistema 9/10 años? ¿cómo
se puede comer, que alumnos escolarizados durante 9/10 años y que no tienen
ningún problema de aprendizaje, se queden atrás en su lengua materna y sean
superados por unas chicas rusas que lo han practicado durante 4 meses? Creo que
da que pensar …
La
educación pública en Canarias es un desastre total y no es cuestión de
percepciones o de ser más o menos optimista (yo no me considero una persona
especialmente pesimista ya que sigo pensando que hay políticos honrados, que si
te esfuerzas consigues lo que ansías y que si haces el bien, la vida te
compensa…) los tiros no van por ahí. Algunos opinarán que sus colegios
funcionan muy bien y seguro que algo de razón tienen ya que no es lo mismo
ejercer tu labor en una escuela rural, por ejemplo, que en un centro masificado
del sur de Tenerife o del área metropolitana… Pero como ya he dicho
anteriormente, este artículo se basa en mi experiencia y el nivel que yo he
percibido es calamitoso, además, con tendencia a seguir desplomándose. ¿Y por
qué hemos llegado a tal estado? Creo que influyen muchas causas, no solamente
una, y no sé cuál de ellas es más determinante, tal vez lo sean todas a la
vez… Lo que si tengo claro es que los que intentan arreglar la educación, no
tienen el poder para hacerlo y los que sí tienen el poder para hacerlo o no
saben cómo o sencillamente no les interesa resolver nada.
Destaco una serie de
factores que pueden ser determinantes (aunque repito, no sé en qué grado y
seguro que existen muchos más):
El
factor social
El
deterioro de la educación no es ajeno al deterioro de la sociedad en general,
los niños no viven en islas desiertas y por tanto, todo lo que se mueve a su
alrededor les afecta enormemente. Existe un enorme rechazo a la cultura en el
común de la sociedad, ser culto está “demodé”
y en algunas ocasiones, ser imbécil está hasta mejor visto… Se impone la
opinión, sobre la argumentación; el desprecio por el lenguaje; el
entretenimiento como bien supremo; la sobrevaloración de lo físico sobre lo
intelectual… y todo esto que se vive en la sociedad, se repite a menor escala
en los centros de enseñanza. Vivimos inmersos en una sociedad, en general, que
ha hecho de la mediocridad su sello a todos los niveles, por tanto no se puede
pretender que los niños que respiran eso, aspiren a la excelencia.
No
se trata de hacer un ejercicio de añoranza y comentar aquello de que “cualquier
tiempo pasado fue mejor” porque esa afirmación no es correcta, pero lo
que está claro es que lo que antes era común a nivel cultural, ahora ha
quedado reservado para unas élites (más o menos amplias) pero élites, al fin
y al cabo. La lucha por tratar de impulsar a unos niños para que accedan a esas
élites, hecha seguramente con la mejor intención, pero de manera más o menos
torticera, no suele dar los resultados que se pretenden. Un ejemplo ilustrativo:
llevar a escolares al Auditorio de Tenerife (actividad que se suele realizar
casi todos los cursos escolares) para escuchen música clásica a palo seco y
sin una mínima preparación previa, no suele dar como resultado unos niños melómanos
y amantes de Mozart o de Brahms, más bien, produce el efecto contrario.
El
sistema
Creo
no andar muy errado si digo que en estos momentos, la mayoría de centros de
primaria públicos de Canarias, envían como mínimo un 10% (en algunos centros,
más) de niños de 6º de Primaria al Instituto, que son analfabetos
funcionales. Saben leer (en ocasiones con bastante dificultad) saben hacer
algunas operaciones sencillas (en muchos casos ya dividir, les cuesta) y saben
escribir (en muchos casos con bastantes errores gramaticales, aunque sea
copiando) y hasta ahí; estado que por lo general en el Instituto (donde ya no
están tan tutelados) empeora. Y no estoy hablando de alumnos con problemas de
aprendizaje, simplemente de niños que no quieren hacer absolutamente nada y a
los que a nadie de su entorno, le importa que no hagan nada. Niños desahuciados
con 11 o 12 años; niños que cuando crezcan un poco no van a saber ni entender
el prospecto de unos medicamentos.
Yo
sigo pensando que los niños cuando abandonan el Colegio con 12 años, no están
preparados para pasar al Instituto, no están maduros. Los que crearon las
actuales leyes de educación creen que sí y por eso lo rebajaron en su momento
de los 14 años a los 12. Los datos aproximados nos vienen a decir que en el
colegio, con unas medias de 65/70% de aprobados en 6º de Primaria, caen a un
30/35% de aprobados en 1º de la ESO (hasta el nombre me sigue pareciendo feo)
preguntas ¿y por qué se da ese bajón? Responden: porque los niños llegan a
un sitio nuevo, se dispersan, no se centran, le prestan atención a otras cosas
que no son los estudios… Ya, ¿y esos no son indicios de no estar maduro? Yo
creo que sí, pero ellos sabrán más que uno que para eso son los expertos.
Como somos gente
moderna y la palabra segregación no nos gusta nada, tal segregación se realiza
pero de manera camuflada, para no levantar ampollas. En los institutos se han
instaurado los cursos bilingües, que aparentemente son una idea fantástica,
pero que esconden una pequeña trampa y me explico: de las madres de los alumnos
que yo he tenido en 6º de primaria y cuyos hijos están o han estado en cursos
bilingües, no conozco a ninguna que me haya dicho que está contenta porque su
hijo/a aprende idiomas o estudia de maravilla y sin embargo todas me han dado la
siguiente razón “no están en la clase con los ruinas que no quieren hacer
nada y solamente molestan” Los niños que obtienen buenos resultados en inglés
en el colegio (además de obtenerlos también en las otras materias) pueden
acceder al sistema bilingüe, de modo que a alguna madre he visto yo suplicándole
a una maestra de inglés para que le suba la nota a su hija de un notable a un
sobresaliente, porque su hija es una niña buena y no quiere que vaya a un aula
“normal” a perder el tiempo… ¿segregación? Si no lo es, se parece
bastante.
El
maestro como enemigo
Yo
no pondría en manos de un enemigo la vida de mis dos hijos y no entiendo como
alguien lo puede hacer. Los niños pasan en un centro escolar muchas horas al día,
en algunas ocasiones, debido a los trabajos de los padres, pasan más tiempo con
sus maestros que con ellos mismos… no entiendo como en ocasiones, teniendo tan
mal concepto de ellos, se les deja lo que se supone que es más importante, un
hijo. Y la verdad es que se ha creado una corriente de opinión, que deja a los
maestros como personas sospechosas. ¿Hay maestros malos? Muchos… y yo conozco
a unos cuantos. ¿Hay taxistas malos? Seguro que sí y a alguno también lo
conozco. También hay mecánicos malos, políticos malos (la mayoría) y
torneros fresadores malos… En todos los gremios hay malos profesionales. Puedo
decir sin riesgo a equivocarme que los mejores docentes están en la escuela pública,
ahora, el material (humano y técnico) con el que tienen que lidiar, no suele
ser el más ventajoso.
Desde
que dio comienzo la crisis económica, los maestros han estado en el ojo del
huracán por el tamaño de sus sueldos y por sus periodos vacacionales. Lo
curioso del asunto, es que en la época del ladrillo en el sur de Tenerife,
cualquier obrero ganaba mucho más que un maestro y además, muchos se
regodeaban de ello. El sueldo de los maestros está estancado (y en muchos casos
ha menguado) pero pudiera parecer a tenor de las críticas que ha aumentado y lo
que pasa es que lo que está a su alrededor se ha desplomado. El sueldo de un
maestro que antes era una insignificancia, “cállate maestrilla, que tú ganas
en un mes lo que yo gano en una semana haciendo horas extras” (esta frase la
escuché en directo, proferida por el padre de un niño que era albañil a una
sonrojada maestra) se ha convertido ahora en objeto de discordia. Lo mismo pasa
con los periodos vacacionales, ya que en ocasiones se nos olvida que los
periodos vacacionales tienen relación con los periodos del alumno y que no por
acumular horas lectivas, el niño aprende más (estas cosas no funcionan por
cantidad, sino por calidad) Un ejemplo: Finlandia que es la panacea mundial a
nivel educativo tiene una media de 608 horas lectivas en primaria, frente a las
875 horas que hay en España… con la ventaja que ya les llevamos en horas de
trabajo y los resultados tan mediocres que obtenemos frente a ellos ¿podemos
pensar que la solución es acumular más horas? Yo no lo creo.
Los
maestros se han convertido en rehenes de un sistema altamente burocratizado y
eso sí que es verdaderamente un problema. Para que el sistema de papeleo que
han montado en las consejerías siga funcionando, los maestros han de entregar
una serie de programaciones (generales y de aula) informes, partes,
estadillos… que harían temblar a cualquier auxiliar administrativo. Es más,
un maestro pésimo dando clases, si tiene todo su papeleo al día, puede estar
tranquilo e incluso progresa; un maestro bueno dando clases, sino no tiene todo
el papeleo en regla cuando se le es requerido ¡que se prepare! Lo que cuenta
son los papeles (como cuando te para la guardia civil) la docencia pasa a ser un
asunto secundario. Al igual que también ha de echarle horas en un sinfín de
reuniones (la mayoría, por decirlo de forma suave, poco provechosas) y a cursos
de formación, que pueden repercutir en el maestro si muestra algún interés,
pero que acaban influyendo poco en el alumnado, que se supone que es el
destinatario de todo esto, aunque en la mayoría de ocasiones no lo parezca.
La burocracia mata la educación y como decía Frank Herbert “la
burocracia destruye la iniciativa. Hay pocas cosas que los burócratas odien más
que la innovación, especialmente la innovación que produce mejores resultados
que las viejas rutinas”.
Ante
esta realidad, siempre hay alguno que esgrime la frase “en mis tiempos”…
“Pues en mis tiempos, éramos 30 en clase y allí no se escuchaba ni el ruido
de una mosca. Los maestros se quejan de vicio” Claro que sí, lo que pasa es
que ahora tienes una clase con 27, de los cuales 4 son rusos y no hablan
castellano, 2 son ingleses y se niegan a prender castellano, 2 son chinos y
hablan castellano malamente (hubo un tiempo que en las aulas había auxiliares
de conversación, pero la crisis acabó con ellos) 3 necesitan una atención
educativa específica, 8 son repetidores y saben que pasarán de curso aunque no
hagan absolutamente nada, por tanto no solamente no hacen nada, sino que tratan
de impedir que nadie haga nada (además a 4 de ellos sus padres le dan siempre
la razón por encima de todas las cosas ya que los maestros les tiene manía y
ellos no son malos, solamente algo movidos)… y si a eso le sumamos que los
maestros antes era una autoridad y ahora son la rechufla y el pito del sereno ¿qué
queremos, los resultados de Finlandia? La educación no es magia.
Las
cosas mal hechas, pudiéndolas hacer bien
No
hay cosa más poco ejemplarizante que hacer las cosas de mala manera aún pudiéndolas
hacer bien, porque no olvidemos que educar, se debe hacer con el ejemplo (y en
esto también entran las madres y los padres del alumno, no solamente el
colegio) Célebre es la anécdota que cuenta que durante la Revolución cubana,
Ernesto Guevara visitaba una fábrica de muñecas y las que se estaban
fabricando, le parecieron enormemente feas y comentó “¿por qué hacerlas tan
feas si se pueden hacer bonitas? La Revolución y la estética no deben estar reñidas
y hacer algo mal, pudiendo hacerlo bien, es una falta” ¿Por qué hacer algo
mal, pudiendo hacerlo bien?
Y
en este círculo vicioso entramos todos los agentes de la educación, desde el
primero hasta el último. Célebre es la anécdota del niño extranjero (no
recuerdo su nacionalidad) al que se le dijo que para celebrar el Día de
Canarias había que venir vestido de mago y el niño apareció con capa y
varita… parece una nimiedad, pero esto denota una forma torticera de hacer las
cosas, sin preparación alguna y sin el mínimo rigor (que castiga de paso, ya a
una de por sí mutilada cultura canaria en los temarios de los centros).